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Luz Martina Mercol, Reina de Lavalle

“Los valores que tenemos los lavallinos se notan, estemos donde estemos”

28 de febrero, 2019 - 07:46

Aunque Luz Martina asegure que tiene “diecisiempre” a punto de cumplir sus 20 años y es la esperanza de Lavalle, el departamento que lleva casi medio siglo sin coronar una Reina Nacional de la  Vendimia, esta fresca representante se muestra agradecida de haber cursado su Primaria en la escuela Juan Galo Lavalle: “Los principios y valores que llevo en mi corazón se los debo a Lavalle y a la escuela pública que me facilitó vincularme con muchas personas hermosas: maestros, compañeros, celadores. De todos ellos aprendí muchísimo”, asegura la hoy estudiante de tercer año de Psicología, en la Universidad de Mendoza.

Martina ama la Filosofía, tanto como pasar tiempo con su caballo en la finca y, aunque en la semana se queda en Ciudad porque termina de cursar muy tarde, ella no duda cuando dice que vive en Lavalle. Este departamento es su casa, a donde vuelve cada fin de semana para reencontrarse con su mamá Bety, su papá Marcelo y sus dos hermanos menores: Lucas y Gino. 

Mas allá de la lectura, la reina es curiosa y todo lo que sabe sobre el proceso del vino lo aprendió preguntando, informándose y asistiendo a reuniones de productores. Y es esa misma curiosidad la que le permite prescindir de su teléfono, tanto como de las redes sociales: Me gusta disfrutar el aquí y ahora, dice.

Martina vende huevos de la avícola familiar desde que tiene 6 años y se enorgullece de eso tanto como decir que su familia logró todo lo que tiene, a fuerza de trabajar la tierra. Desde ese momento, en que su abuelo –italiano de nacimiento y sin hablar ni una palabra en español–, llegó a Mendoza huyendo de la guerra y se afincó en La Palmera, distrito al que Martina representó en la fiesta departamental. 

A los 16 años, su mamá enfermó de cáncer y esto marcó un antes y un después en la vida familiar.Fue muy fuerte, en esa época rezábamos juntos con mi mamá y ahí reforcé mi fe. Mi mamá me enseñó una oración que la digo en mi cabeza cada vez que estoy insegura o tengo miedo y no solo me ayuda, sino que me llena el corazón”, explica la joven que diferencia muy bien la institución religiosa con la fe personal, que para Marti, obra milagros porque considera que a su mamá la sacó adelante su fe. Admiro a mi mamá porque ella me enseñó que sí se puede, dice la reina con los ojos brillosos y que también siente una profunda admiración por su abuelo, quien ya habiendo superado la barrera de los 70, cada día se pone su gorrita y sale a trabajar en la finca, a recorrerla o a esperar el turno del agua”.

on el malbec como su varietal favorito esta lavallina anhela desde la simpleza: “Quiero que mi departamento sienta que quiero llevarlo a lo más alto, tener a mi familia siempre con salud y nunca perder los valores que mi Lavalle me inculcó en el corazón, porque permanecen en mí, sin importar adónde vaya o con quién esté, la sencillez que tengo en el corazón se la debo a que vivo en Lavalle, relata la chica que se ríe cada vez que le preguntan si vive en el campo y que sigue vendiendo los maples de huevo, pero ahora, a sus compañeros en la universidad. 

Vendimia

Cuando Martina se enteró de que la fiesta departamental se iba a llamar Lavalle somos todos sintió que era una señal del destino, ya que días antes mientras se promocionaba como representante de La Palmera, en su discurso se refirió a su departamento de la misma manera: Para mí Vendimia es una familia grande, es celebrar el vino nuevo, pero principalmente es el productor, el contratista, el chofer que va de la finca a la bodega, es la señora que espera con un plato de comida a su marido que fue a cosechar. Vendimia es la bodega y toda la gente que acompaña el proceso. Por eso digo siempre, que Vendimia somos todos.

La fiesta que tuvo que ser postergada por respeto a la memoria y las familias de los jóvenes lavallinos que perdieron la vida en un accidente en Bolivia, tragedia que enlutó al departamento, pero que también sacó a la luz los valores que tienen como comunidad, ya que en cuestión de horas se organizaron y armaron una colecta para ayudar tanto a las familias que habían perdido a sus hijos y necesitaban repatriar sus restos, como a quienes estaban heridos e internados en el lugar del accidente. “Nos movimos todos, los vecinos, los amigos. La gente venía y ponía mucha plata en la urna y logramos, ese día, juntar $80 mil. Ese fue el mejor ejemplo de que Lavalle somos todos, porque estamos en las buenas, pero más en las malas”, resume la reina que se pregunta ¿cómo no nos va a gustar la Vendimia si se nos eriza la piel con solo escuchar el canto a Mendoza?”.

Si hay algo que la pone feliz de la Vendimia departamental es que los productores tengan un lugar en la fiesta junto a las autoridades y las reinas mandato cumplido, que lleguen con la invitación en mano y que sientan que son el motivo por el cual se realiza la fiesta. Algo que reconoce además es que sería hermoso que también pasara en la fiesta nacional.Hay muchos lavallinos que ni siquiera conocen el teatro griego, cuenta.

Martina se enorgullece de portar los atributos reales de su departamento aunque reconoce que “quien lleva la Vendimia en el corazón no necesita de una corona, una banda y un cetro para transmitirlo. De todas formas nos cuenta cómo esperó y se preparó durante años para este momento y no habla de probarse vestidos sino de aprender cada uno de los detalles que anteceden a la Fiesta de la Cosecha. Tanto la curiosidad como el amor por su tierra la llevaron a tener una formación muy técnica y específica sobre vendimia, desde la diferencia entre varietales, hasta cómo influye cada suelo en el producto final atrapado en una botella, pasando por la crisis de consumo que atraviesa el sector y las estrategias que marketing que buscan impulsar para revertir la tendencia. Se ha preparado y lo demuestra a cada paso de la charla.  

Frente a la consulta por los roles de hombres y mujeres, la lavallina se pregunta: Cuáles roles. Si lo único que no puede hacer el hombre en la casa es darle de mamar al hijo, el resto puede ser hecho por cualquiera, asegura la joven que viene de una familia machista y celebra ver a las mujeres “empoderadísimas” luchando por sus derechos, pero sostiene que una mujer no debería masculinizar su forma de ser para ser aceptada dentro de un ámbito que es mayoritariamente de hombres. “Eso pasa actualmente: que muchas mujeres para ganarse un lugar y el respeto de sus pares, optan por dejar de ser femeninas y no está bueno, como así tampoco los extremos a los que se llega cuando no hay empatía”, explica quien considera que si en una mesa familiar o en una reunión, una escucha un comentario y no está de acuerdo, tiene que cuestionarlo porque ahí haces la diferencia. Aunque tengamos más visibilidad, en muchos ámbitos las mujeres seguimos estando relegadas, por eso nos tenemos que cubrir las espaldas entre nosotras”.

Así es Martina

  • Edad: 19 años.
  • Color de cabello: rubio.
  • Color de ojos: miel.
  • Estudios: estudia Psicología.
  • Representó a: La Palmera.

Dirección periodística: Lourdes Di Silvestri

Producción general: Lourdes Oliva

Fotografía: Delfo y Emmanuel Rodríguez

Edición: José Urrutia