Enfermedad frecuente complica la vida de las personas, pero aseguran que tiene cura

Existe una enfermedad inmunológica, inflamatoria, crónica y recurrente de la piel que suele manifestarse luego de la pubertad. Se caracteriza por la aparición de nódulos dolorosos, abscesos y cicatrices, principalmente en áreas del cuerpo donde se encuentran las glándulas sudoríparas, como las axilas, la ingle, las nalgas y debajo de los senos.

Se trata de la hidradenitis supurativa, una afección que suele ser más frecuente en mujeres, personas con antecedentes familiares, con sobrepeso u obesidad y fumadores. Sus principales síntomas son el dolor, el olor y la supuración, factores que suelen hacer que los pacientes posterguen sucesivamente la consulta al médico por vergüenza a exponerse, retrasando el diagnóstico correcto.

Sin embargo, un diagnóstico temprano y un manejo adecuado pueden ayudar a mitigar estos efectos negativos, permitiendo a los pacientes llevar una vida más plena y productiva.

Un papel importante en el manejo a largo plazo es el conocimiento sobre la enfermedad y sus desencadenantes, lo que les permite a los pacientes tomar decisiones informadas sobre su salud y bienestar acudiendo sin demoras a un dermatólogo.

Características de la enfermedad

La hidradenitis supurativa se presenta luego de la pubertad, generalmente con lesiones dolorosas e incómodas, tales como lesiones que parecen forúnculos, nódulos inflamados o fístulas que drenan contenido seroso hemorrágico (pus y sangre) que provocan mal olor porque mojan la ropa en forma permanente. 

Estas lesiones suelen localizarse en áreas donde crece el vello (axilas, ingle y/o entre los glúteos) y también en una parte de la piel que se roza con otra, como bajo los senos en las mujeres o entre los muslos.

Por estas indeseables características, los pacientes experimentan a menudo cicatrices visibles, dolor crónico y movilidad reducida, lo que puede llevar a una disminución de la autoestima y problemas de salud mental como depresión y ansiedad. 

Además de la naturaleza recurrente de los brotes y la vergüenza que sienten las personas que conviven con esta enfermedad, también puede afectar su capacidad para mantener relaciones personales, trabajar y participar en actividades cotidianas, lo que provoca un cierto estigma social y emocional que finalmente las aísla de la sociedad.