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Italia: ¿Por qué ganaría las elecciones la extrema derecha?

Giorgia Meloni podría ser la primer ministra tras los comicios del próximo 25 de setiembre

24 de agosto, 2022 - 22:52

Muchos analistas políticos consideran a Italia un “tubo de ensayo”, de diferentes tendencias electorales, tanto de izquierda como de derecha, que terminan haciendo “eco” en otros países de Europa.

 

Corrientes ideológicas

Si hacemos una mirada retrospectiva a la primera mitad del siglo 20, podemos citar al fascismo caracterizado por Benito Mussolini que fue, en muchos aspectos, modelo del Tercer Reich de Adolf Hitler y varias décadas después del autoritarismo español de Francisco Franco.

 

En la vereda de enfrente hay que resaltar la gran importancia que tuvo el Partido comunista italiano (PCI), como “piedra fundacional” de los movimientos de centro y extrema izquierda de la península  y como un estandarte de la “Internacional comunista”. Este espacio, resurgió entre los años 80` y 90` devenido  en los “socialdemócratas” y actualmente en el Partido Demócrata (PD) como heredero. Mucho más cerca del presente, podemos citar la notoriedad e impacto social que causó la aparición de Silvio Berlusconi en los años 90` y fue premonitorio de una nueva estirpe de candidato: el empresario devenido en político.

 

Crisis de la centroizquierda

Arribando a nuestros días y enfocándonos en Italia, el fenómeno de los partidos “socialdemócratas” y progresistas en crisis no ha sido esquivo a la realidad de la “República”. La pandemia de Covid, el conflicto en Ucrania y sus consecuencias, desocupación, inflación, la problemática de la inmigración, entre otros; dio cabida al resurgimiento y expansión de las fuerzas de corte popular, soberanistas y de extrema derecha, como es el caso de “Fratelli d`Italia” y su conductora Giorgia Meloni.

Volviendo a la cuestión del progresismo en crisis, la pérdida de influencia electoral y gravitación de la centroizquierda con el Partido Demócrata a la cabeza, evidencia la carencia para gestionar las demandas de la ciudadanía y  las problemáticas asociadas al ejercicio de la gestión pública.

Este debilitamiento de las propuestas “socialmente inclusivas” y transversales originó un marco de mayores oportunidades para las corrientes de centro y extrema derecha.

Para comprender mejor este mapa situacional, es necesario recordar que desde mediados de los años noventa y hasta mediados del 2018, en alternancia con las coaliciones conservadoras de Berlusconi, los gobiernos de ala izquierda conducidos por el Partido Demócrata condujeron reformas de mercado dirigidas al crecimiento de la competitividad y la modernización de la infraestructura pública.

 

Medidas fracasadas

Fueron los gobiernos llamados técnicos, con la fallida conducción de Mario Draghi como último exponente, apoyados en el Parlamento por las coaliciones de izquierda, los que iniciaron las privatizaciones de los años 90` y la primera década de este siglo, los que reformaron el sistema previsional extendiendo la edad jubilatoria y pusieron en marcha políticas de contención salarial y en contra de la precarización laboral. Así mismo, fueron también los que aumentaron los impuestos regresivos al consumo y a los bienes personales de las clase media.

Paradójicamente, durante el gobierno de Matteo Renzi (2014-2016) el PD atravesó sus límites doctrinarios cuando restringió derechos laborales históricos contemplados en el “Estatuto de los Trabajadores”. El consecuente debilitamiento de los sindicatos a la par del estancamiento económico, la desregulación corporativa y el aumento de la especulación financiera dañó la vinculación entre la izquierda y el trabajo asociado a los derechos. Aumentó la pobreza, sobre todo en el sur de la península, el desempleo entre los jóvenes y por primera vez desde la posguerra aumentó en índices la desigualdad social. 

El descontento de amplios sectores sociales se direccionó contra los gobiernos de centro izquierda y hacia la Unión Europea por la rigidez en la aplicación de los acuerdos de la “zona Euro”. La queja fue asumiendo tonos “soberanistas” que pronto apuntaron contra las políticas europeas de puertas abiertas a inmigrantes y refugiados.  A su vez, los contingentes de desplazados que llegaban al territorio italiano a través de la isla de Lampedusa, causando un escándalo y tragedia humanitaria se erigió como una bandera xenófoba y de oposición al progresismo. 

 

Auge de la extrema derecha

“Forza Italia” de Berlusconi y “La Liga” de Matteo Salvini, sin el suficiente peso específico propio, encontraron en la propuesta radical de Meloni  y “Hermanos de Italia” un rejuvenecimiento discursivo de la derecha más extrema; hablándole a la heterogeneidad social del electorado en términos de “pueblo unificado” que sufren similares problemas. 

Los sectores de trabajadores cuentapropistas, fabriles, del comercio y los sectores medio bajos, que se vieron golpeados por el desempleo, el estancamiento, y con necesidad de mayores certidumbres frente a los cambios provocados por la globalización y el contexto actual, son la base electoral de las que se nutre esta propuesta radical.

Hay que mencionar, que las derechas nacionalistas y autoritarias que gobiernan Hungría y crecen en Francia, Holanda, Polonia… le dan un “aire” de internacionalización a esta tendencia.

 

Los sondeos son, hoy, favorables a Giorgia Meloni y podría tras los comicios del 25 de setiembre, convertirse en la primera mujer presidente del consejo de ministros pero si la coalición que la impulsa llega al poder deberán atender reclamos sociales urgentes y complejos y si no logran estar en consonancia con el desafío serán los culpables designados de ese descontento y resentimiento ciudadano que ellos mismos vociferan en su discurso de campaña.