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José Celestino Vidal, otro de nuestros héroes olvidados

Aunque su nombre no resuena con la misma fuerza que el de otros próceres, tuvo una notable participación en el cruce de los Andes.

Carlos Campana

Por Carlos Campana

17 Septiembre de 2024 - 10:03

Vidal fue un activo participante en el aprovisionamiento del Ejército de los Andes.
Vidal fue un activo participante en el aprovisionamiento del Ejército de los Andes. Web

El tiempo se encargó de hacer que muchos de los protagonistas de aquella época independentista que se inició a partir de julio de 1816 con la emancipación declarada en Tucumán, quedaran en el olvido.

Luego, con el compromiso del Director Supremo Juan Martín de Pueyrredón de crear el Ejército de los Andes en agosto, y el nombramiento del General José de San Martín como su jefe, comenzó la etapa organizativa en las entonces provincias de Cuyo

El objetivo, una vez formado el ejército, era marchar en época estival hacia la reconquista de Chile, que desde años atrás se encontraba en manos de los realistas.

Gran parte del material de guerra que debía recibir el ejército llegó desde Buenos Aires, lo que difiere bastante de la versión que ha circulado por mucho tiempo según la cual todo había quedado en manos del sacerdote Fray Luis Beltrán.

Aunque la tradición oral le atribuye al religioso la fundición de piezas de artillería y otros pertrechos en aquella localidad, lo cierto es que, desde agosto, un hombre desconocido para la mayoría de los lectores fue clave en la tarea de enviar cientos de carretas con el material bélico necesario para ese trascendental desafío. 

Este hombre, casi olvidado, se llamaba José Celestino Vidal, cuya memoria se conserva en una calle del barrio de Belgrano, en la ciudad de Buenos Aires

Es importante señalar que aunque Beltrán no utilizó su hábito religioso durante la campaña, su contribución no fue la única en este esfuerzo bélico.

El cadete que reconquistó Montevideo

Aunque su nombre no resuena con la misma fuerza que el de otros próceres, la valentía y entrega a la causa revolucionaria de Vidal lo colocan entre los héroes olvidados de las Provincias Unidas del Río de la Plata.

Nacido en Buenos Aires el 5 de abril de 1785, hijo de Francisco Vidal y Rosalía Saravia, fue bautizado un día después con el nombre de José Celestino Mariano Vidal. Se casó en primeras nupcias con María Inés Hernández, quien falleció meses después de dar a luz a las gemelas María Inés y María Antonia.

Facsímil del acta de bautismo de Celestino Vidal. (Foto: Wikimedia Commons)
Facsímil del acta de bautismo de Celestino Vidal. (Foto: Wikimedia Commons)

Desde joven, la carrera militar se perfilaba como su destino. Como cadete de la 1ª Compañía de Granaderos del Regimiento Fijo de Infantería participó en la reconquista de Montevideo en agosto de 1806, cuando las tropas patriotas recuperaron la ciudad de las manos británicas durante las invasiones inglesas.

Vidal participó en la defensa de Buenos Aires contra la expedición británica al Río de la Plata. (Imagen: archivo web)
Vidal participó en la defensa de Buenos Aires contra la expedición británica al Río de la Plata. (Imagen: archivo web)

Durante la defensa de Montevideo Vidal fue herido en combate, pero eso no lo detuvo. Su actuación en la defensa de Buenos Aires durante la segunda invasión inglesa, en 1807, le valió el ascenso a teniente de los Granaderos de Santiago de Liniers, consolidando su reputación como un joven militar audaz y comprometido.

El guerrero del Alto Perú

Con la llegada de la Revolución de Mayo, Vidal fue parte activa del naciente ejército patriota. Participó en la expedición al Paraguay bajo el mando de Manuel Belgrano, donde se destacó en las batallas de Paraguarí y Tacuarí en 1811. A pesar de una grave enfermedad ocular que casi lo dejó ciego, Vidal no abandonó el campo de batalla. 

En Tacuarí dirigió una crucial carga contra la flotilla enemiga, utilizando un tambor como guía para cumplir su misión con éxito. Rechazó al enemigo y logró capturar varias de sus embarcaciones, una hazaña que marcó su carrera militar.

A partir de 1813, su camino lo llevó al Alto Perú, donde se unió al Ejército Auxiliar como sargento mayor del Batallón Nº 7. Allí combatió en algunas de las batallas más desafiantes de la campaña, incluyendo la desastrosa derrota en Sipe-Sipe en 1815. 

Pero a pesar de los reveses militares, Vidal nunca claudicó en su compromiso con la causa revolucionaria.

