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Análisis

Donald Trump: "Todo nuestro país (EE.UU.) se ha ido al carajo..."

El expresidente de los Estados Unidos fue declarado culpable de 34 delitos graves por falsificar registros comerciales para ocultar el pago a una estrella porno.

Emilio Luis Magnaghi

Por Emilio Luis Magnaghi

11 Junio de 2024 - 07:30

Donald Trump
Donald Trump web

"Todo nuestro país (los EE.UU.) está siendo manipulado y se ha ido al carajo. Somos una nación en decadencia, en grave decadencia. Millones y millones de personas están llegando a nuestro país en este momento, desde prisiones y desde instituciones mentales, terroristas. Y se están apoderando de nuestro país".

En realidad, esta frase original de Donald Trump dice textualmente en su lengua: "Going to hell", lo que literalmente significa "irse al infierno", pero como no es una expresión común entre nosotros, hemos preferido la de "irse al carajo", la que, para quienes no lo sepan, se encuentra en antiguas prácticas marineras. 

Cuando en las embarcaciones a vela de la época, el carajo era la canastilla que se encontraba en la parte superior del palo mayor del navío y el marinero de turno que se encontraba allí estaba expuesto a todas las inclemencias. Viento, frío, lluvia, sol abrasador, hacían de aquel lugar el más ingrato para la tripulación. Es de imaginar, por tanto, que para aquellos que recibían tal cometido era una forma castigo por haber cometido alguna falta menor.

Concretamente, la cadena global estadounidense CNN nos dice que el juicio penal a Donald Trump por el pago de dinero por silencio llegó a su fin. El expresidente fue declarado culpable de 34 delitos graves por falsificar registros comerciales, específicamente relacionados con once facturas, doce vales y once cheques. Nada más ni nada menos. 

En el juicio, los fiscales alegaron que los pagos no fueron un anticipo por servicios legales, como fueron registrados, sino pagos a la estrella de cine para adultos Stormy Daniels a cambio de su silencio y por los derechos vitalicios de su historia, todo sucedido en el crítico periodo previo a las elecciones presidenciales de 2016.

Mientras estaba en el estrado, el exabogado de Trump Michael Cohen, implicó al propio Trump en el plan de pago de dinero por silencio, pues aseguró que repartió US$ 130.000 con la aprobación del acusado. Además, testificó que a veces mentía e intimidaba en nombre del expresidente.

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Lo que argumentaron los fiscales es que pagar dinero para comprar el silencio de una persona no es un delito. Lo que sí lo es, es falsificar intencionalmente documentos para ocultar mediante el pago a su abogado Cohen bajo la apariencia de un anticipo por servicios legales con el objetivo de ocultar información sensible a los votantes durante las elecciones presidenciales de 2016.

Así como quedaron las cuestiones judiciales, Trump se convierte en el primer expresidente en la historia de los Estados Unidos en ser condenado por un delito grave. Además, también es el primer candidato presidencial de un partido importante condenado por un delito en medio de una campaña para ocupar la Casa Blanca.

Agrega la icónica CNN que tras ser declarado culpable, Trump "en teoría podría enfrentarse a más de una década de prisión. Los 34 delitos graves están clasificados como delitos de clase 'E' en Nueva York, el nivel más bajo de delitos graves", como explicó Laura Coates, analista jurídica de la cadena global.

La pena máxima por cada uno de esos cargos es de cuatro años, según Coates. Sin embargo, Nueva York limita la condena por este tipo de delito a 20 años. Queda a discreción del juez decidir si esas penas se ejecutarán de forma simultánea o consecutiva.

Pero, ¿qué fue lo que pasó en realidad? Como veremos, estas afirmaciones jurídicas tienen varios peros. Vamos a ellos:

Pero Nº 1: Resulta que nada de eso fue el objeto del promocionado juicio. Trump fue sentenciado por algo que la Comisión Electoral dijo que no era un crimen electoral,  y era "que uno de sus abogados decidiera pagar la extorsión a Trump de una actriz porno y de ese modo afectar el resultado de las elecciones 2016".

Pero Nº 2: Sucede que traicionar a su esposa y tener una relación sexual extramatrimonial mediante el pago a una actriz porno y después pagarle para que se calle, no son crímenes federales ni son delitos electorales.

Pero Nº 3: No importó el crimen. Lo importante era lograr su condena para dificultar su muy probable triunfo en las próximas elecciones presidenciales. 

Como podemos deducir, simplemente, se ha tratado de una trama urdida por el siempre "confiable" sistema judicial neoyorquino, que inspiró en la ficción a Sin City (la ciudad del pecado) y a Ciudad Gótica (la ciudad de Batman y del Guasón) y por el cual los adversarios políticos de Trump lo acusaron de un delito fantasma, una ofensa menor de orden privado, pero que ellos dicen fue, presumiblemente, cometido con la perversa intención de ocultar un delito mayor, un supuesto que la fiscalía jamás demostró, uno sin daño económico ni víctimas. Una condena que viola los plazos de prescripción de las causas, además.

Pero más allá de los tecnicismos legales, aquí yace un grave problema de legitimidad en el seno de la comunidad política de los EE.UU. Mucho más en una cultura que ha hecho del 'Rule of Law' (el imperio de la ley), un paradigma supremo de su sistema político. Pues, ellos no son, como nosotros, los iberoamericanos, que solemos tener mucho más manga ancha en este tipo de asuntos privados.

Volviendo a los números y a la historia de los presidentes de la que pasa por ser la primera potencia mundial, precisamente la historia no la ayuda, ya que cuatro de ellos fueron asesinados durante sus respectivos mandatos (Abraham Lincoln, James A. Garfield, William McKinley y John F. Kennedy); otros cuatro sufrieron sendos intentos serios de asesinato (Andrew Jackson, Teodoro Roosevelt, Franklin D. Roosevelt y Ronald Reagan)  y uno tuvo que renunciar ante la amenaza de un juicio político en su contra (Richard Nixon).

Esto nos da un total de nueve, vale decir que, sobre una nómina de 46 presidentes, casi un 20% de ellos sufrió un alto grado de violencia política.

La gran pregunta es si el establishment estadounidense se detendrá aquí y el ganador de las próximas elecciones presidenciales de los EE.UU. quedará librado a la voluntad de su pueblo o es dable esperar alguna sorpresa. 

En efecto, va a estar interesante ver cómo sigue esta película que aún no ha terminado.

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El Doctor Emilio Luis Magnaghi es Director del Centro de Estudios Estratégicos para la Defensa Nacional Santa Romana. Autor de El momento es ahora y El ABC de la Defensa Nacional.