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Carrera espacial argentina: varios éxitos y notorios abandonos

Sería una total tontería no apoyar su desarrollo o, aún peor, volver a cancelar proyectos.

Emilio Luis Magnaghi

Por Emilio Luis Magnaghi

19 Septiembre de 2024 - 11:10

Imagen: archivo web
Imagen: archivo web

En nuestro artículo anterior sobre cómo se largaba la quinta etapa de una apasionante carrera espacial, comentamos dos sucesos que nos llamaron la atención.

Por un lado, nos enteramos que dos astronautas enviados por los Estados Unidos a la Estación Espacial Internacional habían quedado varados por fallas en su cápsula espacial; y por el otro, que China anunciaba el lanzamiento de una misión que tenía por finalidad aterrizar en Marte.

Al pie de la mencionada nota prometimos que la misma no estaría completa sin un capítulo argentino. Vamos a ello.

Mucho más humilde que la reseñada carrera espacial anterior, la nuestra no ha estado exenta de episodios interesantes que de alguna o de varias maneras trataron de seguir los pasos de los desarrollos espectaculares del Hemisferio Norte.

Pero, como decimos en el título, supo cosechar tanto resonantes éxitos como notorios abandonos y hasta conspiraciones de nivel internacional. 

Antes de ir a lo jugoso de algunos episodios es necesario hacer una breve historia, también dividida en etapas a caballo del desarrollo argentino y que bien puede ser tomado como señero y como el más interesante de la región. A saber: 

1º) Primera etapa (1960-1991), caracterizada por la institucionalización de las experiencias en cohetería. La misma se inicia en 1960 con la creación de la Comisión Nacional de Investigaciones Espaciales (CNIE), dependiente de la Secretaría Aeronáutica en la presidencia de Silvio Frondizi, a cargo del ingeniero mendocino Teófilo Tabanera

El ingeniero mendocino Teófilo Tabanera, figura importante dentro de la astronáutica argentina. (Foto: web)
El ingeniero mendocino Teófilo Tabanera, figura importante en la astronáutica argentina. (Foto: web)

Fue un paso importante porque, si bien desde hacía más de una década se venían realizando investigaciones experimentales, estábamos lejos de configurar con ellas una política de Estado.

Dentro de este marco institucional se destacaron los siguientes proyectos:

  • Los sucesivos Alfa Centauro, que en 1961, el primero de ellos alcanzó los 15 kilómetros de altura. Al año siguiente, su mejora Beta Centauro, que contaba con dos etapas de combustible bibásico alcanzó los 25 km de altura, siendo el Gamma Centauro su versión sonda con una altitud máxima alcanzada de 59 kilómetros.
  • Los cohetes Orión I y II, por su parte, lograron 112 kilómetros de altura.
  • El cohete Canopus logró transportar una carga útil de 50 kilos a 100 kilómetros de altura. 
  • El cohete Rigel de dos etapas, que le permitió alcanzar 295 kilómetros de altura en 1967. 
  • Los cohetes múltiples Canopus I y II, que en 1973 llegaron a los 480 kilómetros de altura.

Como vemos, a pesar de las fluctuaciones políticas de esos años, el desarrollo tecnológico no sólo no se vio interrumpido, sino que continuó avanzando.

En este marco, el hito más destacado fue el desarrollo y posterior cancelación del denominado proyecto Cóndor

  • Proyecto Cóndor I y II: sus orígenes datan de 1979 con el Cóndor I, que tenía por objetivo inicial fabricar cohetes de propulsante sólido con estándares internacionales a través de transferencia tecnológica para alcanzar los 1.000 kilómetros de altura y colocar satélites en órbita baja hacia 1990. Para ello se creó el Plan de Satelización en el ámbito de la Fuerza Aérea Argentina y se realizaron acuerdos con empresas extranjeras, principalmente con la italiana Società Navigazione Industriale Applicazione, que fue encargada del propulsante, y la alemana MBB (Messerschmitt-Bölkow-Blohm) a cargo del control del proyecto.

Tras nuestra derrota en la Guerra de Malvinas se condujo a  la negación -casi total- al acceso de la reposición del material bélico perdido, lo que  motivó al gobierno de Raúl Alfonsín a incentivar este desarrollo en vistas a obtener aplicaciones duales, vale decir, tanto para usos civiles como militares

Ejemplo de ello fue el misil Alacrán, que en 1983 convirtió al proyecto original del Cóndor I (el que no había sido probado aún) en un misil balístico de uso militar. Cuando se contempló la incorporación de una segunda etapa, con sistemas de guía más sofisticados, se pasó al proyecto conocido como Cóndor II, que podría haber transportado una carga útil de 300 kilómetros, ya fuera ésta un satélite civil o una carga militar,  con un alcance de 500 kilómetros.

