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Aquel 'Argen Racing' en los tiempos de la colimba

El 6 de abril se cumplieron 38 años de un hecho curioso para el fútbol mendocino. La contratación de Racing para jugar en el torneo mendocino con el nombre Atlético Argentino. 

09 de abril, 2024 - 21:26

Justo aquel fin de semana, nos habían largado tras un mes de incorporación sin contactos con nuestras familias, novias y amigos. Transitaba por mi consabido Servicio Militar Obligatorio, entre compañeros venidos de todas partes y en un cuartel sin vista al mundo exterior.

Me acuerdo aún del primer baile que nos dio un sargento o suncho como le decían, una vez que nos uniformaron de verde y nos raparon a la papa.

Recuerdo de como ese hombre puteaba con odio a Alfonsín, el primer presidente constitucional luego de 1983, mientras nosotros rodábamos sobre la tierra y las espinas.

Era un montón, como dicen los chicos ahora.

Por eso entre la certeza y la angustia de saber que nos quedaban por delante casi 13 meses de cumplir con “el deber patrio” y que no teníamos idea cuando volveríamos a estar con todo lo que amábamos; era un planazo el reencontrarse, aunque fuera por unas horas, con la esencia de las cosas maravillosamente sencillas.

Y sí, eso eran la comida de tu casa, la charla con tus viejos y tus hermanos. Jugar con tus sobrinos. Y también la pasión que depara el fóbal. La del Atlético Argentino, en mi caso.

Por eso aquel 6 de abril, pero de 1986, fuimos junto a mi hermano mayor en su Torino naranja a ver al Atlético Argentino de San José.

Como tantas veces de civil cuando nos gobernaban desde el campo de juego jugadores como el Quique Lucero, el Negro Zolorza, Andrés Molina o Carlitos Ereros.

Esta vez, como miliquito de franco, fuimos a la cancha de San Martín para ver el debut de la Academia. Eso de debut era un decir porque había jugado antes contra Centro Deportivo Rivadavia y también había perdido 1 a 0.

Pero este era otro debut, más allá que el equipo cargara con esa derrota encima.

Era la presentación del plantel de Racing Club, pero jugando para nuestro Atlético.

Algo alocado que hoy parece imposible, pero que fue real.

Me acuerdo que la cancha estaba de bote a bote. Y que arrancado el partido, ahicito nomás, el wing izquierdo llamado Walter Fernández hizo un gol de otra categoría. Uno a cero para la ciento por ciento Academia.

“Ya está”, me dije. Esto sí es para gozar.

Y cantábamos: “Y dale Boli” y sonaba extraño. Porque ninguno de los chicos que usaban la indumentaria albiceleste esa tarde, con la misma que venían de ascender a Primera División de AFA unos días atrás, sabrían que era significaba eso de “Boli”.

Por ahí cuando cantábamos “Y La Academia, y la Academia”, con la música de la marchita podían entender que hablábamos de ellos y hasta compartir nuestro sentido de pertenencia.

Pero sufridos hinchas al fin, caímos en la cuenta que esto siempre era Atlético Argentino cuando el defensor albirrojo José Pepe Fernández nos dormía con dos goles, que el arquero Miguel Wirtz, algo lento de reflejos, no pudo capturar. Y Perdimos 2 a 1 en la cancha de San Martín.

Volvimos a la ciudad de Mendoza golpeados, como varios de los jugadores del ‘ArgenRacing’ esa tarde, merced a un duelo con destrato que un árbitro no supo encauzar.

Algo que se repetiría también en otros encuentros.

Es que por más que los once entraran a la cancha como “Aquel Atlético”, no dejaban de ser “El Racing” al que había que redoblarse en esfuerzos para ganarle o para cagarlo a patadas.

A la noche volví al cuartel, donde algunos compañeros colimbas e hinchas del Chacarero me gastaban con ganas por el triunfo de esa tarde.

No pude concurrir a todos los partidos de ese campeonato, por obvias razones. No siempre tenía permiso para salir del cuartel. Y a cambio lo escuchaba por radio.

Para todos quienes lo siguieron, como mi hermano, quedaron golazos, lindos triunfos, la memoria del debut de Fabbri debutando en el Boli antes que, en Racing, la clase de Gustavo Costas (el actual entrenador de Racing), de Jorge Camote Acuña, de Miguel Milonga Colombatti.

Las remeras Rollingas del Flaco Lamadrid (uno de los tuiteros más famosos de la actualidad), los goles del delantero Edgardo Geoffroy, quien no alcanzó a debutar oficialmente con la casaca de Racing. También las lesiones severas de Horacio Attadía y Colombatti, producidas en las batallas futbolísticas de esos días. Las idas del Pucho Dabul y Servando Villamil, dos chicos de la cantera que se fueron a Racing después.

Y que al final las cosas no fueron como se esperaban.

El equipo no dio la talla en la última fecha ante Gimnasia y Esgrima y sufrió una derrota por 2 a 0 que condenó a quedar afuera de los mejores cuatro que disputarían el ascenso al Primer Nacional B. Esos serían Maipú (quien ascendería) Independiente, Huracán y el Lobo del Parque.

Y fue frustrante para el plantel que se volvía a Buenos Aires sin gloria y para los hinchas que nos quedábamos con las manos vacías.

La aventura del ‘Argen Racing’ (como le decía la prensa de entonces) duró menos tiempo que mi colimba.

Pero tanto para unos como para otros -en este caso para un pibe que estaba en la Colimba- las experiencias tuvieron sus cosas positivas y negativas, por igual.

Al menos como enseñanza. Y como una pila de recuerdos para narrar.