Por Redacción
10 Septiembre de 2024 - 17:31
En medio de una crisis económica que no da respiro, el 80% de los argentinos ha tenido que reducir el consumo de asado, uno de los rituales más arraigados en la cultura familiar del país. La creciente dificultad para llegar a fin de mes, con sueldos que no logran seguir el ritmo vertiginoso de la inflación, ha obligado a muchas familias a ajustar sus hábitos de consumo, afectando profundamente una tradición que simboliza mucho más que una simple comida: es un encuentro social y una expresión cultural.
Un reciente estudio de Moiguer Consultora, basado en más de 1.300 encuestas realizadas entre julio y agosto de 2024, confirma el deterioro del poder adquisitivo en los hogares argentinos. El 52% de los encuestados percibe que su capacidad de consumo es peor en comparación con el año anterior, mientras que el 69% reconoce que sus ingresos han quedado muy por detrás del aumento de los precios. A su vez, el 52% de las familias admitió estar endeudada, lo que implica un incremento de 10 puntos porcentuales respecto al año pasado, reflejando la necesidad creciente de recurrir a créditos o préstamos para cubrir gastos básicos.
Fuera de la zona de confort
El informe resalta que el 55% de los argentinos ha tenido que recurrir a sus ahorros para poder hacer frente a los gastos cotidianos, y un 23% ha comenzado a utilizar sus ahorros por primera vez en el último mes. Ante este panorama desalentador, muchas personas han optado por incrementar sus ingresos buscando nuevas fuentes de trabajo. El 45% de los encuestados indicó que ha sumado horas extra en su empleo actual, ha tomado un segundo trabajo o ha iniciado un pequeño emprendimiento con la esperanza de generar ingresos adicionales.
En términos de consumo, el 67% de los argentinos ha reducido sus compras habituales, aunque este ajuste varía según el nivel socioeconómico: el 77% de las personas de nivel bajo, el 62% de nivel medio y el 52% de nivel alto han modificado sus patrones de gasto. Entre las principales razones que impulsan estos recortes se destacan la dificultad para llegar a fin de mes (76%), la caída en los ingresos familiares (35%) y la necesidad de controlar el presupuesto para evitar endeudamientos mayores (29%).
Dónde se han hecho los recortes
El asado, uno de los pilares de la cultura gastronómica argentina, ha sido uno de los rubros más afectados. Según el informe, el 43% de los encuestados que solían realizar asados ha disminuido la frecuencia de esta práctica, mientras que un 37% ha optado por dejar de hacer asados por completo. Sin embargo, no es el único gasto sacrificado. El transporte privado, como taxis, remises o aplicaciones como Uber, también ha sido fuertemente recortado, con un 51% de los consultados eliminando este gasto. Además, el consumo de golosinas y chocolates ha caído drásticamente, con un 86% de las personas reduciendo estas compras.
El ocio y el entretenimiento también han sufrido importantes reducciones. Un 85% de los encuestados ha limitado las salidas con amigos y familiares, actividades que antes eran habituales. Aunque los gastos esenciales, como la educación y los medicamentos, suelen ser los últimos en verse afectados, cuatro de cada diez familias se han visto obligadas a ajustar incluso en estos rubros, priorizando la supervivencia diaria sobre cualquier otro aspecto.
Un cambio en las costumbres familiares
La imagen icónica de las familias reunidas en torno a la parrilla se ha vuelto cada vez más esporádica. El asado, que solía ser un símbolo de unión y celebración, ahora se ha convertido en un lujo que muchos ya no pueden permitirse con la misma frecuencia. Esta situación no solo refleja una crisis económica en términos fríos, sino también un cambio profundo en las costumbres más arraigadas de la sociedad argentina.
El impacto de esta crisis económica va más allá del bolsillo: afecta la identidad cultural y las formas de convivencia. A pesar de los esfuerzos por adaptarse, las familias se ven obligadas a hacer sacrificios, mientras buscan maneras de seguir adelante en un contexto económico que no muestra señales de mejora en el corto plazo. Aunque las comidas se hayan vuelto más sencillas y los encuentros menos frecuentes, el espíritu de resiliencia sigue siendo el motor que impulsa a muchos argentinos a resistir esta dura realidad.
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