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Debate caliente

A dos semanas de las elecciones nacionales, el segundo enfrentamiento entre los cinco candidatos a llegar a la Casa Rosada tuvo momentos ásperos, sobre todo por la decidida participación de Patricia Bullrich

09 de octubre, 2023 - 07:08

En el segundo debate presidencial llevado a cabo este domingo, los cinco candidatos a llegar a la Casa Rosada se midieron a dos semanas de las elecciones nacionales

A quince días de los comicios y en medio de un marcado estado de decepción y de indiferencia de la sociedad, en la Facultad de Derecho de la Universidad de Buenos Aires (UBA) se llevó a cabo anoche el segundo –y probablemente penúltimo, si es que se llega a un balotaje en las elecciones presidenciales del próximo 22-, cara cara entre los cinco candidatos al sillón de Rivadavia que fue transmitido por televisión.

Curiosamente, y a pesar del desinterés de los electores puesto manifiesto en innumerables encuestas, tanto el primer encuentro como el de este domingo despertaron expectativas y tuvieron un pico de rating superior al de cualquier programa político de la televisión argentina.

Otra curiosidad es que luego de la primera edición, una gran cantidad de personas recurrió al buscador de Google para despejar dudas sobre los candidatos y las temáticas tratadas. Al respecto, un informe de Google Trends indica que en los últimos siete días “las búsquedas por debate en Argentina aumentaron un 320%, en comparación con el período anterior”.

Quizá el motivo radique en que los próximos comicios puedan marcar el fin del ciclo de una política populista que entró en crisis y que hoy el escenario es completamente inédito. Hasta podría convertirse en un momento bisagra, dado que también entre los votantes del oficialismo hay una sensación de que la situación actual no puede seguir.

O a lo mejor se considere que es una puesta en escena en la que tiene más valor la actitud y las formas que las propuestas en sí, es decir, más un acting que una cuestión de base. O la teatralización de la política a través de los enfrentamientos para transmitir a la sociedad un mensaje, como consideran algunos analistas políticos. Es que el método que se empleó para los dos debates impidió el desarrollo de los ejes temáticos.

Por otra parte, si bien es cierto que en estos cara a cara cualquier porcentaje que se agregue a las preferencias por uno u otro es marginal, en estas circunstancias, teniendo en cuenta la exigua diferencia que arrojaron las PASO entre el primer lugar (29,86%) y el tercero (27,28%), un punto que se logre conquistar es válido para mejorar la performance o perder espacio definitivamente. Para eso, después de los debates los candidatos seguramente se dedicarán a pescar en el mar de los indecisos, por ahora bastante amplio, olvidándose de su núcleo duro porque no se moverá ni para arriba ni para abajo.

En ese escenario, cruzaron dardos el peronista Sergio Massa, de Unión por la Patria; Patricia Bullrich, candidata de Juntos por el Cambio; Javier Milei (La Libertad Avanza); el gobernador de Córdoba, Juan Schiaretti (Hacemos Nuestro País) y la diputada nacional Myriam Bregman (Frente de Izquierda y Trabajadores - Unidad).

Allí abordaron los temas referidos a ‘Seguridad’, ‘Trabajo y Producción’ y ‘Desarrollo humano, vivienda y protección del ambiente’ (eje votado por la ciudadanía).

Bullrich recargada

Decidida a superar el mal trance del primer debate presidencial, Bullrich se mostró en el segundo intercambio con sus rivales con una versión recargada y fue por todo o nada, sobre todo en el tema de la inseguridad, que maneja muy bien.

Para eso, la candidata preparó artillería pesada contra Massa y Milei, y decidió estar menos “coucheada” y confiar más en sus respuestas espontáneas, una de sus fortalezas que quedó disimulada por la gripe y la excesiva preparación que tuvo en Santiago del Estero. De todos modos, en esa oportunidad tuvo momentos picantes y cruces con los otros candidatos.

Anoche, Bullrich dejó aflorar su instinto, aunque previamente había aceptado informes que le pasó su entorno, por ejemplo, con datos “precisos” sobre “el pacto de Milei y Massa” y nuevos detalles del acuerdo entre Luis Barrionuevo y el candidato libertario, datos que utilizó para intentar arrinconar a sus máximos adversarios.

Tampoco dejó pasar la situación judicial de Cristina Kirchner, el caso del puntero del PJ Julio Chocolate Rigau y el escándalo de Martín Insaurralde.

