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La democracia en el 2024, ¿una carrera de obstáculos?

Este año se realizarán elecciones en más de 70 países, y para todos, la revista The Economist pinta un sombrío panorama por sus implicancias internas y externas

16 de febrero, 2024 - 07:31

The Economist es una publicación británica propiedad de las históricas dinastías financieras Rothschild y Agnelli. Es su costumbre que, cerca de fin de año, la revista haga predicciones sobre lo que nos espera el próximo año. La hace bajo el formato de artículos escritos por sus editores y columnistas y de crípticas portadas, de su caricaturista estrella Kevin Kallaugher (KAL), quien retrata el futuro con una parafernalia de símbolos que dejan entrever tanto los deseos como las preocupaciones de los sectores financieros transnacionales a los que representa.

El 2023 no fue la excepción y KAL nos trajo el interesante dibujo que ilustra esta nota.

En él se presenta el hecho de que alrededor de 2.000 millones de personas en más de 70 países vivirán procesos electorales. Pero lejos de ser presentado este hecho como auspicioso, se lo muestra como un eclipse de la democracia, una verdadera carrera de obstáculos entre los que pueden observarse los siguientes:

1) Desinformación y retórica electoral,

2) Intervenciones extranjeras,

3) Sobornos a candidatos,

4) Encarcelamiento de opositores,

5) Manipulaciones de la campaña electoral,

6) Intimidaciones a la oposición,

7) Fraudes electorales.

En los artículos que acompañan a la peculiar portada y por fuera de las cuestiones coyunturales, The Economist se centra en el enfrentamiento entre los grandes intereses geopolíticos mundiales, las crisis estructurales del capitalismo y las agendas globales que emanan desde instancias supranacionales, como el Foro Económico de Davos y las Naciones Unidas.

En apoyo de esta visión, la editora en Jefe, Minton Beddoes, quien además es miembro de la Junta Directiva del elitista Grupo Bilderberg, expresa: "Más de la mitad de la población del planeta vive en países que celebrarán elecciones nacionales en el 2024, la primera vez que se alcanza este hito", y agrega: “Los votos se emitirán desde Gran Bretaña hasta Bangladesh, desde India hasta Indonesia. Sin embargo, lo que parece que debería ser un año triunfante para la democracia será todo lo contrario”.

Para empezar nuestro análisis nos podríamos preguntar: ¿En qué se funda la preocupación de The Economist? ¿Desde cuándo el poder financiero se inquieta por cuidar la “calidad democrática” global?

Al respecto, la revista argumenta lo siguiente:

1) Muchas elecciones afianzarán a los gobernantes antiliberales. Otros recompensarán a los corruptos e incompetentes,

2) Algunas elecciones serán evidentemente una farsa. En Bielorrusia o Ruanda, por ejemplo,

3) La mayoría de las elecciones tendrán lugar en Asia. Sus democracias más grandes, como las de Bangladesh, la India e Indonesia, acudirán a las urnas. Desafortunadamente, el peligro es un creciente antiliberalismo. Por ejemplo, bajo la conducción de Narendra Modi, la India, si bien está disfrutando de un éxito económico y geopolítico notable, el primer ministro tolera el chauvinismo antimusulmán y el desmantelamiento de las salvaguardias institucionales. Por su parte, el presidente de Indonesia, Joko Widodo, parece centrado en afianzar una dinastía política. Y Bangladesh ya ha dado un giro autoritario: los líderes de la oposición han sido encarcelados y no se tolera la disidencia.

4) África será el continente con más elecciones, pero sus votantes están cada vez más desilusionados con el funcionamiento de la democracia. Los golpes de Estado son cada vez más comunes: nueve gobiernos han pasado a ser regímenes de facto desde el 2020. Las encuestas sugieren que un número cada vez mayor de africanos podría estar dispuesto a apoyar un gobierno militar. Las elecciones de Sudáfrica bien podrían ser una nueva decepción. Treinta años después de que el CNA llegara al poder en las primeras elecciones post-apartheid, podría retomar el poder en un país devastado por la corrupción, el crimen y el desempleo.

5) Mas no todo es malo para The Economist. Alaba que México pueda elegir a su primera mujer presidenta: los dos principales contendientes son mujeres y menos populistas que el actual presidente. Además, los votantes británicos podrían elegir entre dos candidatos competentes. Después de 14 años de gobierno conservador, es probable que los laboristas ganen, pero pocos fuera de Gran Bretaña notarán muchos cambios.

6) El hecho de que los 18 millones de votantes de Taiwán le hayan retirado su apoyo irrestricto al actual Partido Democrático Progresista y otorgado cierto espacio parlamentario al Kuomintang, la oposición más amiga de China, afectará las relaciones a través del Estrecho de Taiwán y como resultado, el nivel de las tensiones entre los Estados Unidos y China.

7) Finalmente, la revista desvela su mayor preocupación y que no es otra que las elecciones presidenciales de los EEUU. Al respecto, afirma que nada se comparará con las elecciones estadounidenses, ya sea por su sombrío espectáculo o por sus posibles consecuencias. Cuesta creer que el resultado más probable sea una revancha entre dos viejos enemigos, quienes la mayoría de los votantes desearía que no fueran candidatos. Y agrega que la propia candidatura de Donald Trump socava la democracia estadounidense. Que el Partido Republicano nomine a un hombre que intentó anular los resultados de las elecciones presidenciales anteriores empaña a Estados Unidos como faro democrático.

Como vemos, un panorama sombrío nos espera, según los analistas The Economist, pero llegado a este punto, cabe preguntarse cuánto hay de prognosis profética y cuánto de deseos ocultos. Cuánto de análisis desinteresado y cuánto de agenda impuesta.

Para terminar, y a modo de consuelo, las elecciones presidenciales argentinas no figuran en este duro pronóstico para el 2024 por la simple razón de que ya tuvieron lugar el año pasado. Con lo que queda aquello que decían nuestras abuelas: “Mal de mucho consuelo de tontos…”.