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Mueblerías que fueron íconos en el siglo XIX

Con la llegada del ferrocarril y el desarrollo de la vitivinicultura, comenzó la proliferación de esos negocios en Mendoza para surtir a los más adinerados, que antes traían los muebles de Europa

28 de marzo, 2022 - 07:31

Es inimaginable pensar que unos siglos atrás los muebles eran un artículo de verdadero lujo y que muy pocos podían acceder a una habitación correctamente amueblada. Ni pensar que existiera alguna casa en donde se pudiera adquirir muebles como ocurre hoy en día. No fue hasta el siglo XIX que las mueblerías de antaño comenzaron con una etapa de comercialización masiva.

 

Un mundo nada confortable

Al poco tiempo de instalarse los conquistadores en nuestras tierras, trajeron desde Europa nuevas formas de construir viviendas, a las que agregaron el mobiliario interior para gozar de más confort. Recordemos que las primeras casas eran muy rudimentarias, edificadas con adobe y con techos de ramas o paja, y los muebles de los colonizadores no fueron la excepción. Eran de madera como el cerezo, el castaño, el peral o de árboles que se plantaban en nuestra zona, como el algarrobo. Por supuesto que en los primeros siglos de la colonia, la manufactura de los muebles era muy rústica, poco funcional y no se priorizaba la estética.

Los vecinos más importantes podían traer sus muebles desde España, pero eran solamente unos pocos.

En aquella incipiente aldea mendocina, donde no existían las mueblerías, solo había algunos carpinteros que se dedicaban a confeccionar estos artículos.

 

Antiguo aviso de una mueblería en los años 30, cuando ya se había producido la instalación de varios comercios de ese rubro.

 

El inglés de los muebles

A fines del siglo XVIII, la sociedad mendocina empezó a incorporar en sus viviendas muebles de estilos muy refinados que llegaban desde Europa.

Pronto los mendocinos de aquel entonces adquirieron muebles de estilo Carlos III, como camas, sillas, mesas, alacenas y armarios. La compra de estos elementos era muy costosa y además la entrega tardaba aproximadamente un año. Entonces, los pocos que podían viajar compraban sus muebles en España y regresaban con ellos debajo, no del brazo, pero sí de la bodega del barco.

Eran verdaderas obras de arte, con detalles tallados a mano y muchos recargados con diferentes detalles, como coloridas pinturas en miniatura, dibujos y adornos dorados a la hoja, entre otros estilos.

Después de las invasiones del Reino Unido al Río de la Plata (1806-1807), llegaron a Mendoza algunos soldados que tenían el oficio de carpintero y contaban con técnicas superiores a las que conocían los pocos ebanistas mendocinos. Uno de los que más se destacó fue el británico Pedro Martínez, quien había cambiado su nombre y apellido para poder establecerse en nuestra ciudad. Este personaje, pionero de la ebanistería mendocina, es tal vez la persona de la cual se cuenta con más datos documentales. Por ejemplo, sabemos que su taller se encontraba en el cuartel n° 4 de la ciudad.

Durante la preparación del Ejército de los Andes, el carpintero Martínez fue contratado por el Estado provincial para trabajar en la Maestranza. En esas instalaciones elaboró todo tipo de artículos para el ejército y en enero de 1817 partió hacia Chile junto a las tropas libertadoras. Con el tiempo, Martínez se transformó en uno de los referentes muebleros en la ciudad de Mendoza hasta mediados del siglo XIX.

 

Muchos años después, muebles de estilos más modernos eran promocionados en los medios a precios más accesibles.

 

Nace la primera...

Con el traslado de la ciudad después del terremoto de 1861, y tiempo después con la incorporación del ferrocarril, las mueblerías comenzaron a ser el lugar en los que los mendocinos más adinerados adquirían sus finos muebles.

Uno de los primeros negocios de ese rubro que se instaló en la ciudad se llamaba Antigua Mueblería Italiana. Se ubicaba en la Avenida San Martín 898 y su dueño era Alejandro Vaggi. Allí se podía adquirir a precios de Buenos Aires los mejores y más finos muebles importados. Un juego de dormitorio costaba unos $150, verdaderamente un platal en aquellos tiempos. Pero quien quisiera muebles más económicos, podía comprarlos en el número 56 de la entonces calle Colombia.

Unos años después, comenzaron a aparecer varias mueblerías, lo que originó una verdadera competencia comercial a finales del siglo XIX.

 

Guerra de mueblerías

Por aquel tiempo existieron varios factores que hicieron que Mendoza progresara vertiginosamente. La inmigración fue uno de ellos y también el proceso económico pujante que vivían el país y nuestra provincia, que a través del desarrollo de la vitivinicultura logró el bienestar de algunos sectores de la población. Fueron esos años de prosperidad los que trajeron la apertura de varias y grandes mueblerías.

A la que ya existía en la Avenida San Martín, llamada Antigua Mueblería Italiana, se agregó otra, denominada La Ítalo - Argentina, cuyo propietario era don Víctor Rossi y Maroni. Esta se ubicaba también en la misma arteria, pero al 300, donde se podía encontrar todo tipo y estilo de dormitorios, comedores y livings. 

Otro destacado comercio de este rubro era el de Juan Arrigoni, situada una cuadra más al Norte. Allí los muebles eran en su mayoría importados y de estilos Luis XIV, XV y XVI. A esto hay que agregar impresionantes bibliotecas, escritorios y accesorios, como lámparas de gas. En ese negocio los más pudientes realizaban sus compras para amueblar las soberbias mansiones que se encontraban en la ciudad y en los suburbios.

A principios del siglo XIX, estas grandes mueblerías fueron perdiendo fuerza al producirse un mayor consumismo de las clases más humildes, dando paso a muebles hechos en serie, de menor calidad, pero al alcance de todos.

 

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