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El mito del batán de Tejeda y la molienda de maíz para el Ejército de los Andes

Aunque muchos piensan que Andrés Tejeda tuvo que ver con el proceso de las telas, pero en realidad su participación en esa tarea fue muy escasa

17 de abril, 2023 - 08:02

Durante mucho tiempo se pensó que las telas que proveían del molino –o batán– de Andrés Tejeda, habían sido empleadas para la confección de uniformes para el Ejército de los Andes desde1814 hasta 1817, año en que las tropas patriotas partieron hacia Chile para reconquistar ese territorio.

Pero lo cierto es que aquel molino sirvió para moler el maíz para luego procesar la harina y posteriormente alimentar a las tropas que se encontraban en Cuyo. Esto descarta totalmente la utilización del abatanamiento de las telas, ya que los uniformes llegaron desde Buenos Aires.

 

Los molinos del siglo XVIII

A fines del siglo XVIII existían 21 molinos en toda la ciudad, un número que era relevante en su relación con el interior del Virreinato del Río de la Plata.

La existencia de importantes sementeras de trigo en Mendoza, así como la disponibilidad del recurso del agua –potenciado en una red hídrica que surgió de pueblos originarios, ampliada y mejorada por la mano de los colonizadores–, permitió el abastecimiento interno de harinas, y también la posibilidad de colocar los excedentes en provincias vecinas, como San Luis y Córdoba.

Los molinos de eje horizontal aprovechaban, sobre todo estacionalmente, los caudales de los cauces para realizar su tarea de molienda producción harinas de un grano grueso a mediano en general. Este componente influía en la calidad de los productos derivados que se elaboraban, principalmente el pan.

Para ese tiempo, el asentamiento principal de establecimientos molineros se realizaba a la vera de los canales más caudalosos, tales como las acequias Allayme y Jarillar y el llamado Canal Zanjón.

 

Un pardo llamado Tejeda

Andrés Tejeda nació el 9 de noviembrede1783 y fue bautizado en la parroquia Matriz de Mendoza el 11 de noviembre. Era hijo legítimo de Francisco Solano Tejeda y María Josefa Sosa, de origen afroamericanos.

Imagen de Andrés Tejeda trabajando en su molino

El molinero se casó en primeras nupcias el 31 de marzo de 1824 en la misma parroquia con María Bernardina Jofré, natural de San Luis e hija natural de Candelaria Jofré.

Pocos años después de la gesta sanmartiniana, el molinero le compró a Ángel Correa una pequeña porción de un terreno ubicado en la localidad de Panquehua –en el actual departamento Las Heras–, en donde se encontraba un molino construido en 1816.

En 1848 Tejeda contrajo matrimonio por segunda vez, a los 65 años, con Rosario Vera, natural de Chile.

En 1852 Andrés Tejeda seguía en el ramo de los molinos, y construyó uno nuevo en el paraje Mundo Nuevo, perteneciente al departamento El Retamo, hoy Rivadavia.

El molinero falleció el 27 de diciembre de 1855 y fue sepultado en el camposanto de El Retamo ya sentado la capilla de San Carlos de Borromeo en la Consulta, San Carlos, dos días después. 

 

Momentos de gran tensión

A fines de 1814, las provincias de Cuyo transitaban una difícil situación militar y política, ya que el territorio de Chile –que era gobernado por los patriotas chilenos– había caído en manos de los realistas.

Desde Mendoza, el flamante gobernador intendente, coronel mayor José de San Martín, se encontraba organizando la defensa de ese territorio previendo la inminente invasión de los leales al rey Fernando VII al territorio cuyano. Para el mandatario, la falta de tropas y recursos, era una de sus mayores preocupaciones. La logística era prioritaria por aquellos días, ya que faltaban balas de cañón, fusiles, equipos e uniformes.

Entonces se crearon, en forma experimental, un establecimiento de fundición para balas de pequeño calibre –a cargo del exiliado chileno y maestro fundidor Pedro Pascual Rodríguez– y otro de pólvora, a cargo de Antonio Álvarez de Condarco y su hermano Pedro.

En diciembre de ese año, se le encargó a un molinero llamado Andrés Tejeda la construcción de unas palas de metal para abatanar telas, las que fueron fundidas con el bronce de unas viejas campanas que tenía la iglesia de la Trinidad.

El precario batán funcionó muy poco tiempo y no cumplió con los objetivos propuestos, quedando la iniciativa de lado. Fueron escasas las telas que se abatanaron y esos "picotes" –como le decían en aquellos tiempos– se emplearon para los sacos de pólvora que se utilizaron como cartuchos de la artillería y otros usos menores.

 

Nunca se abatanaron telas

Durante marzo de 1816, el Estado contrató a Tejeda para construir un molino que sería utilizado para producir harina de maíz para las comida que se servían a las tropas.

Con ese objetivo, durante un cierto tiempo se le pagó a Tejeda $50 mensuales para proseguir la construcción en un sitio que se ubicaba sobre la acequia de el Jarillar, en la localidad de Panquehua.

En agosto de 1816,luego de la declaración de la Independencia en Tucumán por parte de las Provincias Unidas del Sud, el gobierno decretó la creación del Ejército de los Andes, y cuando se inició su formación, el director Supremo brigadier Juan Martín de Pueyrredón envió desde la metrópolis varias carretas con uniformes y otros útiles que tardaron más de 40 días en llegar.

Maquinaria para moler trigo similar a la que funcionaba con el agua del canal Jarillal

Fue así que los distintos cuerpos que se encontraban acuartelados en la ciudad fueron aprovisionados con su nueva indumentaria. Además de las prendas, llegaron varias piezas de paño de color azul y rojo que se utilizaron para la confección de uniformes para jefes y oficiales.

La sastrería donde se elaborarían las prendas se ubicó en el templo de la Merced y estaba a cargo del capitán Lino Ramírez de Arellano. Los últimos uniformes llegaron a principios de enero de 1817.

Más de un siglo después, los pobladores de la zona recordaban el lugar en donde había funcionado aquel molino de Tejeda, y el 14 de marzo de 1951el sitio fue declarado ‘Lugar Histórico Nacional’ por decreto de la Nación N°5.135.

La Junta Vecinal del Batán de Tejeda intentó sin éxito durante varios años que las autoridades provinciales y nacionales cumplieran con la ley de expropiación del sitio declarado como lugar histórico.

Posteriormente se realizaron varios intentos para recuperar el lugar con la señalización del sitio.