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Es la energía, estúpido (II)

La dependencia de Europa occidental del gas y petróleo ruso, puede profundizar la crisis energética en todo el continente debido al conflicto armado, sobre todo considerando que las reservas de combustibles de los países de la Unión Europea no alcanzarán para cubrir sus necesidades frente al crudo invierno que se avecina

09 de septiembre, 2022 - 09:09

En el artículo anterior llamamos la atención sobre los problemas de energía que enfrenta el mundo. Hoy se trata de intentar desentrañar cómo es nuestra situación, tanto a nivel nacional como provincial.

Para empezar, hay dos supuestos que debemos asumir. El primero, es muy positivo y reconoce que nuestro país dispone de los recursos naturales y humanos para disfrutar de una amplia gama de energías en potencia.

El segundo, es uno condicional y que exige que para que esas capacidades energéticas pasen a ser un acto; es necesaria la intervención humana. Especialmente por parte del Estado y del sector empresario energético que tendrán que planificar y desarrollar las acciones necesarias para lograr un autoabastecimiento que sea, tanto sostenible como sustentable.

Sostenible porque deberá ser económicamente rentable y sustentable porque, en la mayor medida posible, deberá minimizar su impacto ambiental y cuidar el medioambiente.

 

Vamos por partes

Por ejemplo, nuestro sector eléctrico se organiza a partir de la articulación de entidades o empresas que desarrollan la generación, el transporte y la distribución de la energía.

El transporte de energía eléctrica se desarrolla a través de una red de líneas de alta tensión y distribución troncal de una extensión de cerca de 33 mil km, lo que representa un incremento de más del 65 % en la longitud del sistema de redes existente en el año 2004.

Por su parte, la distribución de energía eléctrica está a cargo de empresas que, a fines del año 2014 sumaban más de 40, cubriendo un área de 2,2 millones de km², lo que representa algo más del 80% de la superficie del país y proporcionando el servicio a 13 millones de pequeños usuarios (una demanda menor a 4000 kWh/bimestre).

En cuanto a los hidrocarburos, en 2020 nuestro país fue el 18º mayor productor de gas natural del mundo (44,6 millones de m3) y el 28º mayor productor de petróleo del mundo (440 mil barriles/día).

En lo atinente a la energía hidroeléctrica ocupamos el 21er lugar del mundo, con 11,3 GW de potencia instalada; en energía eólica el 27º puesto global con 2,6 GW de potencia instalada, y finalmente, estamos en el puesto 42 de producción de energía solar del mundo, con 0,7 GW de potencia instalada.

Orgullosamente, dispusimos de la primera central nuclear de América del Sur. Actualmente contamos con tres campos nucleares (Atucha I “Juan Domingo Perón”, Atucha II “Dr. Néstor Kirchner” y “Embalse”) y una cuarta en período de estudio.

Pasando a lo potencial, es decir lo que todavía no hemos aprovechado, la Patagonia presenta uno colosal para energía eólica. La Argentina también cuenta con un gran potencial de generación de energía mareomotriz, dadas las condiciones de las corrientes y la amplitud de mareas de la costa patagónica.

En diciembre de 2014 se instalaron en la provincia de Santa Cruz los primeros dos equipos para la obtención de datos sobre la potencialidad de este recurso.

En tanto, el desarrollo de la energía geotérmica prácticamente no presenta avances destacables, pese a la presencia de afluentes termales y la evidencia de actividad volcánica potencial en diversos puntos del país.

A modo de resumen: la generación de energía eléctrica alcanzó los 130 mil GWh en 2014, lo que representa un crecimiento de algo más del 40% respecto de los 92 mil GWh registrados en 2004. El 64 % se generó en plantas térmicas, el 31 % hidráulicas, el 4 % nucleares y solamente el 1% eólicas y solares.

Como aspecto negativo, la Argentina tiene deficiencias de infraestructura para llevar a cabo la transmisión de energía eléctrica desde áreas deshabitadas y con mucho viento hacia los grandes centros del país.

 

Mendoza, la tierra del sol, del buen vino y de algo más

Nuestra provincia se destaca dos grandes aportes a la matriz energética nacional y el primero es la producción de hidrocarburos. Por ejemplo, en 2014 se produjeron 31 M de m³ de petróleo y 41.483.811 M de m³ de gas natural.

Económicamente, las regalías derivadas representan casi el 90% del sector minero del Producto Bruto mendocino, mientras que la provincia produce cerca del 14,1% del total del país. El petróleo se extrae principalmente de Vizcacheras, La Ventana y Barrancas, seguidas por Malargüe y Tupungato.

El segundo gran aporte mendocino es la producción de energía por el aprovechamiento hidroeléctrico, tal como se muestra en el siguiente cuadro:

La lectura de este cuadro nos permite sacar algunas conclusiones parciales, a saber:

1ro La mayor obra mendocina es Los Reyunos con una capacidad instalada de 224 MW, relativamente pequeña si la comparamos, por ejemplo, con las binacionales: Yaciretá, 3.100 o con Salto Grande, 1.890 o con la nacional de Piedra del Águila: 1.400 MW. 2do Hace más de casi dos décadas que la provincia no construye una gran obra, siendo la Central Cacheuta que aprovecha la presa de Potrerillos, la última, inaugurada en el 2003.

Actualmente, se encuentra en proceso de revisión la obra de Portezuelo del Viento, dada la ausencia de un laudo arbitral que debería ejercer el Presidente de la Nación por un recurso interpuesto por la Provincia de La Pampa.

Dado el tiempo transcurrido y, como hemos puntualizado, sin la realización de grandes obras hidráulicas; es menester que no nos afecte la parálisis por análisis. Y que cuanto antes se puedan aprovechar los fondos disponibles; porque de todos los factores que integran una situación el único que no tiene remedio, es la pérdida de tiempo.

 

El Doctor Emilio Magnaghi es Director del Centro de Estudios Estratégicos para la Defensa Nacional Santa Romana. Autor de El momento es ahora y El ABC de la Defensa Nacional.