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La vida desconocida del último virrey del Río de la Plata

Baltasar Hidalgo de Cisneros se hizo popular por los destacados acontecimientos de mayo de 1810 en Buenos Aires

20 Mayo de 2024 - 12:35

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Es poco conocida es la figura del último representante directo enviado por los peninsulares ibéricos al Río de la Plata en 1809 durante los convulsos hechos que vivía el Reino de España y que afectaban a sus territorios de ultramar en estos lugares de América hispana.

Nos referimos al virrey Baltasar Hidalgo de Cisneros, quien se hizo popular por los destacados acontecimientos de mayo de 1810 en Buenos Aires.

Marino desde la cuna

Baltasar Hidalgo de Cisneros nació en 1755 en una casa familiar en la calle de la Caridad, en Cartagena. Días después fue bautizado en la parroquia de Santa María de Gracia.

Hijo de Francisco Hidalgo de Cisneros y Seijas, teniente general de la Real Armada, y Manuela de la Torre y Gofre, Baltasar decidió seguir una tradición militar, aunque optó por la marina en vez de la caballería. Así, a los 15 años ingresó en la Academia de Guardiamarinas de Cádiz el 3 de marzo de 1770.

Un brillante militar

Su carrera como marino comenzó a brillar en 1780 cuando, al mando de la balandra Flecha, capturó dos buques corsarios británicos, el Rodney y el Nimbre.

Al año siguiente, ya al mando de la fragata Santa Bárbara, capturó otros cuatro corsarios británicos.

Participó en la expedición peninsular a Argel y fue ascendido a brigadier, destacándose también en la defensa de Cádiz contra el bloqueo británico.

En 1804, dejó su puesto en el Estado Mayor de la Real Armada para unirse a la flota que se preparaba en Cádiz para la batalla decisiva contra Reino Unido.

En 1805, Hidalgo de Cisneros se destacó en la célebre batalla de Trafalgar. Como general y jefe de escuadra, enarboló su insignia en el imponente navío Santísima Trinidad, el mayor de la flota. Durante esta feroz batalla, sufrió una lesión que le dejó parcialmente sordo, consecuencia del impacto del palo mayor de su buque.

Tras Trafalgar, su carrera naval llegó a su fin, pero no su vida militar. Asumió el mando del puerto de Cartagena, desempeñándose en la resistencia contra la invasión napoleónica. Fue vicepresidente de la Junta de Cartagena, presidente de la Junta de Guerra y capitán general del Departamento Naval de Cartagena, uno de los puertos militares más importantes de España. Así, Hidalgo de Cisneros dejó una huella imborrable en la historia naval y militar.

Rumbo a Sudamérica

En 1809, la Junta Suprema de Sevilla nombró a Baltasar Hidalgo de Cisneros como virrey del Río de la Plata para restaurar la autoridad virreinal, debilitada por las disputas entre su antecesor, Santiago de Liniers, y el gobernador de Montevideo, Francisco Javier de Elío.

Al llegar a Montevideo, Cisneros logró que Elío disolviera su Junta y aceptara su autoridad. En Buenos Aires, Cisneros se ganó el favor de los "juntistas" indultando a los responsables de una revuelta fallida, mientras neutralizaba a los "carlotistas" trasladando el mando a Colonia, consolidando así su posición.

Baltasar Hidalgo de Cisneros asumió como virrey en Buenos Aires y trató de consolidar su poder, enviando a Elío a España y rearmando las milicias españolas. Enfrentó una crisis económica debido a la derrota naval española y autorizó el libre comercio con Gran Bretaña, pero anuló el decreto tras quejas de comerciantes locales, lo que provocó protestas de los británicos. Para calmarlos, concedió una prórroga de cuatro meses.

En ese mismo año, dos revoluciones estallaron en el Alto Perú. Cisneros envió tropas, logrando un éxito incruento en Chuquisaca, pero aplastando brutalmente la de La Paz. En Buenos Aires, la represión generó resentimiento, con críticas por la severidad contra los criollos en el Alto Perú, mientras los alzamientos contra Liniers terminaban en indultos.

Mayo, un mes para el olvido

Durante los hechos del mes de mayo de 1810, ocurrido entre el 18 y al 25, se produjeron varios sucesos que dejaron sin efecto el mandato de Baltasar Hidalgo de Cisneros. Tras la confirmación de la caída de la Junta de Sevilla, Castelli y Martín Rodríguez exigieron un Cabildo Abierto el 22 de mayo, donde se decidió formar una Junta de Gobierno. Sin embargo, la designación de Cisneros como presidente.

El 25 de mayo, un grupo de ciudadanos se reunieron en la Plaza Mayor exigiendo su renuncia y la creación de una nueva Junta. Tras resistir, Cisneros finalmente demitió y se conformó la Primera Junta. Ese mismo día, envió a José Melchor Lavín a Córdoba para pedir a Santiago de Liniers que tomara acciones militares contra la nueva Junta.

La expulsión de don Baltasar

En mayo de 1810, la destitución del virrey Cisneros se produjeron hechos poco conocido que impactaron en la opinión pública de los ciudadanos de Buenos Aires. Entre tantos sucesos fue el de atentado contra el fiscal Caspe, que aceleró la ida de Hidalgo de Cisneros y otros funcionarios.

La Junta contrató al capitán Marcos Bayfield quien transportó a los expulsados a las islas Canarias.

Al llegar a Canarias, el destituido virrey Baltasar Hidalgo de Cisneros informó al Consejo de la Regencia sobre los eventos en Buenos Aires y solicitó licencia por enfermedad. Se reunió con su familia y partió a Cádiz en julio de 1811.

En enero de 1813, fue nombrado comandante general del departamento de Cádiz y ascendido a capitán general. En 1818, se convirtió en ministro de Marina y director general de la Armada.

Sus últimos años y muerte

En 1820, la revuelta de los constitucionales lo llevó a prisión en el arsenal de la Carraca. Fue liberado cuando el rey juró la Constitución de 1812. Reconociendo sus méritos, el gobierno le otorgó honores y lo nombró capitán general del departamento de Cartagena en noviembre de 1823.

Con la llegada del Trienio Liberal, Baltasar Hidalgo de Cisneros fue cesado de todos sus cargos y regresó a Cartagena. Sin embargo, en 1823, con el retorno del gobierno absolutista de Fernando VII, fue nombrado nuevamente capitán general de Cartagena.

Cisneros ocupó este puesto hasta su muerte, el 9 de junio de 1829, dejando tras de sí un legado marcado por sus años de servicio y las turbulencias políticas de su tiempo.