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Opinión

¿Hacia una nueva crisis de los misiles en Cuba?

Como ocurrió 64 años atrás, Rusia vuelve a ubicar naves en torno a la isla. Si bien la situación no es la misma, parece que los desafíos vuelven para quedarse.

Emilio Luis Magnaghi

Por Emilio Luis Magnaghi

19 Junio de 2024 - 11:00

Fragata misilística rusa frente a las costas cubanas
Fragata misilística rusa frente a las costas cubanas web

A menudo se atribuye al filósofo italiano Giambattista Vico la expresión "corsi e ricorsi", con la que pretende explicar que la historia está hecha de ciclos y de contraciclos de crecimiento y decadencia. Sugiere, además, que la vida política y el orden, o las creaciones humanas, están orientadas "hacia atrás", por así decirlo, o llamadas de nuevo a su principio "metafísico" constitutivo original.

Para empezar por el ciclo que hoy nos ocupa, comenzamos diciendo que hace 64 años, un 16 de octubre, uno de los asesores de seguridad nacional del presidente de los EE.UU. lo ponía al tanto de la existencia de instalaciones misilísticas pertenecientes a la Unión Soviética que se estaban desplegando en Pinar del Río, una localidad cubana a sólo 60 kilómetros de las costas de la Florida estadounidense.

En un principio, John Fitzgerald Kennedy decidió no hacer público este descubrimiento y en su lugar conformar un grupo de estudio integrado por seis civiles y seis militares de alto rango para que lo asesoraran antes de tomar cualquier decisión al respecto. Destacaba entre ellos su propio hermano Bobby, a la sazón fiscal general de los EE.UU.

Lamentablemente, el grupo no lograba ponerse de acuerdo, ya que sus propuestas iban desde no hacer nada y dejar pasar la movida soviética hasta invadir la Isla de Cuba para destruir las instalaciones misilísticas.

Nikita Khruschev y John Kennedy, en Viena antes de la crisis.
Nikita Khruschev y John Kennedy, en Viena antes de la crisis.

Ante tal nivel de incertidumbre, JFK decidió, el 22 de octubre, comunicárselo a su nación y al mundo mediante una declaración televisada. En alguna medida, su mensaje era una síntesis y una línea media de las posturas extremas que le habían sido propuestas. Si bien declaraba un bloque a la Isla de Cuba (llamado cuarentena para evitar su clasificación como un acto de guerra), el tono del mensaje intentaba ser conciliador y dejaba abierta la puerta para una vía diplomática para su solución.

Concretamente, fue la tarea encomendada a su hermano Bobby el destrabar la posición soviética, quien al efecto, tuvo varias reuniones con el embajador ruso en Washington, Antony Gromiko.

Pero las cosas parecieron no funcionar cuando el propio presidente del Partido Comunista de la URSS, Nikita Khruschev, rechazó la propuesta de Kennedy en una muy tensa reunión en el Consejo de Seguridad de la ONU celebrada el 25 de octubre.

Para colmo de males, en el interín diversos sucesos tácticos complicaron aún más la ya difícil situación. Un avión espía U2 de la Fuerza Aérea de los EE.UU. fue derribado sobre Cuba y las FF.AA. de los EE.UU., en consecuencia, se colocaron en alerta máxima para responder militarmente a la situación.

Navíos rusos surcan las aguas de Cuba en 1962.
Navíos rusos surcan las aguas de Cuba en 1962.

Cuando todo parecía irse al diablo, el 26 de octubre, el embajador ruso en Washington le entregó una carta de Krushev dirigida a JFK. En la misma, el premier soviético aceptaba retirar los misiles de Cuba, pero a cambio pedía dos condiciones: la primera, que los EE.UU. se comprometieron a no invadir Cuba y que se retiraran los misiles nucleares ubicados en Turquía y apuntados a URSS. 

Finalmente, el 28 de junio, ambas partes arribaron a un acuerdo y el mundo respiraría tranquilo porque se había evitado una confrontación nuclear que hubiera causado millones de víctimas y daños catastróficos al medio ambiente. 

Una nota de color fue la presencia argentina en esa crisis. En respuesta a un pedido de la OEA y en cumplimiento del Tratado del TIAR, la Armada Argentina envió dos de sus buques -la Rosales y el Espora- al Caribe para sumarse, junto con los buques de Venezuela y la República Dominicana al bloqueo decretado por los EE.UU. 

Para seguir con el contraciclo, baste decir que entre el 12 y el 17 de junio de este año arribó a la Isla de Cuba una pequeña flota rusa compuesta por un submarino misilístico y una fragata portamisiles, más otros buques logísticos, después de muchos años de ausencia.

Si bien estas acciones están lejos de contener la peligrosidad y el dramatismo de la denominada crisis de los misiles en Cuba, hay ciertos aspectos que merecen ser considerados y justifican el "corsi e ricorsi".

Después del fin de la Guerra Fría producida por el colapso de la Unión Soviética, las cuestiones geopolíticas parecen comenzar a retomar su curso "normal" de las relaciones internacionales entre las potencias.  No fueron pocos, como el analista estadounidense Francis Fukuyama, quienes anunciaron el "fin de la historia" pues entendían que la victoria occidental no sólo era completa, era -de paso- irreversible. Hoy es por demás evidente que la historia, lejos de detenerse, ha proseguido su caprichoso curso de idas y vueltas. 

Ya los EE.UU. no son la solitaria hiperpotencia de fines de los años 90. Hoy vemos surgir ante nuestros ojos un "nuevo" mundo multipolar donde potencias como Rusia vuelven por sus fueros y retoman los viejos desafíos de la Guerra Fría.

Lo que era una actividad común en los años 70 y 80, los desafíos mutuos de buques y aviones de potencias rivales han vuelto para quedarse. Una situación que no sólo se verifica en las cálidas aguas del Caribe, sino también en las gélidas del Ártico y en las templadas del Mar de China. 

Como corolario útil para este "corsi e ricorsi", es que aún los países periféricos, como el nuestro, siempre tienen la posibilidad de participar, pues como dice un amigo, acá lo importante es sentarse a la mesa, porque caso contrario, uno estará en el menú. 

El Doctor Emilio Luis Magnaghi es Director del Centro de Estudios Estratégicos para la Defensa Nacional Santa Romana. Autor de El momento es ahora y El ABC de la Defensa Nacional.

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