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Historias de vida: dejó su trabajo de oficina para subirse a un camión

Tras trabajar por 22 años en una empresa de telefonía, Viviana Rechini hizo un radical y abrazó un oficio generalmente desempeñado por hombres

Por Redacción

03 de abril, 2024 - 12:44

La costumbre, la monotonía y el encierro dentro de una oficina erosionaron el ánimo de Viviana Rechini durante un tiempo, especialmente desde la pérdida de su esposo, el jockey Patricio Peredo, a causa de una enfermedad implacable. Sin embargo, fue durante la pandemia cuando decidió dar un giro a su vida. Como a muchos, el confinamiento y las restricciones la llevaron a reflexionar sobre su futuro, buscando un nuevo propósito y renovando su entusiasmo por la vida. Sus tres hijos, Valeria, Victoria y Tomás, ahora jóvenes, fueron su mayor motivación.

Cuando la empresa de telefonía en la que había trabajado durante 22 años le ofreció un retiro voluntario con una generosa compensación financiera, Viviana no lo dudó ni un instante.

"Quería un cambio, reencontrarme a mí misma, tener control sobre mi tiempo y disfrutar de mi independencia", resume Viviana, hija del Gitano Roberto, quien le transmitió su pasión por los caballos de carrera y una fuerte determinación, a pesar de su siempre presente jovialidad.

Exploró diversas opciones antes de tomar una decisión. Consciente de que debía invertir sus recursos de manera efectiva para mantener a su familia, consideró convertirse en taxista, dedicarse a los repartos o adquirir un camión para prestar servicios de auxilio vehicular. Fue esta última idea la que captó su atención de inmediato y la llevó a tomar una decisión sin dudarlo.

Gracias a sus contactos en el mercado, pronto encontró un impecable Mercedes Benz con todo el equipamiento necesario y pocos kilómetros recorridos. Fue amor a primera vista, y sin pensarlo demasiado, lo adquirió.

Lo que siguió después parecía sacado de una película cómica, donde la resiliencia, esa capacidad de superar adversidades, lleva a la protagonista a enfrentarse a mil y una situaciones.

El primer desafío fue enfrentarse a los tediosos trámites administrativos y tributarios para registrar su nuevo emprendimiento, al que decidió llamar "Vivi al Rescate", reflejando así el espíritu que la anima.

Luego, tuvo que aprender el oficio desde cero. A pesar de haber conducido desde la adolescencia, desconocía por completo el trabajo técnico de auxilio vehicular: cómo manejar el mecanismo para subir y sujetar correctamente los vehículos averiados en la bandeja del camión.

"No sabía absolutamente nada. Así que me sumergí en Google, y también pregunté y observé", afirma Viviana con su característica vivacidad.

Viviana hace hincapié en que ser mujer no es un obstáculo para ser camionera, y que la noción de que algunos trabajos son exclusivos para hombres pertenece al pasado. Agradece la solidaridad y generosidad de sus colegas masculinos, quienes le han brindado su apoyo y conocimientos, permitiéndole seguir especializándose.

"Todo se puede aprender. Cada día se aprende algo nuevo. Solo hace falta tener la voluntad", asegura.

Aunque en su camino ha encontrado a algunos incrédulos que cuestionan sus habilidades, no duda en demostrarles que están equivocados.

Salir a la ruta

El primer viaje llegó de repente, cuando sonó su teléfono. Fue un Corsa propiedad de un amigo. Luego vinieron más llamadas, más viajes, más experiencias. Con el tiempo, se consolidó como proveedora del servicio, acumulando miles de kilómetros recorridos en la región y en distintos puntos del país, como San Juan, Mendoza, Córdoba y Bahía Blanca.

Su secreto radica en cumplir cada solicitud con rigor. Sin importar la hora, se sube a la carretera, donde se siente cómoda y sobre todo útil.

"Cuando alguien tiene problemas con su auto y me necesitan, estoy ahí para ayudar. En ese momento, soy su salvadora", destaca consciente de la importancia de su labor.

Estos encuentros pueden variar desde emocionantes hasta frustrantes. A veces, no puede llegar tan rápido como le gustaría, lo que puede generar tensiones. Sin embargo, ha notado que su presencia como mujer tiende a relajar la situación, y ella hace todo lo posible por fomentar la cordialidad, a pesar de la emergencia.

"Entiendo que están pasando por un momento difícil. Están varados en la carretera, a veces con niños. Algunas personas tienen miedo por su seguridad, temen que les pase algo en la soledad de la carretera", explica.

Pero Viviana se encarga de tranquilizarlos, transmitiéndoles que está ahí para ayudarlos y sacarlos de esa situación. Ha aprendido que su presencia suele sorprender a la mayoría, e incluso ha notado gestos de desconfianza al principio.

"Algunos piensan que, por ser mujer, no sé lo que estoy haciendo. Pero una vez que ven cómo manejo la situación, se tranquilizan", reconoce.

"Esperaban a un hombre grande con un mameluco lleno de grasa", recuerda que le dijo un conductor una vez.

Sin embargo, la experiencia es muy diferente cuando la emergencia la experimenta otra mujer.

Recuerda el alivio en el rostro de una joven madre cuando llegó a ayudarla después de que su auto se averiara en un lugar apartado.

"Mientras tanto, sus recuerdos de accidentes de tránsito no son tan agradables. Ha tenido que asistir a varios accidentes graves, algunos con víctimas fatales. Cumple con los compromisos asumidos, pero es un tema del que prefiere no hablar.

Gentileza La Mañana de Neuquén

El mundo de la ruta

"Ponerme al volante del camión y manejar me hace sentir plena", afirma Viviana. Para ella, la carretera es "un mundo aparte". Hay de todo, lo bueno y lo malo. Personas solidarias y otros no tanto. Ella se identifica con los primeros.

"Si veo a alguien en apuros mientras viajo, siempre paro para ayudar. ¿Cómo no hacerlo si puedo? Aunque sea mi trabajo y viva de esto", enfatiza. Está convencida de que las buenas acciones tienen repercusiones positivas.

Con información de La Mañana de Neuquén