Una caricia al alma

La música clásica es una herramienta clave para el tratamiento de una enfermedad

Una investigación china remarca que tiene un impacto muy positivo en personas que sufren de depresión.

Redacción

Por Redacción

14 Agosto de 2024 - 18:47

La música ayuda contra la depresión.

Un grupo de científicos chinos ha publicado un revelador estudio en la revista Cell Reports, donde se expone cómo la música clásica puede tener un impacto positivo en personas con depresión, sincronizando la llamada "amígdala extendida" y sugiriendo su uso como tratamiento complementario.

Bomin Sun, principal autor del estudio y director del Centro de Neurocirugía Funcional de la Universidad Jiao Tong de Shanghai, explicó: "Nuestro trabajo integra los campos de la neurociencia, la psiquiatría y la neurocirugía, ofreciendo una base sólida para investigaciones futuras sobre la interacción entre la música y las emociones". Luego, agregó: "Nuestra aspiración es trasladar estos hallazgos a la práctica clínica, desarrollando herramientas y aplicaciones de musicoterapia que sean tanto cómodas como efectivas"

La investigación se centró en 23 pacientes con depresión resistente a los tratamientos tradicionales, todos con electrodos cerebrales implantados para la estimulación cerebral profunda. Estos dispositivos estaban ubicados en un circuito que conecta dos áreas clave del cerebro: el núcleo del lecho de la estría terminal (BNST) y el núcleo accumbens (NAc). Los resultados revelaron que la música tiene efectos antidepresivos al sincronizar las oscilaciones neuronales entre el córtex auditivo, encargado del procesamiento sensorial, y el circuito de recompensa, que maneja las respuestas emocionales.

Sun explicó que el circuito BNST-NAc, también conocido como parte de la "amígdala extendida", resalta la estrecha conexión entre este circuito y la amígdala, una estructura central en el manejo de las emociones. El estudio mostró que la música induce una sincronización tripartita en las oscilaciones neuronales del circuito cortical-BNST-NAc mediante la sincronización auditiva.

Los participantes fueron divididos en dos grupos: aquellos con alta apreciación musical y aquellos con baja apreciación musical. El grupo con mayor afinidad por la música experimentó una sincronización neuronal más intensa y un efecto antidepresivo más pronunciado, mientras que el otro grupo tuvo resultados menos notables.

Esta categorización permitió a los investigadores analizar de manera más precisa los mecanismos antidepresivos de la música y desarrollar planes de musicoterapia personalizados. Por ejemplo, al incorporar ruido de frecuencia theta en la música, se logró mejorar el acoplamiento oscilatorio BNST-NAc en pacientes con baja apreciación musical, aumentando su disfrute.

Para el estudio, se eligieron piezas de música clásica occidental, asegurando que la mayoría de los participantes no estuvieran familiarizados con ellas, lo que evitó sesgos relacionados con la familiaridad. Sun comentó que las elecciones musicales durante la fase de escucha eran personalizadas y no influenciadas por el trasfondo emocional de las composiciones.

En cuanto a los próximos pasos, el equipo tiene varias áreas de interés. Estudiarán cómo la interacción entre la música y las estructuras profundas del cerebro afecta los trastornos depresivos, y explorarán otros estímulos sensoriales, como imágenes visuales, para evaluar los efectos terapéuticos de la estimulación multisensorial en la depresión.

"Colaborando con clínicos, musicoterapeutas, informáticos e ingenieros, tenemos la intención de desarrollar una serie de productos de salud digital basados en la musicoterapia, como aplicaciones para teléfonos inteligentes y dispositivos wearables", detalla Sun. "Estos productos integrarán recomendaciones musicales personalizadas, monitorización y retroalimentación emocional en tiempo real y experiencias multisensoriales de realidad virtual para ofrecer herramientas de autoayuda cómodas y efectivas que permitan gestionar las emociones y mejorar los síntomas en la vida cotidiana", concluyó.