|25/07/23 10:23 AM

¿Por qué las encuestas la vienen pifiando feo elección tras elección?

En Córdoba, en Santa Fe, incluso en España este fin de semana, los sondeos de opinión previos a contiendas electorales muestran datos que luego no se confirman en las urnas. ¿Qué está pasando?

Por Redacción

25 de julio, 2023 - 11:17

En las últimas elecciones provinciales, en alguna municipal, e incluso en las presidenciales en España, las tan mentadas encuestas, recurso vital para medios y partidos políticos, la viene pifiando parejo.

Para botón de muestra, en la ciudad de Córdoba, tres de cuatro sondeos afirmaban que el ganador sería Rodrigo de Loredo cuando el resultado marcó una diferencia de 8 puntos en favor del peronismo Daniel Passerini.

Pasó algo similar en la provincia de Santa Fe, donde las encuestas presagiaban una reñida interna entre Carolina Losada y Maximiliano Pullaro dentro de Juntos por el Cambio: Pullaro duplicó en votos a Losada.

En España, sondeos preanunciaban que el Partido Popular, junto a Vox, podrían formar gobierno “holgadamente”. El resultado fue que la derecha y la ultraderecha quedaron a 18 bancas de la mayoría y el PSOE puede llegar a formar gobierno.

Un relevamiento de Página/12 con consultores, intentó dar explicación a por qué las encuestas vienen errando tan groseramente, algo que no es exclusivo de estos tiempos, sino que viene de varios años.

En primer lugar, la mayoría de las personas se niegan a contestar encuestas. Eso ya produce un enorme enigma. Son personas no politizadas, a veces enojadas con la política y a veces desinteresadas. Según contaron algunos encuestadores, de las llamadas por el método automático, con grabación y respuesta por teclado, apenas 2% contesta. Y ese dos por ciento no representa del todo al 98 por ciento restante: son personas más activas, más interesadas en política.

En segundo lugar, hay elecciones con 40 por ciento de ausentismo. “No sabemos bien el sesgo electoral de esos que no van a votar”, señala Facundo Nejamkis, de Opina Argentina. “Y es muy difícil averiguarlo porque nadie quiere decir que no va a ir a votar. El sesgo de los ausentes se suma al sesgo de los que no contestan”, agrega.

En tercer lugar, está lo que Hugo Haime toma de Zygmunt Bauman, “la sociedad líquida”. Personas que cambian de opinión, que deciden su voto tres días antes de la elección o el mismo día de la elección, que ven políticos que se pelean, que quieren el cambio, pero no saben a través de quién. O sea, Haime ve el factor del cambio muchísimo más frecuente que antes. “Era difícil errar hace veinte años, ahora es muy difícil clavar un número, o sea fijar un pronóstico casi matemático". En los diarios españoles de este lunes, las consultoras hicieron sus descargos basados en esta mirada: “Los votantes cambiaron a última hora. El mensaje antifascista, de evitar la llegada de Vox al gobierno, tuvo su efecto al final de la campaña”, explicó Narciso Michavila, presidente de la consultora Gad3.

Más complicaciones

Cada uno de los instrumentos de recolección de datos tiene sus problemas. Las encuestas presenciales están limitadas porque está complicado entrar a edificios de clase media y también es difícil entrar a barrios muy humildes. En ambos casos por razones de seguridad. Las encuestas telefónicas hechas a teléfonos fijos ya tienen un sesgo de clase media, porque las franjas humildes ya no tienen teléfono fijo. Los dos sistemas, el IBR, automático y el CATI, con encuestadores hablando en persona, tienen sesgos. En los celulares está el problema de que nadie quiere usar tiempo de su celular en una encuesta y, además, es difícil clasificar a quien contesta. Es incierto si proviene del sector humilde, clase media baja, clase media alta o de la franja conocida como ABC1. Y las encuestas informáticas -reclutando encuestados en Instagram y Facebook- tienen una marcada presencia de jóvenes y están poco o nada representados los adultos mayores.

Hoy en día hay muchos encuestadores que admiten las limitaciones de cada método y buscan una combinación, llenando de esa manera los cupos por franja de edad, de nivel socioeconómico y de zonas de una ciudad, una provincia o el país.

El saldo final, de todas maneras, es que los que contestan por cualquiera de los distintos métodos son ciudadanos más bien activos, politizados y hasta con cierta pasión por la política. Quedan afuera los moderados, los indiferentes, que son una altísima proporción de la población. Y buena parte terminan no votando.

Sondeos “a medida”

Más allá de factores decisivos de una sociedad cambiante, también están las encuestas que son más bien publicidad política u operaciones. Que existan distintos pronósticos para las PASO y para las internas en Juntos por el Cambio o la disputa en CABA obedece a metodologías distintas y, también, a algún sondeo hecho a medida para algún candidato. Nunca se puede descartar.

No obstante, hay consultores con décadas de actuación en el mundo de las encuestas y para los que, por supuesto, un error grosero (que gane el segundo, por ejemplo) es una derrota para su empresa.

Los que ya ganaron… según los medios

Existe otro factor que jugó y sigue jugando: la ofensiva mediática. En España, y en gran parte del mundo, se instala que la derecha ya ganó, que hay un proceso irremediable de derechización. Entonces, cuando pasa lo de España, cuando pierde Losada por goleada o gana el peronismo cordobés, se plantean como batacazos, sorpresas o hechos excepcionales.

Lula en Brasil, Gabriel Boric en Chile, Gustavo Petro en Colombia y tal vez la candidata correísta en Ecuador, Luisa González, favorita para imponerse en agosto en la elección presidencial, hacen pensar que lo excepcional puede no ser tan excepcional.