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Políticas de mentiras, mentiras de la política

Las marchas de este 24 de marzo se usaron para introducir la idea de que en el proyecto de poder del kirchnerismo anida la revolución y la liberación nacional

26 de marzo, 2023 - 08:21

Poco antes de la invasión a Irak en 2003 por parte de EE.UU. hubo dos hechos que demuestran el uso de la mentira en la actividad política, algo que, como muchas otras cosas, no es un invento argentino pero aquí se ha perfeccionado como la pizza y la milanesa.

En una reunión de emergencia del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas en la que Estados Unidos urgía a la organización que le dieran apoyo para ingresar al país del Medio Oriente y sacarse de encima a un ya molesto Saddam Hussein, el secretario de Estado Colin Powell mostraba un frasquito con un polvo blanco, con el que intentaba demostrar que en Irak se estaba produciendo armas de destrucción masiva.

Nunca se supo si el pequeño envase tenía uvasal o ántrax, un veneno este último que se utilizó para realizar atentados especialmente enviando el tóxico por correo y contaminando a quien abriera el sobre.

La mentira que quiso imponer el expresidente George Bush hijo no prosperó y Washington tuvo que invadir Irak sin el consenso de la ONU, y además nunca encontraron la fábrica donde se elaboraba el polvo blanco del frasquito.

La otra mentira, que es más sistemática e incisiva, es la de etiquetar siempre a priori el papel histórico de las derechas y de las izquierdas sin observar el rol que cumplen en el momento histórico de cada país.

Ocurrió en el mismo ámbito internacional y en torno al mismo tema. En las deliberaciones del Consejo de Seguridad, Francia y el Reino Unido, a la sazón miembros permanentes y con poder de veto, rivalizaron políticamente con roles ideológicos cruzados.

El gobierno laborista, y por ende de izquierda, de Tony Blair respaldó la invasión, mientras que el gobierno de derecha de Jacques Cirac se opuso a la misma.

Es una anécdota lejana que nos invita a leer y releer cuando se colocan rótulos y se pretende actuar en torno a ellos.

Para abundar en detalles el insospechado de ser derechista Felipe González inscribió a España en la OTAN ni bien llegó al poder enancado en el Partido Socialista Obrero Español.

El pragmatismo, las necesidades de un pueblo, las urgencias sociales, etcétera, impulsan a tomar caminos que no se condicen o directamente contrarían a los principios que se esgrimen.

En la Argentina de estos días la etiqueta ideológica ha vaciado de contenido a una de las evocaciones más dramáticas de nuestra historia, que es recordar a las víctimas inocentes de las atrocidades de la dictadura de Videla-Viola-Galtieri.

Una cacería que quisieron disfrazar de guerra, pero aunque si así hubiera sido, toda guerra tiene sus reglas.

Sin embargo, bajo consignas como: “para el enemigo ni justicia” o la confesión de Videla de que “no se podía reconocer los miles de muertos” y se los hizo desaparecer, se ha vuelto difícil tomar conciencia y aprender de lo que nos pasó.

Las marchas de este 24 de marzo no interpelaron a la memoria para defender a la democracia y la libertad y reafirmar el “Nunca más”. Se usaron para pretender introducir un pseudoizquierdismo en el pensamiento para hacerle creer a muchos, especialmente a jóvenes, que en el proyecto de poder del kirchnerismo anida la revolución y la liberación nacional.

Y hoy se habla de izquierda con el diario del lunes como que ha sido la causa de todos los males del país, cuando la izquierda nunca ha tenido vigencia ni poder político real.

La violencia foquista de los 70 fue una trágica y mala imitación de procesos revolucionarios de otras partes del mundo.

Por eso estamos ahora ante el peligro de propuestas de una derecha que ofrece cambios que son poco confiables en cuanto a la permanencia de la democracia tal como la conocemos y nos ha servido para convivir.