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Javier Milei y el excepcionalismo argentino

Para lograr su propósito de estabilizar y pacificar el país en tiempos duros como los que se vienen, el presidente electo Javier Milei –que se nos revela como un buen estratega electoral- tiene por delante una tarea que requiere de un buen equipo de gobierno y el apoyo de todos los sectores de la vida democrática

24 de noviembre, 2023 - 08:55

Domingo de elecciones en la Argentina y gran suceso para todos: ganó Javier Milei, un outsider, un casi recién llegado a la política nacional. Sorpresa generalizada no sólo aquí, sino también en el mundo.

No era para menos. Su contendiente, Sergio Massa, había recibido el apoyo de todo el arco del establishment local con entidades tan dispares que iban desde la Unión Industrial Argentina hasta la Sociedad Rural Argentina, pasando por los sindicatos y los clubes de fútbol locales.

Y como si esto no hubiera sido suficiente, también con la opinión a favor de los sesudos y principales oráculos de análisis económico mundial, como las prestigiosas revistas The Economist o el Financial Times, entre tantas otras que podrían nombrarse.

Todos ellos no sólo no vislumbraban un triunfo de Milei, ya que no dudaron en calificarlo como un “loco”, un improvisado, alguien incapaz de gobernar a ese potro salvaje que ha sido siempre la República Argentina sin el apoyo de ese establishment que ellos mismos tan bien representan.

Pero, una vez más, el excepcionalismo o la irreverencia, esa característica que Jorge Luis Borges, nuestro poeta nacional, nos había atribuido, hizo que los argentinos de a pie hicieran de las suyas, y en una limpia elección eligieron a Milei para llevar adelante las reformas que muchos desean y que la Argentina viene esperando desde hace varias décadas.

 

El ‘monstruo’ se revela

Previo a este hecho no faltaron los análisis de que Milei, en realidad, había sido una creación de su competidor Sergio Massa, quien habría alentado e impulsado su candidatura como una maniobra maquiavélica destinada a dividir a la oposición. Es decir, un Frankenstein que sirviera a sus fines electoralistas.

Pero, como en la famosa novela de Mary Shelley, el monstruo se reveló, destruyó el laboratorio y mató a su creador, pues parece ser que en realidad lo que ocurrió fue que Milei, aprovechando distintas circunstancias favorables, terminó ganando la elección.

Así nos lo relata el periodista mendocino Jaime Correas en su nota en el Mendoza Post: “La noche del último debate, el excéntrico Carlos Maslatón, que fuera ladero de Milei y terminó junto a Massa cual un clásico doble agente, confirmó que el actual ministro de Economía había financiado al libertario. Con dinero y difusión alentó su crecimiento y luego incluyó su gente en sus listas cuando llegó la elección. La operación, siempre según Maslatón, había comenzado con José Luis Espert y su candidatura presidencial. A ella se subió un ascendente Milei como furgón de cola”.

Pero, como todos sabemos, no ganó Massa sino Milei. ¿Qué pasó? El conocido analista Carlos Pagni apreció: “La estrategia central fue demostrar que Milei está loco. Pero toda la secuencia electoral parece dar la razón a William Shakespeare: hay una lógica detrás de esa locura. Debajo de los arrebatos y la intemperancia asoma un maquiavelismo inteligente. El presidente electo utilizó primero a Massa, con quien se financió, contra Juntos por el Cambio, es decir, contra Mauricio Macri y Patricia Bullrich. Y después se sirvió de Macri y de Bullrich para aplastar a Massa. Tan outsider no parece".

Así planteados los hechos previos a la elección, se nos revela Milei como un buen estratega electoral que usó primero a Massa para lidiar con las figuras de Rodríguez Larreta y de Patricia Bullrich, para luego emplearlas a ellas –junto con el fundador del PRO, Mauricio Macri– para ganarle a Massa en el balotaje.

 

Una nueva etapa compleja

Haya sido como haya sido, Javier Milei es el nuevo presidente de los argentinos y ahora se enfrenta a la titánica tarea, no solo de gobernar, sino también de llevar adelante la batería de reformas prometidas durante su campaña electoral.

Por suerte, vemos que en esta tarea ya no se encuentra solo como nos quiso hacer creer su oponente, pues está acompañado por sus antiguos rivales de Juntos por el Cambio, como Mauricio Macri, Patricia Bullrich y Luis Petri, entre otros, quienes le aportarán su experiencia, por un lado, e idóneos cuadros políticos, por el otro.

También habrá que sumar a esta ecuación a todos los gobernadores e intendentes, de todos los signos políticos, que deben seguir administrando sus respectivos territorios y que, como sabemos, necesitan de la colaboración del Ejecutivo Nacional para poder seguir haciéndolo.

Por supuesto, existirán los que opongan resistencia, tales como los que no estén dispuestos a transitar este cambio bajo la premisa de que representa una pérdida de sus derechos ya adquiridos. Al margen de los conocidos de siempre, opositores a todo cambio, venga éste de donde venga.

Pero como ya lo ha anunciado el propio Milei, nos esperan seis meses muy duros y difíciles. Y todos sabemos que así será.

Al efecto, será necesario que el nuevo presidente sea un buen piloto de aguas turbulentas y que, además, de su innegable intuición sepa sumar la experiencia y sus equipos de gobierno.

También, y más allá de las características presidencialistas de nuestro peculiar sistema de gobierno, las distintas instituciones de la República, como el Poder Legislativo y el Poder Judicial, deberán ejercer sus necesarias tareas de balance y control que todo sistema legalmente constituido necesita para funcionar en el complejo sistema en la generación de consensos, la toma de decisiones y en la corrección de los errores cometidos.

En pocas palabras, se abre para la Argentina una nueva etapa para la cual no hay mapas ni hojas de ruta. Será una plena de cambios, de alternativas y, seguramente, de inconvenientes. Una tarea que empezó signada por nuestro excepcionalismo y que nos viene acompañando a lo largo de nuestra rica historia, aun antes de nuestro nacimiento como nación independiente.

 

El Doctor Emilio Luis Magnaghi es Director del Centro de Estudios Estratégicos para la Defensa Nacional Santa Romana. Autor de El momento es ahora y El ABC de la Defensa Nacional.