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El coronavirus, la pobreza y la política están matando a la gente

La putrefacción de las instituciones del país y de Mendoza está llegando a las raíces que nos formaron como Estado soberano ante los ojos del mundo

Por Daniel Gallardo

16 Mayo de 2021 - 12:52

El coronavirus, la pobreza y la política están matando a la gente

Como los jinetes del Apocalipsis, los tres mortales aspectos que rodean acosan y estrangulan la vida de todos y cada uno de los argentinos. Se mueven sincronizadamente, perjudicando primero, aniquilando después, la máxima cantidad de personas que se les antoje en esta tierra sudamericana.

La batuta la esgrime la política, contrariamente a lo que indicaría la realidad con un virus que está arremetiendo sin piedad por todos los costados.

Pero es así, el ritmo de todo lo que le sucede a la nación y a la provincia lo tiene el espectro político y sus dirigentes, cada uno con las responsabilidades que les compete en el sitio en el que se encuentren.

El mismo sistema que nos ha llevado a hundir con severas lesiones la economía en todas sus fases productivas e industriales.

Con campos, establecimientos fabriles y comercios que se cierran lentamente, dejando en su agonía una terrible estela de desocupación que impacta directamente en el acrecentamiento de la pobreza.

En absoluta sinceridad, la putrefacción de las instituciones del país y de Mendoza está llegando a esas raíces que nos formaron como Estado soberano ante los ojos del mundo.

Con mujeres y hombres que pergeñaron una nación totalmente distinta a la que hoy sobreviven en el contexto de las naciones del mundo, fundamentalmente de esta parte del continente americano.

Un sistema político en el que las pocas luces que intentaron dar un golpe de timón con honestidad y altura cívica, la historia nos muestra que no se les permitió hacerlo.

El corrompido sentido de la mayoría política no podía y no puede concebir que la Argentina crezca decentemente, con criterio de política de estado sin importar quién gobierne temporariamente y solo mirando el porvenir y crecimiento de la gente.

Esta nación está enferma mucho antes que llegara la pandemia de COVID-19.

Sus habitantes sufren hambre, inmersos en pestilente pobreza y la segunda ola del virus solo les da el golpe de gracia para dejar de ser el aparente, y solo el aparente, problema que ese cuestionado sistema político debe dar respuestas. Cuando en realidad, infectarse es la solución para no ser el problema por resolver.

No es de extrañar entonces que quienes tienen responsabilidades gubernamentales vacunaran a su séquito de amigos del circulo rojo, para que estén aislados y protegidos.

Que hagan política con la pandemia a su antojo, abriendo o cerrando vías de soluciones contra la segunda embestida del virus, especulando el mejor terreno electoral.

Que se llegue al colmo de pelear por intereses mezquinos políticos doctrinarios y electorales, sobre la educación en todos sus niveles y de qué manera impartirla y recibirla, es una muestra de lo dantesco de lo que hoy le está pasando a este país.

Porque no importan la educación, sus docentes y alumnos en sí, mucho menos la salud que los compromete a ambos sectores.

Aquí la cuestión es la pelea de quien tiene mejor posicionamiento para las PASO y la elección propiamente dicha. Es solo eso, lo demás que quede en el debate de la gente que solo quiere salvarse del coronavirus y no perder, a su vez, la posibilidad de aprender.

Algunos se sentirán molestos por estas afirmaciones, mostrarles los altos índices de desocupación, pobreza, desnutrición y mortalidad infantil, por lo que no hicieron absolutamente nada.

Por el contrario, abonaron el terreno para que crecieran a los vergonzantes niveles en los que continúa alcanzando, es la contundente respuesta.

Hoy, quienes habitan todo el territorio argentino asisten a un momento terriblemente histórico. Doloroso e inaceptable, donde el coronavirus, la pobreza y la política está matando a su gente.