8 Septiembre de 2024 - 12:30
Unos meses atrás, Josep Borrell, el jefe de la diplomacia europea, durante la inauguración del curso piloto de la nueva Academia Diplomática Europea en el Colegio de Europa en Brujas, Bélgica, comparó a la Unión Europea con un "jardín" mientras que consideró que "la mayor parte del resto del mundo es una jungla".
Más allá del escándalo que tales afirmaciones desataron en su momento, al ser reputadas de colonialistas, eurocéntricas y racistas, entre otras lindezas, los resultados de varias y sucesivas elecciones europeas no parecen haber seguido el tranquilo desenvolvimiento de los jardines floridos, sino el ajetreado ritmo de una jungla salvaje.
Antes de dar nuestra opinión fundada sobre tales afirmaciones, necesitamos hacer un poco de historia. Concretamente, la de la Unión Europea (UE), que comprende un periodo que se inicia desde la posguerra de la Segunda Guerra Mundial hasta nuestros días. Como tal, ella es una unión política, económica y social que cubre una gran parte del continente europeo. Se basa en sus tratados constitutivos y ha sido objeto de ampliaciones que la han llevado de seis Estados miembros originales a los 27 de la actualidad.
Cronológicamente, todo comenzó con una movida de Winston Churchill, en 1946, cuando llamó a crear los "Estados Unidos de Europa". Luego, en 1951, Francia, Italia, Bélgica, Países Bajos, Luxemburgo y la Alemania Occidental crearon la CECA (Comunidad Europea del Carbón y del Acero). Posteriormente con la firma de los Tratados de Roma en 1957, se estableció la CEE (Comunidad Económica Europea).
Como no podía ser de otro modo, en 1960, y como contrapeso geopolítico de la CEE, Gran Bretaña y otros seis países formaron la EFTA (Asociación Europea de Libre Comercio). Sin embargo, debido al éxito de la CEE, los británicos solicitaron su ingreso a ella en 1961. Pero el presidente de Francia, Charles de Gaulle interpuso su veto y la admisión no llegó a concretarse.
Muerto el famoso general, finalmente la CEE aceptó la nominación británica. Y, luego, en 1993 se firmó el Tratado de Maastricht que formalizó a la UE con la vigencia del Acuerdo de Schengen y del desarrollo ulterior del euro como moneda común, con la consabida excepción de los británicos, que mantuvieron su adscripción a la libra esterlina.
¿Para qué sirven los liceos militares?
Más recientemente, en el 2004 no se pudo llegar al consenso pleno para aprobar un tratado constitucional que conformaba, en la práctica, a la UE como una confederación, cuando los votantes de Francia y Países Bajos rechazaron el documento.
Finalmente, la salida del Reino Unido de la UE, conocida comúnmente como Brexit, parece haber puesto fin a las tendencias centralizadoras que llevaron al nacimiento de la UE y haber dado comienzo de la incidencia de fuerzas centrípetas que no dejan de manifestarse.
Volviendo al presente y al análisis de las explosivas declaraciones de Borrell, valga una aclaración. En rigor de verdad y para que no nos endilguen aquello de exagerados, nada grave ha pasado todavía en el seno de la UE, pero una serie de eventos vienen cuestionando las afirmaciones reseñadas y que no dejan de marcar una preocupante tendencia. A saber:
El Sur también existe
1º) Hace más de un año que se viene desarrollando una guerra abierta entre la Federación Rusa y la OTAN, la alianza militar de la que forman parte la mayoría de los países que integran la UE.
2º) Varias elecciones, entre las que se destacan las de Francia, la que lleva varios meses sin poder formar gobierno; las de Gran Bretaña, que han devuelto al poder al laborismo más duro, luego de 14 años fuera del poder; y las más recientes de Alemania, con la victoria de Alternativa Para Alemania (AfD) en las elecciones regionales de Turingia con el 32,4% de los votos y de su segundo puesto en Sajonia con el 30,7%, a apenas 1,1 puntos de los democristianos.
3º) Como telón de fondo a los puntos anteriores, no se puede dejar de destacar lo que algunos analistas no trepidan en calificar como una "invasión", y hasta especulan con una "sustitución" de la población europea por parte de crecientes masas de inmigrantes provenientes del denominado Tercer Mundo, es decir, de la "jungla" de Borrell, y que lejos de asimilarse a la cultura europea están más que dispuestos a imponer la de sus lugares de origen.
Una actitud común que se ha manifestado en la prensa europea tras los procesos electorales que hemos mencionado, ha sido la proclama de erigir un cordón sanitario para evitar que tanto grupos de las denominadas "extrema derecha" como los de la "extrema izquierda" puedan acceder efectivamente al poder.
No parecen poder advertir que tales manifestaciones electorales representan una amplia franja transversal, variopinta y sin una ideología concreta, que sintetizan el profundo malestar social, político, económico y cultural con que vive gran parte de los ciudadanos europeos. Un disgusto muy bien aprovechado por las posiciones políticas ya mencionadas.
El santo y seña que enarbolan los medios y los políticos de los partidos tradicionales europeístas es que hay que asegurar que tanto el fascismo como el comunismo -los que dicho sea de paso se fueron del poder hace no menos de medio siglo- se hagan con el gobierno.
Eso sí, todo esto se afirma sin ninguna autocrítica ante los evidentes fracasos de sus políticas tecnocráticas y que se vienen aplicando desde Bruselas (la capital de facto de la UE) y las consecuencias políticas, económicas y hasta militares que representa una alianza irrestricta con los EEUU.
Lo que se traduce, en términos concretos, en altos costos de la energía al negarse a recibir el barato gas ruso, una competencia desmedida tecnológica y comercial con China, y como un peligroso remate, un incremento de los gastos de Defensa para apoyar el esfuerzo bélico de Ucrania.
Todo esto se ha traducido en un estancamiento de su crecimiento económico, especialmente el de Alemania, la otrora reputada locomotora del crecimiento europeo.
Cómo va a seguir la película en el jardín no lo sabemos, pero creemos que está muy lejos de seguir el relato eurocéntrico de los Borrell. En pocas palabras, Europa y su UE ya no es lo que era, o, al menos, lo que pretendía ser.
Un claro ejemplo que nos toca de cerca es la natural incompatibilidad que existió y existe entre nuestro Mercosur y el proteccionismo agropecuario de la UE, especialmente por parte de Francia.
Por todo ello, es bueno estar bien informado a la hora de tejer nuestras alianzas geoeconómicas.
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