De esta manera, mostró una faceta más combativa contra Massa y también con Milei –como sucedió este jueves en Mar del Plata al hablar en el Coloquio de IDEA–, ambos sospechados de mantener un pacto para que Juntos por el Cambio no llegue el balotaje.

Massa y una mochila pesada

Massa sabía que iba a enfrentar un panorama más desafiante que el domingo anterior en el debate de Santiago del Estero, tanto porque sus rivales llegaron a la Facultad de Derecho con el aprendizaje del primer enfrentamiento, como por una coyuntura que le suma dificultades al oficialismo y les proveyó más argumentos para tratar de acorralarlo.

Y por eso sabía que se iban a colar en el debate las derivaciones del caso de Martín Insaurralde, el intendente de Lomas de Zamora que apareció en fotos con la modelo Sofía Clérici navegando por Marbella, y en las últimas horas las acusaciones de enriquecimiento ilícito contra el intendente de Merlo Gustavo Menéndez, un hombre cercano a Cristina Kirchner, su hijo Máximo y también al ministro candidato.

El oficialismo también enfrenta una coyuntura complicada por las turbulencias del mercado cambiario y una inflación irrefrenable, cuyos datos serán informados por el INDEC esta semana y provocan escozor en el Gobierno. Los argentinos tenemos la sensación de que estamos en una olla a presión y hay poca capacidad de reacción de parte del Gobierno. Una muestra de eso es que el dólar libre el viernes se cotizó a casi $900 y se espera otra semana en esa línea, además de patrullas de la Federal y la aduana visitando locales financieros.

Por eso,  en todo momento Massa intentó despegarse de la muy mala administración del presidente Alberto Fernández como si él viniera de otro país, y su estrategia fue intentar polarizar poco con Milei, con quien aspira a seguir la pelea en un eventual balotaje, y arremeter contra Bullrich con más fuerza. La elección se define en los márgenes y cualquier error puede costar carísimo.

Milei se siente ganador

Por su parte, el candidato libertario, a pesar de haber bajado un cambio por consejo de sus asesores de imagen, sigue mostrándose como el salvador de la patria enarbolando propuestas muy difíciles –si no imposibles– de cumplir.

De todos modos ayer no arriesgó y prefirió ocupar su papel de ganador –por lo menos en sus papeles–, repitiendo la estrategia del domingo anterior.

En ese rol, el objetivo central fue polarizar con el candidato oficialista e intentar desplazar a su principal competidora frente al electorado opositor al Gobierno, a quien tildó de “montonera asesina”.

Los partenaires

En tanto, Bregman tuvo, a través de estos debates, la única posibilidad de que cinco millones de personas escuchen su palabra al mismo tiempo. De esa manera, tranquila y con soltura, aun sabiendo que –como en un amor esquivo– con su discurso radicalizado podía sumar muy poco a su caudal histórico, la candidata de izquierda no modificó demasiado su speech y replicó casi el mismo esquema discursivo del primer debate: confrontación dura con Massa y Milei para contraponer su propuesta anti FMI. De esta manera, por lo menos continúa mostrando coherencia al sostener en el tiempo la misma idea extrema sin cambiar una coma del libreto aprendido.

Por otra parte, fue la única candidata que no se solidarizó con Israel en medio de los ataques terroristas y fue al debate con una bandera de Palestina.

Por su parte, el peronista no kirchnerista Juan Schiaretti sigue haciendo campaña como si fuera candidato a la gobernación de Córdoba y se subió al tren de la alegría mostrando los resultados conseguidos en su provincia y una administración “ordenada”.

Al parecer su plan consiste en visibilizarse y posicionarse cerca de los tres candidatos con más chances. No en vano lleva más de 20 años en el Ejecutivo de Córdoba junto a su principal socio político, el fallecido exgobernador José Manuel de la Sota, completando él personalmente tres períodos al frente de la gobernación.

Pero el conocimiento que se tiene de él fuera de los límites provinciales es exiguo y no goza de mucha credibilidad, como lo mostraron los resultados de las PASO, donde Hacemos por Nuestro País, con Schiaretti de referente, sumó en Córdoba el 62% del total, mientras que a nivel país cosechó apenas el 3,71%.

Por eso decidió no apuntar con munición pesada contra ninguno de los otros candidatos y propuso “un país con una mirada federal”.