La misión de Vidal y el Ejército de los Andes

En noviembre de 1816, Juan Martín de Pueyrredón, entonces Director Supremo de las Provincias Unidas del Río de la Plata, confió al coronel Vidal una misión crucial en el contexto de las luchas por la independencia de Sudamérica

En un momento en que el futuro de la emancipación pendía de un hilo, la eficiencia en la logística militar era determinante para el éxito de las campañas. Pueyrredón, conocedor de la capacidad y lealtad de Vidal, le encargó dos tareas fundamentales.

La primera de sus misiones fue organizar el traslado de todos los pertrechos comprados en Buenos Aires para el Ejército de los Andes. En aquellos tiempos, la capital del país era el principal centro de abastecimiento militar, y los recursos debían llegar a la lejana región de Cuyo, una tarea titánica. 

Reproducción artística de una tropa de carretas como las que organizó Vidal para transportar pertrechos. (Imagen: web)
Reproducción artística de una tropa de carretas como las que organizó Vidal para transportar pertrechos. (Imagen: web)

Vidal se encargó de coordinar el transporte de armas, municiones, uniformes y los demás equipamientos esenciales que serían utilizados por las tropas lideradas por José de San Martín en su histórica campaña de liberación.

Este trabajo requería no solo habilidad logística, sino también una notable capacidad de liderazgo para movilizar grandes cantidades de recursos a lo largo de distancias que, en aquella época, eran vastas y desafiantes. 

La travesía desde Buenos Aires hasta Mendoza se hacía por terrenos inhóspitos, con caminos precarios y condiciones climáticas adversas, lo que convertía cada etapa del viaje en un desafío en sí mismo. 

Sin embargo, Vidal cumplió su tarea con éxito, garantizando que el Ejército de los Andes estuviera debidamente equipado para la trascendental misión que se aproximaba: el cruce de los Andes y la liberación de Chile.

Paralelamente, Pueyrredón le asignó una segunda misión de vital importancia: trasladar el Regimiento Nº 8 de Infantería hasta Mendoza, donde se uniría al Ejército de los Andes. 

El Regimiento Nº 8 estaba compuesto por soldados experimentados y bien entrenados, cuya participación sería clave en la campaña militar. Para Vidal, esto implicaba no solo la gestión de la logística, sino también el liderazgo directo sobre las tropas durante el largo trayecto.

El traslado del regimiento también representaba una prueba de fuego para el joven oficial, ya que debía garantizar la disciplina y moral de los hombres bajo su mando, a la vez de asegurar la llegada del contingente en perfectas condiciones. 

Vidal no defraudó: en diciembre de 1816 cumplió exitosamente con la entrega del regimiento y de los pertrechos, incorporando este importante refuerzo al ejército que comandaba San Martín en Mendoza.

Regreso a Buenos Aires y ascenso

Tras haber completado estas tareas con precisión y dedicación, Vidal regresó a Buenos Aires, donde continuó con su carrera militar. Para entonces, ya ostentaba el rango de coronel, un título que había ganado no solo por sus logros recientes, sino también por su larga trayectoria de servicio en las condiciones más difíciles. 

Había participado en numerosas batallas clave, desde las invasiones inglesas hasta las campañas del Alto Perú, y su desempeño en cada una de ellas lo había consolidado como un oficial de confianza.

La misión en Mendoza representó uno de los puntos culminantes de su carrera, y demostró que Vidal no solo era un hombre de armas, sino también un estratega hábil en la logística, un área que, en el contexto de las guerras de independencia, era tan crucial como la valentía en el campo de batalla.

Un eslabón fundamental

La contribución de José Celestino Vidal a la campaña del Ejército de los Andes fue vital. Sin un suministro adecuado de pertrechos y sin los refuerzos del Regimiento Nº 8 de Infantería, la exitosa travesía de San Martín a través de los Andes y la posterior reconquista de Chile habrían sido mucho más difíciles

Vidal desempeñó su rol en una fase crítica del proceso, demostrando una vez más que el éxito en la guerra no depende solo de los héroes visibles en las batallas, sino también de aquellos que, desde la logística y la organización, hacen posible cada avance estratégico.

La historia, muchas veces ingrata con los detalles, ha dejado a figuras como Vidal en un segundo plano. Sin embargo, su legado es indiscutible: su nombre quedó inscrito entre aquellos que contribuyeron de manera decisiva a la independencia del Cono Sur, con el mérito de haber sido un pilar en los preparativos que permitieron a San Martín emprender una de las campañas más audaces y recordadas de la historia militar.

