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¿Qué pasó en las PASO?

Los candidatos a la Presidencia en las elecciones generales deberán usar todas las armas a su alcance para conquistar a un electorado remiso que por ahora resulta difícil de convencer

18 de agosto, 2023 - 08:44

Los memoriosos dicen que no hay nada que, de alguna manera, no haya pasado antes. En el mismo sentido, hablan de diversos temas, sucesos, personas u objetos que son considerados como “sombra", imagen o figura de otra realidad más nueva o más reciente.

En este marco, los más viejos recordarán por aquella lejana década de los años 80, cuando por entonces Carlos Menem y Antonio Cafiero eran vistos públicamente como las dos mayores figuras capaces de obtener la candidatura presidencial.

Por aquellos días no existía eso que tenemos hoy y de lo cual todos estamos hablando, las PASO. Las primarias abiertas, simultáneas, abiertas y obligatorias para la elección de los candidatos presidenciales de todos los partidos.

En aquella oportunidad se trató de la interna de un sólo partido, el Justicialista, y sus candidatos fueron un Menem que con su melena y patillas representaba lo nuevo y el antisistema, y por el otro, un Cafiero que era todo lo contrario, es decir el sistema, el hombre apoyado por la estructura partidaria.

El domingo pasado se registró el ausentismo más alto en los últimos 40 años, un espacio en el que los candidatos buscarán pescar los votos que necesitan

Al momento de la elección se consideraba asegurada la victoria del segundo de ellos debido a su imagen consolidada a nivel nacional, además habiendo obtenido la gobernación de la provincia de Buenos Aires tan solo unos meses atrás. Por otra parte, la imagen de Cafiero como un líder renovador parecía contrapesar a Menem, visto como un “populista retrógrado”.

Sin embargo, esas elecciones las ganaría el riojano, dando inicio a un desarrollo político que lo llevaría a ser dos veces presidente de la Argentina.

 

Qué pasó ahora

Dicho esto, vemos las naturales coincidencias con lo que nos acaba de pasar en estas PASO, en las que un outsider, también un “melenudo”, acaba de resultar el más votado contra los otros candidatos del sistema.

Pero no nos apresuremos, vamos por parte, como dijo Jack el destripador y no nos hagamos mala sangre, como dijo Drácula.

Vamos primero, para empezar, con el análisis de los fríos números.

Los votantes del padrón electoral fueron 35,4 millones, pero la abstención llegó a 11,4 millones, lo que sumado a los votos en blanco/impugnados trepó a 2,7 millones, lo cual nos da un total del 40% y del cual más adelante hablaremos.

El voto del 60% restante se distribuyó de la siguiente manera: 

De esos guarismos surgen las siguientes conclusiones parciales:

1º) Existió un amplio ausentismo, el mayor de la historia de los últimos 40 años, lo que abre numerosos interrogantes y se configura como un dato a tener en cuenta para futuros análisis.

2º) Si bien hay un ganador, que es Javier Milei, con un 30% de votos, no muy lejos suyo se ubican los candidatos más votados de sus respectivos espacios:

Patricia Bullrich, de Juntos por el Cambio, con un total unitario de 11,5% y un partidario del 28,27%, y Sergio Massa, con un unitario del 14,4% y un partidario de Unión por la Patria del 27,3%. En pocas palabras, hay menos de 3 puntos porcentuales entre los tres tercios en los que se dividió la elección.

3º) El candidato más votado, es decir Milei, lo hizo sin una estructura partidaria de respaldo y apoyado en un mensaje político rupturista y muy agresivo para con el sistema político tradicional (denominado por él mismo como “la casta”).

Por su parte, Bullrich, quien fue la ganadora de su espacio político, también lo hizo sin disfrutar del gran apoyo y del aparato de su contrincante, Horacio Rodríguez Larreta.

Finalmente, Massa tuvo el triste honor de ser el candidato menos votado de su partido en tiempos de democracia y en el ejercicio del Ministerio de Economía.

Lícitamente, se interrogará y nos cuestionará el lector sobre cómo sigue esta película. No es fácil pero trataremos de explicarlo.

Lo primero a discernir es que éste ha sido el primer round de una pelea prevista a dos o hasta tres rounds. Vale decir, las elecciones generales el 22 de octubre y un balotaje, si lo hubiera, el 19 de noviembre.

Por ello es de esperar que todos los candidatos busquen mejorar sus respectivos guarismos en los meses que nos separan de ambos eventos.

Fundamentalmente, tratando de capturar a aquella parte del electorado que no fue a votar y que es muy grande. También apelando a quitarle votos a las segundas partes perdidosas, vale decir a los votos de Rodríguez Larreta o de otros candidatos menores, como los del cordobés Juan Schiaretti (3,8%). No será así para las izquierdas, pues se sabe que su electorado es muy fiel.

Creemos que en esta etapa los parámetros de búsqueda de votos serán distintos a los utilizados hasta el momento, que podemos sintetizarlos en una expresión de bronca generalizada con la actual situación y la búsqueda de una propuesta nueva y distinta.

Ahora, los tres candidatos más votados deberán convencernos que pueden gobernar este potro salvaje que se llama República Argentina.

Cada uno desarrollará su propia estrategia, que se traducirá en un mensaje concreto. Por ejemplo, me permito deducir que Milei buscará presentarse un poco más moderado y que tiene capacidad y equipos para poder gobernar una vez elegido.

Por su parte, Bullrich aportará desde su aplomo la tranquilidad de contar con el apoyo de su partido y una forma más tranquila de hacer las cosas.

Finalmente, Massa tendrá la muy difícil tarea de demostrar que se puede ganar una elección siendo el ministro de Economía con una inflación de tres dígitos. (Continuará…)

 

El Doctor Emilio Luis Magnaghi es Director del Centro de Estudios Estratégicos para la Defensa Nacional Santa Romana. Autor de El momento es ahora y El ABC de la Defensa Nacional.