Con la llegada de Carlos Menem al Gobierno nacional, se generó un giro en la política exterior que impactó directamente en estos desarrollos, ya que por presiones internacionales, especialmente por parte de los EE.UU., que temían la transferencia tecnológica a  Egipto e Irak, el Gobierno dio por finalizado el proyecto misilístico en 1991.

2º) Segunda etapa (1991-2007), en la que se da comienzo al Plan Espacial Nacional y al desarrollo satelital. En 1991 se crea la Comisión Nacional de Actividades Espaciales (CONAE) y se da comienzo al desarrollo de sistemas satelitales con el objetivo de darle rentabilidad económica a esta actividad. 

Al efecto surge INVAP SE (Investigaciones Aplicadas Sociedad del Estado) como una empresa mixta -privada y estatal- de alta tecnología aplicada al diseño, integración y desarrollo de plantas, equipamientos y dispositivos en áreas complejas como energía nuclear, tecnología e ingeniería espacial, industrial, médica, ambiental y de telecomunicaciones

Sus laboratorios centrales se sitúan en la ciudad de San Carlos de Bariloche.

Concretamente, se comenzó con el diseño, la construcción y la puesta en órbita de los primeros satélites argentinos denominados Satélites de Aplicaciones Científicas (SAC). Por ejemplo, en 1996 se realizó la colocación en órbita del SAC-B, construido en Argentina, en vinculación con la NASA y las agencias espaciales de Brasil e Italia. En 1998 se puso en órbita el segundo de la serie, el SAC-A.

El último satélite de esta etapa fue lanzado en el 2000 y se denominó SAC-C, siendo el primer satélite de observación terrestre.

Paralelamente a las actividades de CONAE, en el 2004 se creó la Empresa Argentina de Soluciones Satelitales SA (ARSAT) con el objetivo de diseñar, desarrollar y explotar comercialmente satélites geoestacionarios de telecomunicaciones.

3º) Tercera etapa (de 2007 a la actualidad), en la que se busca el acceso al espacio y tecnología satelital con el objetivo de lograr el ciclo completo de la tecnología espacial (desarrollo de satélites de diferente peso, órbita y funciones y sistema de lanzamiento). 

Para ello, la CONAE inició el programa ISCUL (Inyector Satelital de Cargas Útiles Livianas) con el fin de colocar satélites en órbitas bajas. El primer ensayo del programa tuvo lugar en 2007 con el lanzamiento del cohete sonda Tronador I, seguido por el Tronador IB. Paralelamente, el Instituto de Investigaciones Científicas y Técnicas para la Defensa (CITIDEF) comenzó a realizar lanzamientos de los cohetes Gradicom de combustible sólido, pero luego de varias  pruebas, el proyecto no continuó. 

Entre los éxitos, hay que contabilizar a los satélites de telecomunicaciones realizados por ARSAT. 

El primero fue el ARSAT-1, lanzado en 2014, y el segundo fue el ARSAT-2, lanzado en 2015. 

Lanzamiento del satélite SAOCOM 1B. (Foto: web)
Lanzamiento del satélite SAOCOM 1B. (Foto: web)

También los SAOCOM 1A y 1B a partir de un trabajo mancomunado entre empresas argentinas y la agencia espacial italiana, que fueron colocados en órbita con un sistema SAR (Radar de Apertura Sintética) de múltiples aplicaciones prácticas.

Actualmente, la CONAE se encuentra desarrollando el satélite Sabia-Mar, los más pequeños SARE y el cohete Tronador II (en sus versiones T-70, T-150 y T-250), por lo que es de esperar que el país domine el ciclo completo de la cohetería a corto plazo que le permitiría diseñar construir y colocar en órbita a sus propios satélites. 

tronador
El cohete Tronador forma parte de un programa que le permitiría al país dominar a corto plazo el ciclo completo de la cohetería.

Como hemos venido reseñando, la evolución del desarrollo tecnológico espacial en la Argentina fue cambiando sus prioridades a lo largo de la historia

Con sus éxitos, fracasos y hasta cancelaciones políticas externas, ha sabido consolidarse como un verdadero nicho de excelencia que, incluso, le ha aportado divisas tanto a la industria como al Tesoro nacional, por lo que sería una total tontería no apoyar su desarrollo. O, aún peor, volver a cancelarlos

Bibliografía:

  • Martín Nahuel Moretti: Evolución del desarrollo tecnológico espacial en Argentina. Universidad Nacional de La Plata, 2022.
  • Javier García: Proyectos de cohetería en Argentina. Blog: ArgentinaEnElEspacio

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El Doctor Emilio Luis Magnaghi es Director del Centro de Estudios Estratégicos para la Defensa Nacional Santa Romana. Autor de El momento es ahora y El ABC de la Defensa Nacional.