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Grasas y azúcares: ¿cómo repercuten en mi cerebro y en mi cuerpo?

El Interactivo conversó con el neurólogo Conrado Estol, que explica las claves para mantener la "materia gris" en plena capacidad y una vida saludable por muchos años

Por Redacción

31 de diciembre, 2022 - 00:40

Conrado Estol, especialista en neurología, dio detalles sobre los efectos del consumo desmedido de grasa y azúcar sobre el cerebro, teniendo en cuenta los típicos excesos en lo que suele caerse a causa de las reuniones y fiestas de fin de año. 

El profesional señaló que hay dos partes a diferenciar.

El Azúcar es el alimento del cerebro

Por un lado, el cerebro demanda una ingesta muy importante de glucosa para desarrollar apropiadamente su función cognitiva, a tal punto que este órgano consume el 20% del total de nutrientes que ingresan en el cuerpo. Es así, que el ser humano no puede ni debe dispensarse del aporte de alimentos azucarados o con concentración glucídica, pero que lo importante es saber diferenciar entre productos saludables y los que no lo son.

¿Qué evitar y que consumir?

En consonancia, Estol resaltó que se debe hacer una selección de alimentos más apropiada, para lo cual aconseja con basamento científico, evitar los hidratos de carbono porque sus características los transforman en tejido adiposo perjudicial, generalmente ubicado en el abdomen, con un consecuente aumento de peso. En sintonía, se conoció que en Estados Unidos el alto índice de productos con esta base antedicha y superprocesados derivó en un 40% de la población total con trastornos de obesidad y alta incidencia de diabetes, una enfermedad que tiene un fuerte impacto en la obstrucción de las arterias.

 

El neurólogo marcó diferencia entre una ingesta sana de azúcar y una nociva. No es lo mismo la calidad de incorporación glucídica que concentra una manzana a la que se acumula en el alto índice presente en productos de confitería o dulces industriales. Estos últimos, aportan las llamadas calorías vacías que provocan un incremento negativo del peso corporal sin contribuir con el valor energético necesario.

 

En lo referente a las grasas, existen algunas que son útiles como las del aceite de oliva, los frutos secos, la palta, las que inclusive, contribuyen a mantener limpias las arterias. Sin embargo, hay que tener cuidado con las denominadas saturadas, que están concentradas en las carnes rojas y, principalmente, en los snacks. Estos bocados rebozan de grasas hidrogenadas o trans, o sea, que es de tipo líquida y se solidifica para ser consumida. En resumen, afirma Estol, se está masticando grasa, y lo mismo ocurre con la mayoría de las apodadas comidas rápidas.

 

Al ser consultado por los lácteos, respondió que tienen grasa pero que también aportan nutrientes recomendables y que el punto en cuestión no es otro que consumirlos moderadamente.

La alimentación ideal vs la nociva

Sobre la inquietud de cuál es el mejor tipo de alimentación. El profesional de la salud ponderó la dieta mediterránea que comprende frutas, verduras, legumbres, carnes blancas como pescado y pollo, algo de lácteos, entre otros.

 

Advirtió sobre la ingesta de los ultraprocesados ya que aumentan el riesgo de contraer cáncer, padecer un infarto y con repercusión en la pérdida cognitiva, especialmente sobre la memoria

Tras un hábito prolongado de comida inadecuada, ¿el daño puede ser irreparable?

La clave es empezar con los más pequeños. Ellos pueden incorporar hábitos con mayor facilidad”. “Por ejemplo: en el programa infantil plaza sésamo, el monstruo de las galletitas comía menos de estos productos y se lo sugería a los niños. Esta recomendación caló en ellos y provocó que se lo transmitieran a sus padres, optando por la ingesta de frutas y otros productos mucho más saludables”, destacó Estol.

A su vez, puntualizó que para cambiar los hábitos nunca es tarde. Se disminuye la mortalidad cardiovascular y el riesgo de demencia. No importa si se decide dar un giro a los 50,60 o 70 años de edad. “Van a disminuir las probabilidades de fatalidad súbita y las patologías de base”.

Buena alimentación, descanso y actividad física

El profesional sostuvo la importancia de disminuir los factores de estrés, buscando el método que a cada cual le resulte útil pero hacerlo. Un buen descanso es esencial, lo que implica dormir no menos de 6 horas y tampoco más de 9 horas, sobrepasarse por la falta o el exceso tiene un efecto directo en accidentes cerebrovasculares y problemas cardiacos.

 

Se aconseja un mínimo de consumo de alcohol, evitar el cigarrillo, nutrición al estilo mediterráneo, hacer ejercicio habitualmente porque aumenta el tamaño del cerebro y su capacidad cognitiva.

¿Y si no puedo hacer actividad física que resulte exigente?

Por último, subrayó que, si por algún impedimento, no se puede hacer actividad física más dinámica, lo óptimo es caminar 7.000 pasos por día, según un reciente estudio científico, pero a un ritmo de 112 pasos por minuto durante media hora. La famosa caminata rápida.

Si a lo antedicho se suman controles periódicos de colesterol, diabetes y presión arterial llevaría a que un alto porcentaje de la población pueda cumplir 100 años de vida con un buen estado de salud.