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Próxima parada: Taiwán

El desafío de Nancy Pelosi para mostrar "el compromiso inquebrantable de Estados Unidos de apoyar la vibrante democracia de Taiwán" ha sido recibido con maniobras militares chinas en el mar que rodea la isla, que tienen previsto navegar, incluso, las aguas territoriales taiwanesas

05 de agosto, 2022 - 07:39

Cuando abrió el segundo sello, oí al segundo ser viviente que decía: “Ven”. Entonces salió otro caballo, rojo; al que lo montaba se le concedió quitar de la tierra la paz para que se degollaran unos a otros; se le dio una espada grande. Ap. 6,3-4

El lunes de esta semana las redacciones de noticias del mundo contenían la respiración ante el anuncio de la presidenta de la Cámara de Representantes de los EE.UU., Nancy Pelosi, de visitar la isla de Taiwán, también conocida como la República China. No era para menos, ya que las autoridades de Beijing habían amenazado con derribar al avión que la transportaba.

Nada de esto último sucedió, lo que no fue obstáculo para que China iniciara una serie maniobras militares en sectores próximos a la isla, a la par de que lanzaba varios ciberataques y protestas diplomáticas a granel. Lo mismo para que los EE.UU. movilizaran sus fuerzas de portaaviones de rigor hacia la zona.

Pero así como todo tiene su historia, ¿cuál es la que hay detrás de este peligroso enfrentamiento?

Todo empezó con la victoria comunista en la guerra civil china en 1949, que marcó el comienzo de la división de China en dos Estados, que ha continuado hasta la actualidad.

Mientras los comunistas liderados por Mao Zedong se hicieron con el poder en la China continental, las fuerzas del régimen nacionalista del general Chiang Kai Cheg se replegaron a la isla de Taiwán, desde donde esperaban poder organizarse para reconquistar el continente.

Pero esto último no ocurrió porque las fuerzas militares del llamado Ejército Popular de Liberación le permitieron a Mao unir a todo el continente chino como un Estado unificado, mientras que la isla de Hainan y el Tíbet fueron anexionadas con posterioridad quedando Taiwán como una cuestión pendiente. Por su parte, las fuerzas nacionalistas quedaron confinadas a la isla de Taiwán.

Con ambas administraciones reivindicando la soberanía total china, la situación fue evolucionando a caballo de la creciente asimetría de poder de la denominada China continental respecto de la isla de Taiwán. Por ejemplo, durante los años 70, una gran mayoría de los Estados del mundo comenzaron a reconocer a la República Popular China como la única y verdadera China.

Hasta los Estados Unidos, durante la presidencia de Richard Nixon, con el fin de contrapesar internacionalmente a la URSS en el contexto de la ‘Guerra Fría’, aceptó esta situación. Por su parte, la ONU le concedió a la República Popular China su asiento, tanto en la Asamblea General como en el Consejo de Seguridad.

Concretamente, la política de los EE.UU. de “Una China” se declaró por primera vez en el Comunicado de Shanghái de 1972: "Los Estados Unidos reconoce que los chinos a ambos lados del Estrecho de Taiwán sostienen que hay una sola China y que Taiwán es parte de China. Estados Unidos no cuestiona esa posición", decía.

Cuando el presidente Jimmy Carter en 1979 rompió relaciones con Taiwán a fin de establecerlas con la República de China, el Congreso respondió aprobando la Ley de Relaciones de Taiwán, por la que mantenía sus vínculos con Taiwán. En 1982, el presidente Ronald Reagan también vio que se adoptaran las Seis Garantías, siendo la quinta que Estados Unidos no reconocería formalmente una eventual soberanía china sobre Taiwán.

Como vemos, la política de Estados Unidos se ha mantenido siempre ambigua, ya que si por un lado reconoce la existencia de una sola China, por el otro no está dispuesto a aceptar la soberanía de la continental por sobre la insular.

Hasta aquel momento, era Taiwán la que se negaba a aceptar el reconocimiento diplomático de los países que reconocían al gobierno de China. Sin embargo, desde que la República Popular se convirtió en el Estado reconocido diplomáticamente por la mayoría de los países del mundo, es ésta la que se niega a admitir relaciones diplomáticas formales con los que la reconocen como la única China.

En 1991, Taiwán renunció formalmente a su aspiración de recuperar el control sobre el continente. Sin embargo, la imposibilidad de alcanzar un consenso continúa, ya que la República Popular China se niega a aceptar una República de Taiwán independiente y amenaza con el uso de la fuerza para impedirlo.

Este complejo limbo institucional es lo que ha venido motivando una seria disputa entre los EE.UU., por un lado, ya que si bien mantiene la política de una sola China afirma no aceptar la anexión de Taiwán por parte de China.

A la par de que los países del mundo mantienen contactos económicos y políticos con Taiwán, éstos se llevan a cabo a través de embajadas oficiosas, encubiertas como oficinas comerciales o turísticas. Además, Taiwán no pertenece prácticamente a ninguna organización internacional, lo cual ha provocado numerosos problemas en los últimos años.

Por otro lado, y conforme ha ido aumentando el poder económico, social y militar de la República Popular China, ésta se ha convertido en una potencia emergente difícil de ignorar y a la que es cada vez es más complicado enfrentarse. Amparada en ese aumento de su fuerza, las presiones de Beijing sobre Taiwán se han ido intensificando paulatinamente en pos de una reunificación.

El 14 de marzo de 2005 la República Popular China aprobó la Ley Anti-Secesión, que autoriza de forma explícita el uso de la fuerza para recuperar el control de un territorio sublevado, una ley hecha “a la medida" para el caso de Taiwán, considerado como un territorio rebelde desde que el comunismo tomó el poder en la zona continental en 1949.

Por su parte, el presidente de Taiwán presentó el 19 de julio de 2007 una solicitud para ser miembro de la ONU. En respuesta, la Secretaría de ese organismo rechazó la solicitud de acuerdo a la “política de una China de las Naciones Unidas”, basada en su resolución 2758.

El 7 de noviembre de 2015 los presidentes de la República de China y la República Popular China tuvieron un histórico encuentro en Singapur, después de 66 años de distanciamiento político entre ambos Estados. Durante el encuentro, ambos jefes de Estado mantuvieron una charla privada, de la cual se mostraron agradecidos posteriormente.

Como se ve, ha sido una larga y zigzagueante historia. La que se ve ahora agravada por la guerra comercial desatada por los EE.UU. contra China, especialmente en la Cuenca del Indo Pacífico. Se suman a ello, en un contexto más general, las operaciones militares especiales que desarrolla Rusia en Ucrania y que han motivado, entre otras cosas, un gran acercamiento geopolítico entre Rusia y China.

Un hecho de tal magnitud que ha llevado a varios expertos a afirmar que China podría aprovechar esta ventana de oportunidad para ocupar Taiwán y saldar así un viejo problema. Por su parte, la gran estrategia de los EE.UU. parecería estar destinada a impedir esta oportunidad mediante una agresiva maniobra contra China y a favor de Taiwán.

En esta oportunidad, por la travesura de la legisladora decana norteamericana, Nancy Pelosi, el agua no llegó al río. Pero recordemos que desde que Vladimir Putin advirtió que se había cruzado una línea roja en la seguridad de Rusia a la invasión a Ucrania pasaron dos meses.

Crucemos los dedos...

 

El Doctor Emilio Magnaghi es Director del Centro de Estudios Estratégicos para la Defensa Nacional Santa Romana. Autor de El momento es ahora y El ABC de la Defensa Nacional.