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Un globo es un globo

La trama de los globos chinos que presuntamente vigilan los cielos occidentales debe ser un llamado de atención para que nuestro país cuente con una política de Estado destinada a resguardar el aeroespacio, aunque más no sea para la seguridad del tránsito aéreo comercial

13 de febrero, 2023 - 07:56

Arthur Wellesley, primer duque de Wellington, (1 de mayo de 1769 / 14 de septiembre de 1852) fue un soldado angloirlandés y estadista conservador que se hizo históricamente famoso por haber sido el vencedor de Napoleón en la recordada batalla de Waterloo. Solía afirmar que se había pasado la mitad de su vida en campos de batalla, tratando de saber qué hacían sus enemigos del otro lado de la colina.

En su época ya habían comenzado a ser utilizados con este fin los globos de gas para el cometido de la observación militar. El francés L'Intrépide, de 1795, se conserva en el Museo Heeresgeschichtliches, de Viena.

Con el tiempo, sus performances técnicas fueron mejorando, hasta el derribo de un globo sobre la Unión Soviética a finales de la década de 1950. Se cree que el globo fue lanzado por los Estados Unidos como parte de una misión de espionaje ultra secreta de la Guerra Fría.

Su uso pareció quedar obsoleto por el uso generalizado de otro ingenio espacial: los satélites artificiales. Pero como todo vuelve, parece que los globos espías también volvieron.

Concretamente, hace pocos días ocurrió un incidente cuando los EE.UU. derribaron un globo de origen chino que había ingresado en su espacio aéreo –sin ser inicialmente detectado– una semana antes por su frontera norte con Canadá, desde el Círculo Ártico.

El mismo fue objeto de un gran debate, ya que la Casa Blanca y el Pentágono tenían puntos de vista diferentes sobre qué hacer con el artefacto de origen chino, al que no dudaron en calificar como un “globo espía”.

La Casa Blanca, por un lado, estaba preocupada por las posibles consecuencias a su seguridad nacional, ya que el ingenio había sobrevolado lugares sensibles. En cambio, el Pentágono estuvo más centrado en las posibles consecuencias negativas de un derribo sobre suelo estadounidense.

Finalmente se llegó a un acuerdo y el globo fue destruido por un avión caza F-22 cuando sobrevolaba una zona de mar abierto frente a las costas de Carolina del Norte.

Por su parte, el gobierno chino expresó un fuerte rechazo y oposición a estas acciones contra su globo, al que calificó de “uso meteorológico” y que había sido desviado por vientos adversos.

Además, exigió que los EE.UU. brinden una explicación completa y que tomen medidas para evitar que vuelvan a ocurrir incidentes similares en el futuro. Y como si esto fuera poco, también instó a respetar la soberanía y los intereses de seguridad de China en su conjunto.

 

Globos multipropósitos

Ahora nos preguntamos, ¿puede un globo ser empleado como espía en este siglo XXI?

Al respecto, hemos investigado que, efectivamente, pueden y han sido utilizados con fines de vigilancia y reconocimiento. Por lo general, lo hacen equipados con cámaras, sensores y otros equipos electrónicos que les permiten recopilar datos a distancia.

Los globos espía se pueden usar para vigilar áreas grandes, como fronteras, por motivos de seguridad. También se pueden usar para monitorear desastres naturales, como inundaciones, y para rastrear los movimientos de personas y animales.

Además, los globos espía se utilizan a menudo en operaciones militares, ya que pueden proporcionar una vista panorámica del campo de batalla a un costo bastante bajo.

Como tales, los globos de reconocimiento son una alternativa más barata a los satélites espía, que son mucho más caros pues vuelan a una mayor altitud y deben ser colocados en órbita por costosos cohetes.

Los globos vuelan a una gran altitud, están generalmente llenos de helio o hidrógeno y llegan hasta la estratósfera, alcanzando normalmente entre 18 y 37 kilómetros sobre el nivel del mar. En 2002, un globo estadounidense llamado BU60-1 alcanzó una altitud récord de 53 kilómetros.

Es más común que estos globos de gran altitud sean utilizados con fines meteorológicos, y otros propósitos incluyen su uso como plataforma para experimentos en la atmósfera superior. Para cumplir con estas tareas contienen equipos electrónicos, como transmisores de radio, cámaras o sistemas de navegación por satélite y receptores GPS. También están equipados con sistemas de vuelo rudimentarios que permiten modificar su trayectoria mediante cambios de altitud a efectos de aprovechar distintas corrientes atmosféricas.

Estos globos se lanzan a lo que se denomina el “espacio cercano", definido como el área de la atmósfera terrestre entre el límite de Armstrong (18 a 19 kilómetros sobre el nivel del mar) y la línea Kármán (100 kilómetros sobre el nivel del mar), donde la astrodinámica debe reemplazar a la aerodinámica para mantener el vuelo.

Más allá de estos pocos detalles técnicos, no sabremos nunca si el famoso globo se trataba de uno con fines “non sanctos” vinculados con el espionaje u otros más inocentes como la metereología de alto vuelo. Lo que sí ha quedado claro es que el episodio ha sido enmarcado, tanto por los EE.UU. como por China en la guerra fría que ambos vienen librando de un tiempo a esta parte.

Un dato que queda flotando en el aire, no como el globo ya derribado, sino otro ingenio similar que se encontraría sobre los cielos de la América del Sur.

Ni los EE.UU. ni China han especificado el dónde. Lo que no deja de ser un llamado de atención para la precaria seguridad de nuestro aeroespacio, que, aún hoy en el 2023, no se encuentra totalmente radarizado.

No digo para detectar globos espías, sino simplemente para la seguridad de nuestro tránsito aéreo comercial. Otra de las tantas materias pendientes que exigen una política de Estado.

 

El Doctor Emilio Magnaghi es Director del Centro de Estudios Estratégicos para la Defensa Nacional Santa Romana. Autor de El momento es ahora y El ABC de la Defensa Nacional.