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¿Qué se siente ser inmigrante? La fuerte respuesta a través de los ojos de un artista

Bruno Catalano es un escultor francés. Sus obras reflejan, en silencio, la dura transición que supone el destierro del lugar de origen

Por Redacción

11 de abril, 2023 - 11:22

Siempre que se habla de inmigración aparecen situaciones que parecen salidas de un cuento de hadas. Comienzan con fotos del pasaporte, sonrisas en el aeropuerto o posteos en redes sociales que hablan de una vida color de rosa: el auto comprado a los tres meses, el celular de última generación adquirido a las pocas semanas y, por lo general, nada de arrepentimiento. Pero la realidad es otra: partir es dejar atrás un mundo que nos formó. Y de eso nadie parece hablar.

 

Cada experiencia es única, eso es innegable. Los migrantes se lanzan a un mundo desconocido, en el que hay nuevas culturas y nuevos hábitos. Pero ese vacío interno, esa falta de nuestras tradiciones se siente. En mayor o menor medida, pero se siente. Y de eso habla la obra escultórica de Bruno Catalano, un artista francés nacido en Casablanca (Marruecos). Lo vivió en carne propia. Y lo plasmó en esculturas que hoy son únicas.

 

Catalano llegó al mundo en África y se mudó a Francia para instalarse finalmente en Marsella, a los 12 años. Se hizo marinero, y se considera un eterno emigrante. Es un eterno migrante, según sus propias palabras, "lejos de mis raíces, con ganas de irme, con curiosidad por mirar a otra parte, a ver qué pasa". No pertenece a ningún lugar. Y sus obras, esparcidas a lo largo del paseo marítimo de Marsella, representan al ciudadano del mundo.

 

 

Las esculturas de Catalano fueron creadas en el 2013. Son diez imágenes concretas y vacías al mismo tiempo, y conmemoran el estatus de la ciudad como Capital Europea de la Cultura. Las esculturas llevan por título "Les voyageurs" (Los viajeros), y una de ellas está actualmente en Calgary, Canadá.

 

Las figuras representan a diez viajeros diferentes a los que les falta alguna parte del cuerpo, pero todos llevan algo en común: una valija en sus manos. Las figuras huecas representan la historia del alma moderna, la del viajero y la del emigrante. Tienen equilibrio y coherencia, y el aire y la luz atraviesan a cada cuerpo.

 

Si bien cada figura lleva una valija que pesa, esa misma valija es la que le da sostén. La valija representa los deseos y las experiencias. Recuerdos que arraigan al emigrante, y al mismo tiempo le sirven de apoyo. El autor asegura que esto representa "las raíces en movimiento".

 

Impresionan por su realismo, pero también por el mensaje directo que llega al sentimiento más profundo, más allá de los ojos. Calan hondo en la tristeza, en el "dejar atrás" tantos recuerdos, experiencias, colores, aromas, sabores del lugar que abandonamos. Es abrirse a una nueva realidad, pero dejando flotar en el aire aquello que deberemos colmar en el nuevo hogar elegido.