Prevención
La primavera trae consigo un paisaje más verde y florido, pero para muchos argentinos, también marca el comienzo de una temporada de incomodidades. Según datos recientes, 1 de cada 5 personas en el país sufre de rinitis alérgica, una de las enfermedades crónicas más comunes asociadas a las alergias.
La rinitis alérgica se caracteriza por síntomas molestos que, aunque no son graves, pueden afectar considerablemente la calidad de vida. Entre los signos más frecuentes se encuentran los estornudos constantes, la congestión nasal, la picazón en los ojos, nariz y garganta, así como el lagrimeo excesivo. Para muchos, estos síntomas se agravan durante la primavera, cuando el polen de los árboles, plantas y pasto circula con mayor intensidad en el ambiente.
Estudios recientes han revelado que las alergias estacionales están en aumento, particularmente en las grandes ciudades, donde los altos niveles de contaminación ambiental agravan el impacto de los alérgenos como el polen. En Argentina, se ha observado una mayor prevalencia de la rinitis alérgica en mujeres y en grupos de edad que van desde los 5 hasta los 44 años. Un dato alarmante es que más de la mitad de quienes experimentan estos síntomas no han recibido un diagnóstico médico, lo que sugiere una alta tasa de subdiagnóstico. La automedicación y la falta de control especializado también agravan el panorama, limitando el tratamiento adecuado y la prevención de complicaciones.
La rinitis alérgica no suele venir sola. En muchos casos, coexiste con otras afecciones como la conjuntivitis alérgica, la rinosinusitis y el asma. De hecho, según una campaña de detección de asma realizada por la Asociación Argentina de Pacientes con Asma (AAPA), alrededor del 70% de los pacientes con diagnóstico de asma también presentan síntomas de enfermedades alérgicas coexistentes, especialmente rinitis y conjuntivitis. Esto pone de manifiesto la necesidad de un abordaje integral en el tratamiento de estas patologías, donde la inmunoterapia específica y la atención médica constante juegan un papel clave.
Para prevenir o mitigar los efectos de las alergias estacionales, existen varias recomendaciones útiles. Mantenerse informado sobre los niveles de polen es fundamental, y actualmente, existen aplicaciones y sitios web que proporcionan pronósticos diarios sobre su concentración. También se sugiere evitar actividades al aire libre durante las primeras horas de la mañana y al atardecer, momentos en los que los niveles de polen son más altos. El uso de gafas de sol y mascarillas también puede ayudar a reducir el contacto con alérgenos. En el caso de viajar en auto, es preferible mantener las ventanillas cerradas y utilizar el aire acondicionado con filtros limpios.
Es crucial que aquellos que experimentan síntomas persistentes consulten a un médico en lugar de automedicarse, ya que un tratamiento adecuado y personalizado puede evitar complicaciones futuras.