Por Fernando Montaña
15 Abril de 2024 - 11:57
Amor en custodia. Custodios de la jaula de los Pumas del Norte, dueños de las llaves de La Catedral del Parque. Propietarios de la casa de Lencinas; capataces de la entrada a la Bodega, serenos del pórtico del Bajo. ¿Sigo?
El capitán en el puerto de tres palos del viejo ferrocarril Palmira. El volador de poste a poste en Lavalle y Ruta 7. ¿Sigo?
Arcos del triunfo en Rodeo de la Cruz, en la Vergara, en Boedo. Porteros del viejo Olimpo de la Mitre o en cada estadio en donde haya un arco para custodiar.
Desde aquellos multicampeones del 58' y 59', el Deportivo Maipú y Atlético Argentino, con sus Primos Palazzo y el Gringo Iaconetti, respectivamente, que ponían sus dedos y su salud para que una pelota dura y de tientos no se les metiera.
Y Madeira, Fumagalli, Ciro Benigno Lucero; el gran Chalo Pedone, amo y señor del arco que rimaba con el Tanque de agua tombino. El Guitarrón Herrera con música de cueca en cada vuelo. El Loco Ugliardi y el Loco Oviedo, ambos pateando penales para sus clubes. El enorme Juan Carlos Moreno que fue a La Paternal. El Vaca Tamagnone y el Gringo Reggi, ídolos de la niñez de tantos Pepe Lui…
Y Villalón, el ruso Víctor Schoenfeld, Montilla, Cabaleiro, el Gato elastiquín Garín, Espósito, el Gato Rodríguez, Febre, Cacho Camargo, Daniel Arias, el Gallego Sallei comandando la salida desde el túnel hasta el arco.
El Loco Oviedo, Gavasci, Enzo Galimberti, el gran Sixto Orangel Martínez, que con 16 saltaba al campo de juego; Galán, Agraín, Pollo Murcia, Jorge Silva, Torres, Tano De Luca, el Buby Manchado, héroes en los combates a los pies y a los ángulos.
El Loco Mezzabotta quien hoy cuida un arco en el firmamento…
Partidos más, partidos menos, en inferiores o en uno o diez partidos en Primera, dando lo mejor para que sus pórticos sólidos detuvieras la pandemia de colores ajenos. La tela mosquitera de Dengues, Set Set y moscas culonas.
Y así hasta los tiempos cercanos con el Gran Fermín Sedano, en la década de los 90, atajándose todo y hasta metiendo un punto de vóley. Se me agolpan otros nombres y pido perdón si la memoria me falla con algún otro faltante en mi recuerdo, pero solo por hoy: Tula, el Oso Lavorante, que un día hizo un gol de arco a arco.
Julio Varas, Antonio Payero, Sebastián Torrico, Diego Pozo, Héctor Caruso, el Gorrión Bernabé, el Loco Villamil, Matías Bielli, Alejandro De la Riba, el Coqui Fontemachi…
Acaso el arquero y hoy la arquera, sean quienes más se parecen a los hinchas. Porque son los futbolistas que más cerca hemos tenido desde una tribuna y también los más lejanos cuando se nos cambiaban de arco.
Pero allá a lo lejos y acá cerca, a los que más hemos acompañado en sus movimientos. Nos elevamos con ellos y ellas cuando un centro llovido y hasta nos arrojamos juntos hacia la derecha o izquierda para detener un penal.
Y nos hemos puño en alto en el triunfo y nudo de angustia en la derrota. Pero siempre con sed de salir adelante. Como en la vida. ¿Viste?
Antes con el 1, hoy el 12, 13 o cualquier otro número, pero el amor en custodia por el arco y los colores inalterables.
Feliz día, arqueros y arqueras del fútbol mendocino.
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