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¿Se viene el General Invierno?

Las consecuencias que podría traer la llegada de la estación más cruda del año son analizadas por cada uno de los que juegan un rol en la guerra entre Rusia y Ucrania, y obliga a todos a hacer sus cálculos y apostar por su propia supervivencia

22 de julio, 2022 - 08:03

Lo dijo Mark Twain y lo hemos repetido varias veces. “La historia no se repite, pero tiene ritmo”. Hoy le agregamos que ese ritmo cambia de compás, pero su esencia, que es la secuencia ordenada de sucesos, se mantiene a lo largo del tiempo.

Por ejemplo, la historia de Rusia presenta varias invasiones contra su extenso territorio. Entre ellas hay dos que alcanzaron la condición de memorables, como lo fueron la invasión napoleónica en 1812 y la del III Reich en 1941.

Ambas fueron físicas y estuvieron materializadas por el avance sobre el territorio ruso de poderosos ejércitos que casi alcanzaron sus objetivos de conquista pero terminaron siendo derrotadas en forma decisiva.

Hoy, creo que asistimos a un evento similar aunque se mueve a un compás distinto. Más lento, pero igualmente decisivo.

Es la invasión de Occidente contra Rusia. Un movimiento geopolítico que se inició con la caída de la URSS en 1991 con el avance irrefrenable de la OTAN hacia el interior de Rusia con la intención de cercarla.

Pero no nos adelantemos y recordemos las dos ocasiones anteriores ya mencionadas. La primera fue la invasión francesa del Grande Arnée conducido por el genio militar de la época, Napoléon Bonaparte.

Frente a este poderío, Rusia optó por usar la técnica de la tierra arrasada, que consistió en retroceder y no pelear de frente al arrollador avance francés, abandonando las tierras para que estos no pudieran abastecerse del terreno invadido.

Los rusos se replegaron y Napoleón entró a Moscú asumiendo que Alejandro I negociaría una paz. Sin desembargo, las órdenes del Zar eran la de incendiar la ciudad. Tras un mes, temeroso de perder el control en Francia, Napoleón decidió salir de Moscú.

En su retirada en el invierno de 1812, los franceses sufrieron muchas calamidades, al punto que de los 650 mil hombres invasores solo 40 mil cruzaron de regreso el río Berezina, en noviembre de ese año.

Se estima que murieron unos 570 mil soldados del ejército francés y 400 mil del ruso, a lo cual hay que sumar cientos de miles de bajas en la población civil.

La segunda invasión ocurrió 127 años después y, también, luego de un raudo avance, se rindió en Stalingrado el 6º Ejército Alemán tras las ofensivas que el Ejército Rojo lanzó durante el frío invierno de 1943.

Luego, momentáneamente, la poderosa máquina bélica germana fue capaz de lanzar un contraataque para recapturar la ciudad de Járkov y áreas circundantes y detener el avance del Ejército Rojo.

Sus tanques Panzer IV aprovecharon los deshielos de la primavera subsiguiente para librar la mayor batalla de blindados de la historia en la denominada saliente de Kursk.

Pero los soviéticos trajeron entonces sus reservas para contener el empuje alemán, que ya no tenía reservas de consideración habiendo agotado sus fuerzas acorazadas, por lo que no pudo parar la contraofensiva soviética que lo lanzó de vuelta a sus posiciones de partida.

Ya de nuevo, en el nuevo invierno de 1944, uno de los más crudos de los que se tenga memoria, Joseph Stalin declaró la liberación de la famosa ciudad y una ofensiva en todos los frentes para expulsar a los invasores.

Poco después, muchas más ciudades rusas en poder de los alemanes fueron liberadas. Comenzaría una verdadera carrera hacia el Este, en el que la Wehrmacht nunca vería su frente roto, pero a su vez era incapaz para detener el arrollador avance soviético, que sólo se detuvo en Berlín.

El 30 de abril de 1945 se suicidó Adolf Hitler, Führer de Alemania. A pesar de que la Unión Soviética quería tomar Berlín el día 1 de mayo, en consonancia con el Día de los Trabajadores, los alemanes rindieron la ciudad al día siguiente, un 2 de mayo.

