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Máquinas mentales

Debate necesario: ¿la IA está destruyendo la creatividad?

A pesar del avance de esta tecnología, las habilidades humanas de pensamiento crítico, creatividad y juicio moral siguen siendo insustituibles.

Redacción

Por Redacción

2 Septiembre de 2024 - 10:55

Imagen ilustrativa.
Imagen ilustrativa. Web

El avance de la Inteligencia Artificial (IA) generativa deja su huella en múltiples áreas creativas, desde el diseño gráfico hasta la escritura, generando un debate sobre su influencia en nuestras capacidades y procesos creativos. ¿Podemos mantener la originalidad en un entorno cada vez más dominado por algoritmos?

La IA se fue incorporando paulatinamente en diversos sectores, y con la llegada de herramientas como ChatGPT, su adopción se aceleró en ámbitos educativos, laborales y personales. Mientras algunos temen que estas tecnologías desplacen empleos humanos, otros las ven como una oportunidad para optimizar y agilizar procesos, incluida la creatividad. Así lo señala Mariana Sofía Jiménez Nájera en un artículo del Observatorio del IFE.

Según la estadounidense California State University, Northridge, la creatividad es la habilidad de generar ideas, alternativas o soluciones útiles para resolver problemas, comunicarse o entretener. Esta surge de la imaginación, influenciada por experiencias personales, gustos y modelos mentales. Por su parte, IBM define la IA como la tecnología que permite a las computadoras emular la inteligencia humana para resolver problemas. Dentro de este campo, la IA generativa ha tenido un impacto notable en industrias creativas como el diseño gráfico, la música, el arte y la escritura.

Sin embargo, la IA generativa no crea contenido original en sí misma; más bien, combina ideas y datos preexistentes para ofrecer respuestas. Este enfoque limita su capacidad creativa, que a menudo resulta genérica y carece de la profundidad emocional que caracteriza a la creatividad humana. Jiménez Nájera advierte que una dependencia excesiva de estas tecnologías podría mermar habilidades críticas.

Un estudio reciente de la Universidad de Maryland, Estados Unidos, resalta que muchos modelos de IA no verifican la exactitud de la información que proporcionan, lo que puede resultar en respuestas erróneas o imprecisas. Además, el contenido generado por IA plantea desafíos éticos, como el posible uso no autorizado de obras de otros creadores, lo cual podría llevar a problemas de plagio.

El uso excesivo de la IA generativa puede tener repercusiones negativas. En el ámbito educativo, se ha observado que el abuso de estas herramientas puede fomentar la procrastinación, la pérdida de memoria y un bajo rendimiento académico. Asimismo, podría disminuir la capacidad para tomar decisiones y debilitar el pensamiento crítico, según destaca el artículo del Observatorio del IFE.

Para aprovechar la IA generativa sin comprometer la creatividad humana, es fundamental definir su papel dentro del proceso creativo. Esto podría incluir su empleo para superar bloqueos creativos, inspirarse o estructurar ideas, siempre manteniendo el control humano sobre el proceso. Por ejemplo, puede ser útil para generar una lluvia de ideas o automatizar tareas repetitivas, liberando tiempo para aspectos más creativos.

"El gran potencial de las IA generativas no reside en reemplazar a los humanos, sino en asistir sus esfuerzos para crear soluciones inimaginables", señala un informe de Eapen y colaboradores de 2023. No obstante, la IA depende de la información humana y puede reproducir sesgos o errores. Por lo tanto, no debe ser considerada una fuente de verdad absoluta, sino una herramienta que debe usarse con criterio y escepticismo.

A pesar del avance de la IA, las habilidades humanas de pensamiento crítico, creatividad y juicio moral siguen siendo insustituibles. La creatividad innata de las personas, su capacidad para comprender contextos sociales y culturales, y sus experiencias individuales las convierten en agentes únicos en cualquier proceso creativo. En este sentido, la IA debe ser vista como un asistente que complementa el trabajo humano, sin reemplazarlo, promoviendo así una integración equilibrada y beneficiosa en la vida cotidiana y laboral.