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Increíbles datos sobre rocas del norte de Mendoza de más de 240 millones de años

Especialistas del CONICET dataron rocas que aportan información importante para comprender las comunidades de plantas y el calentamiento global del período Triásico

Por Redacción

16 de marzo, 2024 - 17:04

Según un estudio publicado en la revista Gondwana Research,  un equipo de investigación del CONICET logró hacer inferencias de cómo eran los ecosistemas hace más de 200 millones de años (Ma) en una región ubicada al Norte de Mendoza a partir del análisis de rocas que formaron parte de paleolagos y que guardan múltiples fósiles de plantas y peces

De acuerdo a la publicación mencionada, las rocas están ubicadas en la precordillera de Mendoza y albergan un valioso registro del patrimonio geológico y paleontológico del norte de la provincia, en el cordón de Santa Clara.

Se trata de registros de paredes rocosas de más de mil metros de altura formadas durante el período Triásico, una época de calentamiento global extremo.

Según se conoce por estudios previos, en la zona existieron dos lagos diferentes que se formaron en el transcurso de 1 y 2 Ma. En 2018 se determinó que estos espejos de agua habrían pertenecido al periodo Triásico Superior (entre 237 y 209 millones de años) y con estos aportes ahora se redefinen al Triásico Medio y al piso más antiguo.

Desde hace una década, un equipo  conformado por investigadores del Instituto de Nivología, Glaciología y Ciencias Ambientales (IANIGLA, CONICET-UNCuyo-Gob. Mza.), la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la Universidad Nacional de Cuyo, la Universidad Nacional de San Luis, la Universidad Nacional de La Plata e instituciones extranjeras, como la Universidad de Utah, y el Centro de Geocronología de Berkeley, de Estados Unidos, buscan comprender cómo funcionaron estos ecosistemas y los ambientes en el pasado.

Para hacer inferencias sobre el paleoclima y paleoecológicas necesitábamos más precisión, ya que en un millón de años (un tiempo que no podemos casi imaginar) pueden ocurrir muchísimos cambios en los ambientes. Por ello, recurrimos a una técnica que nos permite medir el tiempo geológico, la datación absoluta que se basa en el concepto de la radiactividad”, afirma Cecilia Benavente, investigadora del CONICET en el IANIGLA, quien participó en el estudio.

Cómo se realiza la medición 

Según explicó la científica, hay elementos de la tabla periódica que son inestables, radiactivos y emiten energía transformándose en otros elementos.

Al respecto, explica: “Como nosotros conocemos a qué velocidad ocurre la transformación, buscamos rocas que sabemos que tienen minerales con los elementos que les  pasó eso y medimos la proporción de cuánto hay del original y  cuánto hay del que se transforma y calculamos cuánto tiempo transcurrió. Esta técnica  tiene muy alta precisión, entonces nos permite decir que las rocas son de una parte específica del Triásico Medio que se denomina piso Anisiano.

Pez fósil triásico de la zona de Santa Clara. (Foto: Página del Conicet Mendoza)

Es importante saber esto porque, como indica Benavente, “el mundo Anisiano está representado mayormente por rocas que se depositaron en el fondo de mares, por tanto no se conoce cómo afectó el calentamiento global en ese momento a los sistemas desarrollados continente adentro”.

Según el equipo de expertos, una forma de saber cuán antiguas son estas rocas es estudiar indicadores de tiempos biológicos. Distintos organismos han tenido diferentes rangos de existencia en la historia geológica de la Tierra y existen unos organismos llamados fósiles guía, que son útiles como indicadores de tiempo porque se distribuyeron ampliamente en el mundo y vivieron durante un tiempo breve. Si esos organismos son encontrados indican con certeza un tiempo determinado del registro geológico.

“Sabemos que estos indicadores tienen un gran margen de error, por lo cual necesitábamos más precisión de esos estudios de edad porque queríamos investigar paleoclimáticamente un momento muy específico que ha ocurrido sobre la historia del planeta: el ‘evento húmedo anisiano, durante el cual habría habido un aumento en la humedad y las precipitaciones, pero que hasta el momento se ha reportado solo para el hemisferio norte”, afirma la investigadora del CONICET en el IANIGLA.

Randall Irmis, investigador de la Universidad de Utah, señala que la importancia de conocer la datación precisa de estas rocas se vincula con poder estudiar esos ecosistemas terrestres y conocer cómo cambiaron en el tiempo.

Además es posible compararlo con ecosistemas similares en otros lugares del mundo, como Sudáfrica y Estados Unidos. Pero sobre todo, para comparar cosas que existieron en el mismo tiempo en distintos lugares se necesita un buen margen de precisión.

Si las dataciones tienen un margen de error grande se puede estar comparando sitios con fósiles que difieren en millones de años de edad, y en ese caso, la diferencia en las especies podría deberse a que son de distintos tiempos geológicos más que a diferencias en el ambiente y/o clima.

Benavente subraya la importancia de poner en valor esta investigación, ya que habilita, en un futuro cercano, a nuevas investigaciones sobre el paleoclima en un contexto de greenhouse (un mundo de alto dióxido de carbono), uno de los principales gases de efecto invernadero que genera un calentamiento global y que tiene una conexión con las temperaturas actuales en nuestro mundo moderno afectando a los ecosistemas.

Si conocemos cómo se afectaron los ecosistemas en el pasado podemos hacer predicciones de lo que puede llegar a pasar a corto plazo en el mundo que estamos experimentando ahora”, concluye la investigadora.

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