Ciudadano News
Es historia...

Progreso y crisis: aspectos de la construcción de una Argentina moderna

A mediados del Siglo XIX varios hechos reflejaron las tensiones y desafíos de una nación en proceso de consolidación.

Carlos Campana

Por Carlos Campana

15 Julio de 2024 - 11:42

Progreso y crisis: aspectos de la construcción de una Argentina moderna

Pasada la mitad del Siglo XIX, nuestro país vivió un período de profundas transformaciones que culminaron en la unificación nacional bajo la hegemonía de Buenos Aires

Este proceso fue liderado por figuras como Bartolomé Mitre, cuya presidencia (1862-1868) marcó el inicio de un gobierno nacional efectivo. La unificación trajo consigo la resolución de antiguos conflictos entre unitarios y federales, aunque nuevos desafíos surgieron, principalmente las tensiones entre federales y liberales. 

Bartolomé Mitre, presidente
Bartolomé Mitre, presidente durante el período 1862-1868.

Además, la nación se encarriló en un proceso de auge que potencializó la economía generando en pocos años un crecimiento que la catapultó a estar entre los primeros países del mundo.

Por aquel entonces, los primeros gobiernos implementaron varias reformas clave. Se estableció un sistema educativo nacional y se promovieron políticas para fomentar la inmigración europea, con la intención de "civilizar" y poblar el vasto territorio argentino.

La educación tuvo un impulso importante
La educación tuvo un impulso importante.

 

La batalla de Pavón, en 1861, fue decisiva para la consolidación de Buenos Aires como la capital del país unificado, aunque las tensiones regionales persistieron.

La expansión económica y financiera

La economía argentina experimentó una notable expansión entre 1860 y principios de la década de 1870, impulsada por la exportación del ganado y de la agricultura, con la afluencia de capitales extranjeros. 

La inversión en infraestructuras, particularmente ferrocarriles y puertos, facilitó este gran crecimiento. A pesar de gozar de un importante repunte económico, en 1873, la crisis financiera global también afectó a la Argentina, causando una reducción del crédito, un aumento de las quiebras y una contracción de la producción. 

La estación Retiro, en Buenos Aires, a fines del siglo XIX.
La Estación Retiro, en Buenos Aires, a fines del siglo XIX.

Esta crisis duró un tiempo, pero su impacto se sintió hasta 1877, donde se produjo una considerable estabilización. Durante este período, la administración pública se vio forzada a reestructurar sus deudas y ajustar sus políticas fiscales, lo que significó el descontento en un sector más vulnerable de la sociedad.

Un modelo de desarrollo

Durante este período, tanto federales como liberales compartían una visión de progreso basada en la civilización y el desarrollo económico. 

La Constitución de 1853 promovía la inmigración, la educación y el desarrollo de infraestructuras como los ferrocarriles. Las reformas electorales fueron postergadas, y la élite gobernante mantuvo un control estricto sobre el poder político y económico. 

La ley de inmigración de 1876, promovida por Nicolás Avellaneda, presidente entre 1874 y 1880, facilitó la llegada de miles de inmigrantes europeos, principalmente italianos y españoles, quienes se asentaron en su mayoría en Buenos Aires y las provincias de la Pampa Húmeda

Esto contribuyó al crecimiento de la población y al desarrollo agrícola y ganadero, pero también generó tensiones sociales y laborales. A pesar de estos problemas, Argentina siguió creciendo a índices inimaginables.

Presidencia de Juárez Celman

Luego de la presidencia de Julio Argentino Roca (1880-1886), quien dejó el país en su apogeo, le tocó el turno a Miguel Juárez Celman (1886-1890), quien se caracterizó por una aparente prosperidad económica, respaldada por la expansión del crédito y las inversiones extranjeras, especialmente del Reino Unido.

Sin embargo, esta bonanza estaba basada en fundamentos económicos inestables. Juárez Celman incrementó el gasto público y utilizó fondos estatales para consolidar su poder, lo que exacerbó las desigualdades y preparó el terreno para una crisis inminente. 

juarez celman
Miguel Juárez Celman sucedió en la presidencia a Julio A. Roca.

Juárez Celman promovió una política de "gobernar es poblar" y continuó con la expansión ferroviaria, financiada en gran parte con deuda externa. 

Sin embargo, la corrupción y el clientelismo político se incrementaron, generando críticas tanto de sus adversarios como de un sector del oficialismo. La crisis económica que se gestaba se hizo evidente en los últimos años de su mandato.

Expansión ferroviaria y especulación

El desarrollo de los ferrocarriles, esenciales para la integración del extenso territorio argentino, fue un elemento clave en la economía de la época. 

Bajo condiciones favorables para el capital extranjero, la expansión ferroviaria se convirtió en una actividad especulativa durante el gobierno de Juárez Celman. 

La construcción de líneas sin estudios previos y las garantías estatales insostenibles fueron factores que contribuyeron a la crisis económica. El auge ferroviario trajo consigo la creación de compañías como el Ferrocarril Central Argentino y el Ferrocarril del Oeste, que recibieron concesiones ventajosas y generaron grandes beneficios para el país. 

Sin embargo, algunas de estas empresas operaban con un alto grado de especulación y no se basaban en la demanda real del transporte. Esto llevó a la creación de una burbuja financiera que eventualmente estallaría.

Burbuja económica y descontento general

La burbuja económica estalló cuando los recursos se agotaron y los gastos públicos superaron los ingresos. La emisión descontrolada de moneda y la especulación financiera incrementaron la deuda externa y provocaron una inflación desmedida

El descontento político y social aumentó, reflejado en las denuncias de corrupción y mala gestión por parte de la prensa. El colapso financiero de 1890 tuvo un impacto devastador en la economía argentina. Los bancos comenzaron a cerrar, la moneda se devaluó y la inflación alcanzó niveles alarmantes

Los pequeños y medianos agricultores, así como los empresarios locales, fueron los más afectados por esta crisis, lo que incrementó el malestar social.

Consecuencias de la Revolución del 90 

El descontento culminó en la Revolución del 90, liderada por la Unión Cívica Radical. Aunque la revolución fue militarmente derrotada, provocó la renuncia de Juárez Celman y la asunción de Carlos Pellegrini como presidente. 

La Revolución del Parque, en 1890, provocó el derrocamiento de Juárez Celman.
La Revolución del Parque, en 1890, provocó el derrocamiento de Juárez Celman.

Pellegrini implementó medidas para estabilizar la economía y eliminar la corrupción. La crisis de 1890 tuvo un impacto duradero en la política y la economía argentina, marcando el inicio de un período de reformas y la consolidación de nuevas fuerzas políticas. 

Pellegrini, conocido como "el piloto de tormentas" -junto a su gabinete y en especial a su ministro de Hacienda, Vicente Fidel López- tomó medidas para reestructurar la deuda y estabilizar el sistema financiero. 

Estableció el Banco de la Nación Argentina en 1891 para fomentar el crédito agrícola e industrial y recuperar la confianza en el sistema bancario. 

Su gestión permitió una rápida recuperación económica, aunque las heridas sociales y políticas tardarían más en sanar.

Más allá de estos acontecimientos desarrollados en 1890, es importante destacar que en el período de 1850 a 1899 Argentina fue testigo de profundas transformaciones económicas y políticas

La unificación nacional y las políticas de desarrollo económico impulsaron el crecimiento. La presidencia de Juárez Celman y la Revolución del 90 reflejaron las tensiones y desafíos de una nación en proceso de consolidación y modernización.