En el interín, muchas unidades alemanas marcharon hacia el Oeste para entregarse a los Aliados occidentales en lugar de ser capturados por los soviéticos. Poco quedaba en pie del más de un millón de hombres que algunos años antes había atravesado la frontera polaca en procura de Moscú, Stalingrado y Leningrado.

Hoy, como ayer, Rusia al principio los dejó hacer y los ejércitos enemigos pudieron avanzar sin mayores problemas hasta la profundidad de su extenso territorio. Pero cuando todo parecía perdido, Rusia reaccionó y retomó la iniciativa iniciando una contraofensiva que terminó en la capital de sus enemigos.

Porque la guerra en Ucrania no comenzó en febrero de este año, sino mucho antes con la llegada de los simpatizantes de la OTAN al gobierno de Ucrania en el 2014, tiempo en el cual la OTAN aprovechó para armar y para instruir a las fuerzas armadas ucranianas y fortificar cada una de sus ciudades.

Tal parece ser, nuevamente, el caso con la OTAN avanzando rauda pero “pacíficamente” hacia el Este desde el colapso de la URSS en 1991. Pero acaba de ser detenida en Ucrania.

La proximidad del invierno, que promete ser duro y cruel como los anteriores, obliga a todos a hacer sus cálculos y sus apuestas. A saber:

  • Rusia ya ha conquistado sus principales objetivos de guerra, a saber: la desmilitarización de Ucrania y su consecuente desnazificación. Resta saber si se contentará con el Donbass o si seguirá avanzando hacia el Oeste como en otros tiempos.
  • - Europa, en el medio, se encuentra sumergida en una gravísima crisis energética que se materializa en el aumento de los precios del gas, la electricidad y los combustibles como la lógica consecuencia de haber seguido al pie de la letra las sanciones de EE.UU. contra Rusia y el haber destinado fondos a armar a Ucrania.
  • Por su parte, EE.UU. ha hecho su juego, pues a pesar de las sanciones que promueve, ha anunciado que reanudará sus vuelos conjuntos con Rusia a la Estación Espacial Internacional, según anunció la NASA. Además, Washington ha levantado varias restricciones al comercio con Moscú, por lo que las empresas estadounidenses podrán realizar transacciones relacionadas con alimentos, semillas, medicamentos y equipos médicos.
  • En nuestra región, también Brasil ha jugado sus cartas y su ministro de Relaciones Exteriores ha asegurado que su país comprará todo el gasoil que pueda a Rusia. En febrero pasado, además, Bolsonaro viajó a Moscú y firmó un acuerdo para adquirir fertilizantes destinados a sus agronegocios y un submarino impulsado a energía nuclear, tras la negativa de Francia de hacerlo.
  • Pero en Europa no han faltado las voces de alarma, como las del primer ministro de Hungría, quien criticó a la Unión Europea por las sanciones a Rusia, lo que en su opinión causarán una recesión. Por su parte, el presidente de Francia ha anunciado “sangre, sudor y lágrimas para Francia y Europa", y además profetizó que la guerra en Ucrania va para largo y que a todos los países europeos les esperan tiempos duros.
  • Como consecuencia de todo ello, los titulares de los respectivos ejecutivos del Reino Unido, de Estonia y de Italia se han visto obligados a renunciar, mientras que el presidente de EE.UU. registra el más bajo nivel de apoyo –aún entre los miembros de su partido– de las últimas décadas. En tanto, la figura de Vladimir Putin no deja de fortalecerse, tanto en el interior ruso como entre el consenso de sus pares en el exterior, especialmente entre los integrantes del naciente BRICS.

Como vemos, la historia tiene un ritmo implacable para quienes no la estudian en profundidad, ya que parecería ser que, hoy como ayer, todos parecen estar esperando al General Invierno. Aunque por distintos motivos y con diferentes expectativas.

 

El Doctor Emilio Magnaghi es Director del Centro de Estudios Estratégicos para la Defensa Nacional Santa Romana. Autor de El momento es ahora y El ABC de la Defensa Nacional.