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Ruidos molestos

No tan placentero: el martirio de vivir al lado de un telo

Jorge Ruiz convivió durante años con un hotel alojamiento que le arruinó la salud

Redacción

Por Redacción

4 Septiembre de 2024 - 16:56

Hotel alojamiento
Hotel alojamiento

Jorge Ruiz vivió durante años una verdadera pesadilla en su hogar en La Plata, una situación que pocos podrían imaginar. El problema era la constante contaminación sonora que emanaba de un hotel alojamiento vecino, algo que transformó su vida en un calvario. Los ruidos incesantes no solo alteraban su tranquilidad, sino que también hacían imposible que sus sobrinos y los nietos de sus amigos lo visitaran sin sufrir las consecuencias del estruendo. Aunque en un principio algunos de sus conocidos intentaron tomar la situación con humor, pronto comprendieron la seriedad y el impacto negativo que esto tenía en la vida de Jorge.

El martirio de vivir junto a un hotel alojamiento

La casa de Jorge estaba ubicada justo al lado del hotel, y la fuente principal de ruido provenía del lavadero del establecimiento. Este espacio, equipado con lavadoras y centrifugadoras industriales, funcionaba casi sin descanso, tanto de día como de noche, generando un ruido ensordecedor que hacía la vida en su hogar insoportable. Sin ninguna barrera acústica que mitigara el sonido, Jorge se veía sometido a un constante estruendo que no le daba tregua. 

"Muchos me decían que por qué no me mudaba. Que por qué no me iba a vivir a un lugar más tranquilo y dejaba de vivir en este lugar para no sufrir más, pero yo no quería resignarme e irme, tenía el lugar para vivir cómodo. No fue fácil todo el proceso, pero valió la pena", contó Jorge.

Pero el lavadero no era el único problema. Jorge también tuvo que soportar el ruido proveniente de las habitaciones del hotel, donde los tacones sobre el piso, las aspiradoras en pleno funcionamiento y otros ruidos generados por los huéspedes eran una constante. Para colmo, su patio se transformó en un vertedero improvisado, donde caían fundas de almohadas, preservativos y otros desechos arrojados desde el hotel, agravando aún más la situación.

Los años de exposición a estos ruidos dejaron huellas profundas en la salud de Jorge. El insomnio, el estrés y los problemas gástricos se convirtieron en parte de su vida diaria. La intervención de un ingeniero, quien utilizó un decibelímetro para medir los niveles de ruido, fue crucial para el caso. Este experto confirmó que el ruido excedía los límites permitidos por las regulaciones locales, lo que inclinó la balanza a favor de Jorge en la corte.

La batalla de Jorge culminó en un juicio civil donde finalmente se le otorgó una indemnización de 700.000 pesos (aproximadamente 24.000 dólares al tipo de cambio informal) por los daños y perjuicios sufridos. Durante el juicio, la declaración de testigos, incluidos amigos cercanos y una mujer con la que Jorge mantenía una relación, resultó vital para demostrar el impacto de los ruidos en su vida. Aunque revivir aquellos momentos fue doloroso, las pruebas presentadas fueron decisivas.

Finalmente, tras años de lucha, se logró la reubicación del lavadero y la reducción del uso de la habitación contigua, permitiendo a Jorge recuperar la paz en su hogar. Su victoria no solo fue personal; también inspiró a otras personas en situaciones similares a buscar soluciones legales. Hoy, Jorge disfruta de una tranquilidad que no había experimentado en mucho tiempo, dejando atrás los años de sufrimiento y redescubriendo el placer de un hogar silencioso y en calma.

Con información de Infobae