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Las grandes migraciones, ¿sustitución o nueva esclavitud?

Algunos países requieren de flujos cada vez mayores de mano de obra barata y más fácilmente explotable para sustituir a los trabajadores nativos, que son más exigentes y menos dóciles en su entorno laboral, provocando, de esta manera, una inmigración masiva muchas veces sin control y cercana a la esclavitud

06 de octubre, 2023 - 08:36

Según la Agencia de la ONU para los Refugiados (ACNUR), el número de personas desplazadas forzosamente en todo el mundo llegó a 60 millones hacia finales de 2014, el nivel más alto desde la Segunda guerra Mundial. Y no ha dejado de seguir subiendo. De ellos, 19 millones son refugiados (huyen de un país hacia otro) y 38 millones son desplazados (se mueven dentro de su propio país).

Las naciones que han producido la mayor cantidad de refugiados son: Siria, Afganistán y Somalia, que representan el 53 % del total, mientras que Sudán, Sudán del Sur, la República Democrática del Congo, Birmania, la República Centroafricana, Irak y Eritrea, el 24 % restante.

Por su parte, los países que han recibido la mayor cantidad de refugiados por año forman parte de la UE y han sido —según datos conocidos a finales de 2014— Francia (252 mil), Alemania (217 mil), Suecia (142 mil) y el Reino Unido (117 mil, guarismos que no han dejado de crecer desde entonces.

Más allá de esta realidad, la migración de los seres humanos es un fenómeno mundial, ha estado presente en todas las épocas de la historia y se ha dado en todas las regiones de nuestro planeta, ya que siempre han existido, desde la prehistoria de la humanidad, grandes movimientos culturales, económicos, geográficos y políticos que dieron origen a desplazamientos en masa de la población, tanto espontáneos como forzados.

Por ejemplo, como sabemos, las poblaciones americanas ingresaron atravesando el estrecho de Bering durante la última glaciación y aprovechando la existencia de un corredor natural libre de hielos entre los montes de Alaska, la cordillera de las Cascadas y las Montañas Rocosas.

Podríamos citar muchos casos similares ocurridos tanto en Levante, África o la extensa Asia. Lo concreto es que estos movimientos sólo encontraban limitaciones en las barreras geográficas naturales, como los océanos, los grandes ríos, los desiertos o las altas cordilleras.

Pero con el crecimiento de la civilización y tras el surgimiento de la vida sedentaria, las distintas potestades políticas establecidas comenzaron a colocar barreras o a facilitar a estos grandes movimientos humanos en función de sus propios intereses.

No es el único, pero sí es el ejemplo más conocido y estudiado, el proceso llevado a cabo por el Imperio Romano, que es considerado uno de los más grandes de la historia. Su noción de imperium “sine fine” (imperio sin fin) lo llevó a una permanente expansión y a una necesaria asimilación de los pueblos conquistados, lo que lo llevó a la adopción de distintos formatos de dominio según las circunstancias concretas, a saber:

1) Una convivencia pacífica con los pueblos de la península itálica que se fue manifestando con una progresiva asimilación de los mismos a través del otorgamiento de la deseada ciudadanía romana.

2) Una ocupación militar de ciertos lugares, como las Galias, Britania y Germania, que le proporcionó un abundante flujo de recursos, especialmente de esclavos para mantener su economía en funcionamiento.

3) Una ocupación más suave y simbólica concentrada en el cobro de impuestos (Palestina) o en la importación de materias primas (Egipto).

4) La oposición frontal a las potencias rivales, como la de Cartago en el Mar Mediterraneo (“Mare Nostrum”) que sería finalmente destruida, y la inconclusa y frustrada lucha contra los partos en el Oriente contra Persia.

Con el paso de los siglos las capacidades de administración, tanto militar como civil, de Roma se fueron agotando y tras la llegada de los mongoles de Atila, a fines del Siglo IV, los que a su vez presionaban a las tribus godas a emigrar en busca de la protección romana, llevaron al sistema a su colapso.

 

La historia reciente

Este repaso a vuelo de jet de la historia clásica tal vez nos permita encontrar algunas similitudes con lo que está sucediendo por estos días, ante lo cual surgen diversas interpretaciones.

Por ejemplo, una teoría extrema nos habla del “gran reemplazo” o la “gran sustitución”, según la cual la población blanca, mayoritariamente cristiana europea, está siendo sistemáticamente reemplazada con pueblos no europeos, específicamente árabes, bereberes, levantinos, norteafricanos y subsaharianos, a través de la inmigración masiva, el crecimiento demográfico y una caída en la tasa de natalidad europea.

Otro ejemplo interesante se está dando entre los EE.UU. y México, una de las fronteras más calientes por estos días, pues como ha afirmado Elon Musk en un tuit: “La Patrulla Fronteriza de Estados Unidos acaba de calificar a este mes como el de mayor número de inmigrantes ilegales registrados en la historia: más de 260 mil. El número total, incluidos los no registrados, puede superar el medio millón por mes, que es la población de Wyoming”.

Pero ésta, en particular, tiene una historia interesante como pocas, pues como sabemos, fueron los Estados Unidos quienes le arrebataron más de la mitad del territorio a México, obligándolo a ceder sus dominios de Alta California, Nuevo México, Texas y La Mesilla.

Luego, durante la Segunda Guerra Mundial, esos mismos estadounidenses, que necesitaban gente para mantener activa su economía comenzaron a emplear a ciudadanos mexicanos, en forma ilegal/temporal para que hicieran los trabajos más desfavorables.

Esto ha llevado a que en la actualidad el flujo ilegal que menciona Musk va produciendo la formación de una creciente comunidad de ascendencia mexicana de magnitud cada vez más considerable, ya sea que ésta sea aceptada en forma legal o no.

 

Gobiernos a favor de las migraciones masivas

Llegado a este punto y teniendo en cuenta la perspectiva histórica planteada, nos podemos interrogar si la teoría del reemplazo o de la sustitución es algo deseado por las elites gobernantes, tanto en Europa como en América del Norte o, simplemente, una consecuencia lógica pero no deseada del curso de los acontecimientos.

Como vemos, ellas están a favor de las migraciones masivas y, pese a las voces aisladas como las de la italiana Giorgia Meloni, del húngaro Viktor Orban o de varios senadores republicanos estadounidenses, esos países requieren de flujos cada vez mayores de mano de obra barata y más fácilmente explotable para reemplazar a los trabajadores nativos, que son más exigentes y menos dóciles en su entorno laboral.

Un interrogante que surge es por qué las masas del Tercer Mundo han estado y están disponibles y dispuestas a la explotación, ya sea en Europa o en la América del Norte.

Y como el lector ya lo habrá advertido, no hemos hablado de la inmigración y sus consecuencias en nuestra región sudamericana, la que contienen – también– muy interesantes historias.

Pero eso lo dejamos para un próximo artículo.

(Continuará)

 

El Doctor Emilio Luis Magnaghi es Director del Centro de Estudios Estratégicos para la Defensa Nacional Santa Romana. Autor de El momento es ahora y El ABC de la Defensa Nacional.