Por Redacción
20 Agosto de 2024 - 16:23
Hoy en día, debido al uso temprano de pantallas y la falta de interacción social, la demanda de terapias centradas en la adquisición del lenguaje está en constante aumento.
Lorena Bottero, neurosicoeducadora, contó en El Interactivo (lunes a viernes, de 12 a 14, por Facebook y YouTube de Ciudadano.News),: "Esto está pasando, se va cada día en las aulas. Hoy los niños cuando comienzan en jardín tienen problemas de aprendizaje en el lenguaje y esto lo notamos.
Que es por la falta de estimulación. Un niño cuando es chiquito, cómo aprende a hablar. Aprende a hablar cuando sus papás hablan entre ellos, cuando lo miran a él y le hablan, y a través de algo que se llama neuronas, espejos, ellos van imitando esa situación".
"Lo que estamos viendo hoy es que hay mucha desconexión entre esto, en el tiempo pleno, con los hijos, el poder hablar, conversar, de sentarse en la mesa y hablar. A veces tenemos hasta presente el celular en la mesa, eso tiene impacto en un cerebro de un niño que se está desarrollando, entonces hoy tenemos cifras muy alarmantes de niños que empiezan a hablar cada vez en estado más tardío", consideró.
Y añadió: "Esto es preocupante porque los adultos estamos inmersos en una vorágine de vida muy agitada y en esto de la tecnología que nos avasalle y estamos siempre muy pendientes de la tecnología, porque muchos de los adultos trabajamos con ella".
"Creo que es importante identificar en los momentos plenos con los niños, para poder mirarlo a los ojos, para poder hablar, conversar lo que pasó en el día. De hecho, si llegamos a casa vemos que cada uno está inmerso en su tecnología, hoy hasta los niños tienen pantallas y eso corta la conexión con sus padres y en ese cerebro que está en desarrollo realmente tiene impacto muy nocivo.
"Vemos chicos que hoy en día si no tienen pantallas parecen no poder jugar, como que no se fomenta la creatividad porque las pantallas generan dosis tan grandes de dopamina, esto de que me gusta, quiero más. Incluso vemos adicciones al celular, eso hace que jugar en el patio no sea llamativo como una pantalla llena de movimientos y colores. Y creí que tenemos que volver a esa esencia de encontrarnos, de poder charlar, de poder conversar, de poder preguntar a los niños", apuntó.
Admitió que al chico no se lo apartó totalmente de la tecnología, "porque ellos nacieron en un mundo donde la tecnología, ellos están inmersos en ella y ahí es donde tienen que estar los papás para poner límite y para poder chequear y ver que está mirando ese niño dentro de la pantalla. Porque sabemos que a edades más tempranas tienen acceso a pornografía. Y esto trae problemas en el lenguaje, en la visión, hay cada vez más niños con miopía".
"Ahí tienen que estar los papás para poder poner el límite a estas pantallas y no digo restringirlas, sí en edades más tempranas, pero después que van creciendo es tratar de darle herramientas a los chicos para que ellos puedan autogestionarse en esto".
"Pero como padre no pueden pedir algo que no hagan, si le piden a su hijo que es importante interactuar, hablar, apagar las pantallas y estoy las 24 horas del día mirando el celular, vamos a entrar en incoherencia. La tecnología está, la vivimos todos los días. El tema es qué herramienta le damos a los chicos para que ellos puedan autogestionarse".
"Y ahí es importante la labor que cumplen los colegios, en informar que le pasa a ese cerebro cuando tiene exceso de pantallas", dijo.
Hay hábitos que tenemos que empezar a incorporar, "el encontrarnos en el día a día libre de pantallas, poder mirarnos a los ojos. Hay que entender como padres que la infancia de nuestros hijos es muy cortita, tenemos unos 10 o 12 años para disfrutar de nuestros hijos porque después empieza la adolescencia y sabemos los padres que no tenemos la misma influencia que tenemos como cuando son chiquititos. Entonces tratar de estar lo que más podamos presentes en la niñez, infancia de nuestros hijos, esta conexión, esto de estimular el lenguaje, el hacer actividades juntos, proponer salir al aire libre", destacó.
"El cerebro necesita estar con otros, necesita oxigenarse, jugar a los juegos como cuando éramos chicos, a la mancha. El juego con otros trabaja mucho la función ejecutiva del cerebro, cuando tengo que jugar con otro pongo en juego el esperar mi turno, coordinar, conversar, un montón de estrategias que hacen al desarrollo y al buen funcionamiento de nuestra parte ejecutiva del cerebro, pero cuando lo conecta con una pantalla recibe información pasiva", cerró.
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