Diez cosas que los perros odian, y que seguimos haciendo

Cuenta la leyenda, perdida en el tiempo, que hace más de 10.000 años un antepasado canino se acercó a un grupo de humanos. Había una fogata, faltaba el alimento, y la idea de entablar contacto entre ambos parecía ser correcta.

 Nacía así la estrecha relación entre los hombres y los perros, que hasta hoy ha generado innumerables testimonios en las artes, en los cambios generacionales, los contactos entre países, y hasta la exploración espacial: el primer ser vivo que voló fuera de nuestro planeta fue la perrita Laika, del gobierno ruso.

Pero la vida moderna nos obliga, a ellos y a nosotros, a soportarnos y tratar de entendernos en un panorama algo complicado: vivir en la ciudad nos mete en un problema tanto a personas como a los canes. Y entre estas complicaciones, hay ciertas acciones que pensamos que a ellos les encanta, y no es así: el ser humano hace cosas que los perros detestan. Aquí, una lista de diez acciones a evitar.

1. Abrazos

Muchos perros aprendieron a tolerar este gesto, lo que no significa que les agrade. De hecho, se sienten inmóviles, atrapados, sometidos y dominados, por lo que no es raro que odien tanta demostración de cariño. Y a esto le sumamos que las palmadas en la cabeza tampoco son algo con lo que se sientan a gusto. Es preferible evitarlas.

2. Olores fuertes

Todos sabemos que los perros poseen un sentido del olfato muy desarrollado, por lo que resultan ser muy sensibles a los olores intensos. Odian los ambientes que apestan a limpieza. Detestan los perfumes. Aborrecen los aromas penetrantes, como la lavandina o los desodorantes de piso. Y en cuanto a nosotros, prefieren nuestro olor corporal, antes que una colonia de baño.

3. Soplos en la cara

Pensamos que es un chiste divertidísimo, pero ellos no soportan eso. Soplarles la cara, sobre todo en la nariz o en las orejas, los ponen en una situación de estrés. Sin embargo, vemos a diario personas que soplan los ojos de sus mascotas, a modo de bromita. Consejo: no lo hagas más.

4. Baños frecuentes

Vemos videos de TikTok, o reels de YouTube con animalitos a los que los llenan de burbujas, cremas, hisopos para las orejas y demás afeites. Cuando los bañamos, los perros quedan en un espacio reducido y sin movilidad, los mojamos desde arriba hacia abajo, y les echamos jabón y perfumes. No es raro caer en la cuenta que el baño es más una tortura que una necesidad.

5. Tensar la correa

Es curioso, pero los perros detestan las correas de paseo. Tal vez muevan la cola y ladren mucho cuando nos acercamos a ella, pero esto es porque lo relacionan con el aire libre. La realidad es que odian este adminículo, porque les dificulta la exploración y el olfateo, sus costumbres preferidas. Y no lleves la correa tirante: esto los estresa, los frustra, y los pone nerviosos por demás.

6. Tocarles los bigotes

Cachetes y bigotes deberían ser una zona prohibida para los humanos. Odian este gesto, porque bloquea su movilidad y sus sentidos principales, amén de que se ponen extremadamente nerviosos cuando se les tocan los bigotes en particular.

7. Apretarles las almohadillas de sus patas

Las patas de los perros son muy sensibles, pero la planta de sus pies lo son mucho más. No solamente les da cosquillas, sino que tocarles las almohadillas puede resultar en algo extremadamente irritante para ellos.

8. Cortarles las uñas

Es posible que haya algún perro por ahí que no tenga problemas, pero el 99,9% de los canes odian que les corten las uñas. Como dijimos antes, sus patas son muy sensibles, y este hábito es para ellos una auténtica tortura.

9. Jugar con su comida

No hablamos solamente de tocar su plato cuando están comiendo (sabemos que esto puede tener como premio un buen y merecido mordiscón), sino el típico juego de amenazar con darles algo y luego quitarlo de su hocico. O ponerles comida delante, y frenarlos para que no se acerquen a ella. Esto es extremadamente molesto para ellos.

10. Estar ausente

Cuando por las mañanas salimos a trabajar, hay un vacío interior que se apodera de nuestro perro. Algunos de ellos, por la costumbre, saben que estarán varias horas solos, pero la gran mayoría, al no tener memoria reciente, viven cada partida nuestra con el mayor de los dolores, algo que puede repercutir de varias formas distintas, dependiendo del individuo.