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Cuando la comida se convierte en un escape emocional

Algo que se sabe en el ámbito de la psicología y la nutrición es que cuando las personas sufrimos estrés o ansiedad nuestros hábitos alimenticios varían

Por Redacción

13 de abril, 2020 - 09:08

Las emociones no solo se sienten, también se comen. En un contexto tan inusual como el que estamos viviendo, la alimentación es una de las áreas que más pueden verse afectadas, hasta el punto de servir en muchos casos como un auténtico escape emocional.

El confinamiento está actuando como un detonante de la ansiedad y esto altera de diversas maneras nuestros patrones alimenticios. Comer es algo más que saciarnos. Es mucho más incluso que pensar en obtener nutrientes y dar energía a nuestro organismo.

De hecho, cuando hacemos la lista de la compra o cocinamos, no siempre tenemos en mente dar a nuestro cuerpo aquellas vitaminas, proteínas y minerales que necesitamos. Lo que buscamos es disfrutar de un buen plato, obtener placer y dar algo sabroso a los nuestros.

La comida es un disfrute y en esos instantes en que la ansiedad y el estrés domina nuestra vida actúa como una auténtica válvula de escape. Es una realidad evidente. Habrá quien durante el confinamiento no pierda de vista la necesidad de mantener una dieta saludable y equilibrada. Sin embargo, no podemos dejar de lado a quienes ya sufrían con anterioridad algún trastorno de la alimentación.

Por otro lado, es un hecho que durante estas semanas de encierro se ha elevado el consumo de esos alimentos menos saludables que por contra tienen un gran poder para canalizar nuestras emociones. Los clásicos productos de ‘picoteo’, los refrescos y el alcohol son esos indispensables que muchos buscan cuando acuden al supermercado.

Ahora bien, también está dándose otro fenómeno curioso: el de la compra masiva de levadura. Lo analizamos a continuación.

¿Qué incluís en tu lista de la compra?

Algo que sabemos desde el ámbito de la psicología emocional y la nutrición es que cuando las personas sufrimos estrés o ansiedad nuestros hábitos alimenticios varían. Por tanto, en un escenario como el actual todos, de algún modo, habremos hecho algún que otro cambio en nuestra dieta, tanto para mejorarla como para empeorarla.

Conozcamos qué tipos de comportamientos son los que se están viendo en las últimas semanas.

Concederse licencias en la alimentación para no pensar en lo que está ocurriendo. Comer para no pensar. Seleccionar determinados alimentos que me generan bienestar para silenciar determinadas emociones. Este tipo de esquemas comportamentales son los que determinan ahora mismo lo que incluimos en la cesta de la compra.

Pasamos todo nuestro tiempo en casa y un modo de hacer más llevaderas las horas es mediante el dulce, el salado, el vino, la cerveza, los carbohidratos, etcétera. La mente llega a un extraño acuerdo con nuestras emociones: comé, disfrutá y no te preocupés.

No obstante, cuando la comida actúa como escape emocional hay un problema. Por término medio esos alimentos que nos ofrecen serotonina y dopamina tienen un efecto muy corto en nuestro cerebro. Hay una subida y una bajada. No son saciantes, sino adictivos, con lo cual nos vemos abocados a comer con mayor frecuencia productos poco nutritivos y nada saludables.

Hacer pan (o cualquier otro producto) y subir la foto a las redes sociales. El confinamiento también está dando forma a otra conducta interesante: la hiperactividad. Hay gente que hace deporte de las formas más curiosas e inusitadas, quien realiza manualidades, estudia y, por supuesto, quien cocina para más tarde subir el producto final a sus redes sociales y obtener un like. Más allá de lo que podamos pensar, todo ello también es un escape emocional.

En los últimos días otro de los productos más demandados en los supermercados es la levadura.Hay un interés repentino por hacer pan, postres y demás florituras en el mundo de la repostería. Se obtiene un claro placer en la elaboración de estas recetas. En primer lugar, porque resulta relajante y también motivador. Trabajar con las manos siempre es catártico para el cerebro.

En segundo lugar, porque podemos subir más tarde esa receta a Instagram y obtener un ‘me gusta’. Obtenemos refuerzos y recompensas por todos los lados: personales, por parte de quienes tenemos en casa y también de quienes están lejos.

Para concluir, comprar comida, consumirla e incluso hacerla nosotros mismos actúa como un gran escape emocional durante estos días. Evitemos ante todo no caer en comportamientos nocivos para nuestra salud, como es el consumo excesivo de productos como el alcohol y, por supuesto, aquellos que solo suponen una carga calórica y no nutritiva. Cuidémonos ahora más que nunca.