Lucha en Cepeda

Con el estallido de los Federales liderados por Estanislao López y Francisco Ramírez en 1820, Vidal fue destinado a San Nicolás de los Arroyos, donde defendió la posición con su Batallón de Cazadores. 

Durante la batalla de Cepeda, cuando el ejército de Rondeau se desbandó, Vidal tomó la iniciativa de informar al Director Supremo interino sobre la situación. A pesar de la derrota, su firmeza ayudó a estabilizar los ánimos en Buenos Aires.

Vidal continuó su carrera militar siempre fiel a los principios de honor y lealtad. Cuando fue invitado a participar en un movimiento revolucionario en 1822 para derrocar al gobernador Martín Rodríguez, el héroe rechazó la propuesta y reveló el complot al gobierno

Aunque se negó a denunciar a los ciudadanos involucrados, su integridad le costó 73 días de prisión y la suspensión de su mando. Sin embargo, su lealtad inquebrantable lo salvó de caer en desgracia definitiva.

Incansable militar

La carrera de Vidal no terminó ahí. En 1827 fue nombrado jefe del Regimiento de Milicia Activa de Infantería y, en 1830, tuvo el honor de proponer que su regimiento se renombrara como Regimiento de Patricios, lo que fue aprobado de inmediato. 

Participó en diversas campañas y fue parte del tribunal que juzgó al teniente coronel José María Pinedo por su actuación en las Islas Malvinas. A lo largo de su vida, Vidal se mantuvo fiel a los viejos ideales que habían despertado en pleno proceso independentista

Cuando las llamas del patriotismo comenzaban a apagarse en la década de 1830, Vidal seguía comprometido con la defensa del orden y la estabilidad, siendo un pilar en la consolidación del Estado en formación.

A pesar de los numerosos desafíos que enfrentó a lo largo de su carrera, siempre se mantuvo firme en su lealtad hacia la patria. Uno de los momentos más significativos en los últimos años de su vida ocurrió en octubre de 1833, cuando fue reemplazado en el comando del prestigioso Regimiento de Patricios de Buenos Aires por el general Félix de Olazábal, poco antes de la Revolución de los Restauradores

Pero este evento, aunque representó una pausa en su vida militar, no significó su retiro definitivo.

El regreso a las armas

El liderazgo de Juan Manuel de Rosas reconoció el valor y la experiencia de Vidal, y en un gesto que subrayó la importancia de su figura, el 5 de febrero de 1840 fue restablecido en el mando del Regimiento de Patricios de Buenos Aires

Esta decisión de Rosas no fue casual: Vidal era un hombre probado en el campo de batalla y su presencia resultaba indispensable en momentos críticos.

Juan Manuel de Rosas. (archivo web)
Juan Manuel de Rosas reconoció el valor de Vidal y lo restableció al mando del Regimiento de Patricios de Buenos Aires. (archivo web)

Ese mismo año, en el marco de la invasión del general Juan Lavalle a la provincia de Buenos Aires, se organizó un plan de defensa de la Capital. Vidal fue asignado a la 1ª División, bajo el mando del general Miguel Soler, lo que dejó claro que su experiencia seguía siendo crucial en la defensa de la ciudad

Sería la última gran acción militar en la que participaría, demostrando nuevamente su capacidad para el mando y su inquebrantable compromiso con la estabilidad de las Provincias Unidas.

Legislador comprometido

Más allá de su vida en los campos de batalla, el general Vidal también desempeñó un papel significativo en la arena política. Fue elegido diputado a la Legislatura de Buenos Aires en 1827 y nuevamente en 1831. 

A partir de 1833 y hasta 1844, su presencia en la Legislatura fue constante, representando a la provincia en un período convulsionado por las guerras civiles y los conflictos políticos.

Durante esos años, Vidal utilizó su voz y su experiencia para aportar en los debates legislativos, buscando siempre soluciones que favorecieran el orden y la consolidación del Estado en formación. 

En su doble faceta de militar y legislador, supo equilibrar el uso de la fuerza con la necesidad de construir un marco legal que asegurara la paz y la estabilidad en el país.

El final de un patriota 

El 1 de junio de 1843, ya en los últimos años de su vida, Vidal pasó a integrar la Plana Mayor Activa, manteniéndose en servicio hasta su fallecimiento

Su vida, marcada por la lealtad inquebrantable a la causa independentista y a las instituciones del naciente Estado argentino, llegó a su fin el 28 de septiembre de 1845 en Buenos Aires. 

El general Celestino Vidal, con su vida de servicio militar y político, dejó un legado de honor y sacrificio que merece ser recordado, y aunque su nombre no siempre figura en los primeros planos de la historia nacional, su contribución fue decisiva en la consolidación de la patria que tanto defendió.