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Opinión

Milei, la libertad de expresión y los fantasmas del kirchnerismo

Si bien el Presidente es enfático en su opinión contra periodistas y medios, la realidad dista muchísimo del ataque directo a la libertad de expresión que encaminó el kirchnerismo en su política comunicacional.

Damián Córdoba

1 Octubre de 2024 - 18:30

Javier Milei dio un discurso encendido en Parque Lezama./
Javier Milei dio un discurso encendido en Parque Lezama./ redes

Sobran los análisis críticos de un sector del periodismo que intenta comparar a Javier Milei con "el kirchnerismo" por su destrato a ciertos sectores de la prensa

A Javier Milei se le atribuyen dos cuestiones: el presunto uso de trolls, sobre todo en la red social X, y su agresiva retórica contra los medios.

La prensa ha decidido de forma maliciosa etiquetar como troll a cada cuenta que respalde al gobierno o que critique a periodistas o medios. 

Desde la irrupción de Espert en la escena política en 2019, se han multiplicado por miles los seguidores de las ideas de la  libertad. Son orgánicos. Personas que actúan por iniciativa propia. En su mayoría son jóvenes que desconocen la estabilidad de la moneda y que no tienen ni idea lo que es el ahorro, un crédito accesible o la posibilidad de tener productos que en otros países se consiguen a precios asequibles para clases sociales similares (tecnología, indumentaria, autos, etc).

¿Cómo funcionan realmente esos llamados "ataques trolls"? Existen cuentas "libertarias" con decenas o cientos de miles de seguidores. Esas cuentas amplifican ciertos temas compartiendo publicaciones de cuentas propias o del "bando contrario" reforzando con algún dato que justifique o responda a lo planteado.

 El "bando contrario", para nuestro análisis, pueden ser cuentas de periodistas o de medios. A partir de ahí, miles de seguidores reciben ese contenido en su TL, y basándose en el argumento de la cuenta que comparte, comienza ese "ataque" a la publicación. Solo son respuestas en una red social.

La cuenta de Javier Milei actúa de la misma manera. Comenta, responde, critica y amplifica alguna publicación de un periodista o de un medio, y cientos de miles de seguidores intervienen con sus comentarios hacia dichos medios o periodistas aludidos. Por supuesto, Javier Milei lleva esta misma actitud a sus entrevistas o a sus actos públicos, generando más indignación en la prensa.

"Pero CFK también hacía lo mismo..."

 

Esta falacia de falsa analogía es una parte más de la operación de desgaste que realiza un sector de la prensa contra el oficialismo. ¿Pero qué hizo exactamente el kirchnerismo con los medios?

Se impulsó la Ley de Comunicación Audiovisual que buscaba ahogar a los medios privados a través de regulaciones de la publicidad. La ley pretendía exigencias técnicas y regulatorias difíciles de cumplir. Limitación de frecuencias, desinversiones en el sector y desmembramiento de empresas entre otras barbaridades. 

Todo esto para limitar ganancias de medios y hacerlos pauta-dependiente (esclavos de la palabra oficial). Además se reservaba un gran espectro de radio / televisión a "medios comunitarios" (sin alcance ni audiencia en la gran mayoría de los casos) que se financiarían con subsidios estatales configurando un aparato de propaganda estatal gigantesco.

Paralelamente, el gobierno de Cristina Kirchner inició la etapa del 67ochismo: una oscura etapa de la comunicación en donde se utilizaban medios masivos para escrachar a figuras de la política, del espectáculo u otros medios y relacionarlos con secuestros de bebés, torturas y desapariciones de la dictadura. 

 Con una narrativa oficial implacable, el kirchnerismo imponía su relato utilizando persistentes ataques en forma despiadada a todo opositor mediante recortes y descontextualización de  videos. Luego estos "informes" serían analizados por un panel de propagandistas con el objetivo de terminar de pulverizar la imagen de la ocasional víctima. 

No siendo suficiente el daño a la imagen de periodistas y dirigentes opositores, el kirchnerismo estatizó la transmisión del fútbol local, copa libertadores,  selección argentina de fútbol entre otros grandes eventos deportivos para lograr mayor difusión de la propaganda y campañas de desprestigio.

Se utilizaba, por ejemplo, los entretiempos de los partidos para difundir tales escraches y luego ampliarlos en algún programa especial posterior al evento y aprovechar el rating del mismo. 

Por supuesto, todo esto sin posibilidad alguna de réplica por parte de los escrachados. La dinámica de las redes sociales más populares del momento no permitían que alguna posible réplica alcanzara la masividad del ataque oficial.

 

Hoy se quejan de Javier Milei simplemente por responder a la descontextualización constante de datos técnicos y a la falta de honestidad intelectual de ciertos analistas. Todos entendemos que existen diversas visiones del mundo y que la libertad de prensa es sagrada en nuestra democracia. 

Aún así, cada quien debe hacerse cargo de lo que expresa y reconocer que, a diferencia del 678 ochismo del kirchnerismo,  quienes se sienten damnificados (ya sea oposición u oficialismo) hoy tienen la capacidad y oportunidad de responder. 

Actualmente no se persigue a periodistas ni a medios con la fuerza del Estado ni con una red de medios propia. Hoy, personas reales responden y critican a personas reales. El Gobierno Nacional no castiga ni premia con la billetera ni persigue a ningún medio. 

Igualdad, ni más ni menos. 

Damián Córdoba, Congresal Partido Libertario, Mendoza