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Estrategia argentina para frenar a Uruguay: ¿bálsamo o abierto enfrentamiento?

La Casa Rosada lanzaría una batería de medidas en su presidencia del Bloque del Mercosur. Se busca seducir a Montevideo y lograr consenso para evitar la disputa legal

05 de diciembre, 2022 - 23:08

La Cumbre de Jefes de Estado del Mercosur que tendrá lugar en Montevideo este martes 6 de diciembre se da en un contexto de tensión en alza, alimentado por la intención unilateral de Uruguay que busca sumarse al Acuerdo Transpacífico (CPTPP), una asociación de libre comercio que integran 11 países pero que, según la carta constitutiva de Asunción, es incompatible y perjudica los compromisos asumidos por los cuatro socios que integran la unión aduanera del Mercosur.

Hoja de ruta

Allegados a la presidencia sostienen que Casa Rosada planificó una hoja de ruta, una vez que asuma la conducción pro-témpore, para fortalecer los lazos de comercio intrabloque y potenciar las cadenas productivas. Esta estrategia sería la “punta de lanza” de una serie de medidas que coaccionen al gobierno de Lacalle Pou y lo redirijan a asumir un mayor compromiso con sus socios regionales.

El plan que Argentina se dispone a ejecutar en los próximos seis meses de conducción tendrá una impronta discursiva conciliatoria, con un argumento sustentado en la necesidad de dejar atrás la crisis desatada con Uruguay.

Sin embargo, todo dependerá del tono de acercamiento vs alejamiento del Palacio Estévez, dado que si no puede encontrarse un punto de equilibrio entre las partes, que sería “lisa y llanamente” un entendimiento de intereses, Argentina recurrirá, en compañía del resto de los socios, a todas las herramientas e instrumentos legales para entorpecer la iniciativa de la “banda oriental” de llevar adelante una política escapista con respecto a sus deberes vinculantes.

En síntesis, el costo político, legal y económico a corto y mediano plazo de una deserción pondría en la “nevera” los posibles Tratados de Libre Comercio (TLC) con China y los integrantes del Transpacífico.

Un postulado será darle un nuevo hálito a los acuerdos extraboque, como son el postergado Tratado Mercosur-Unión Europea, con Singapur y Corea del Sur, entre otros. Este nuevo protagonismo de una mentalidad aperturista será un fundamento idóneo para tratar de satisfacer las pretensiones de Montevideo, dado que una de las principales críticas es la inflexibilidad del Bloque y el consecuente daño económico a la salud económica de sus socios, en una clara autoalusión uruguaya.

Estrategia ampliada

Otra línea de acción es dinamizar el comercio internacional de bienes y servicios hacia adentro y por fuera de la “Unión”, con el establecimiento y desarrollo escalonado de un programa destinado a priorizar una “integración competitiva, complementaria y distributiva de las redes productivas” en referencia a las cadenas regionales y su encuadramiento dentro de un Arancel Externo Común (AEC) acorde a las demandas del mercado global.

 

Lo antedicho debe interpretarse como una segmentación de nichos industriales, donde no se perjudiquen los socios entre sí ya que no compiten en un mismo tipo de manufactura, esta asignación acortaría las brechas de Brasil y Argentina con respecto a las economías de menor dimensión: Uruguay y Paraguay. En referencia al “Arancel”, Buenos Aires tendrá que aceptar una flexibilización acelerada si aspira a calmar, aunque sea un poco, las exigencias de los otros miembros, primeramente Montevideo pero también Brasilia.

Consenso o disputa

Finalizando, el diálogo que se efectivizará en pocas horas en la capital charrúa tendrá dos posibles escenarios: una endeble “técnica de seducción” que traiga un lapso de tiempo para generar voluntad de consenso más estable o una sesión de abierto enfrentamiento de pretensiones, y si este es el caso, veremos si Argentina, Brasil y Paraguay se arriesgan al desenlace incierto del “golpe del martillo legal”, porque siempre genera esquirlas.