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Poderes del Estado, laburo seguro para familiares de funcionarios

18 de septiembre, 2018 - 09:44

Nadie puede desconocer que el Estado sigue siendo el reservorio para conchabar a los punteros, amigos y familiares del poder. Práctica que es ocultada por todos los que pasan por los poderes Legislativo, Ejecutivo y Judicial. Una práctica que no se detiene y de la que nadie dice nada, porque todos tienen intereses que cuidar y, sobre todo, ocultar.

Nadie, absolutamente, puede negar que le dio trabajo a algún familiar, amigo o amante. En esto último se ha llegado al colmo de poner a la novia, luego exnovia; flamante novia, luego flamante exnovia, y así sucesivamente. Lo grave es que todas ellas continúan cumpliendo funciones en el lugar obtenido por amor.

Pero encontrar que alguien dé testimonio de esto es misión imposible, porque aflora la reprochable costumbre argentina del “no te metás”. O porque simplemente se entró en el oscuro circuito a cambio de silencio.

Al respecto existen oficinas públicas donde el desfile de modelos con poca instrucción para la tarea que desempeñan allí, delatan que hubo "algo raro". Mientras, jóvenes de ambos sexos y recién recibidos deben hacer colas peregrinando para tener el lugar que por capacidad merecen.

En la Legislatura provincial se intentó en diferentes momentos de los últimos períodos presentar proyectos de ley que terminen con el nepotismo, pero fueron parados en seco y sin explicación alguna. La mirada sobre la mayoría de los legisladores en ambas Cámaras, jueces en el Poder Judicial y altos funcionarios en el Ejecutivo no dejan dudas de por qué esos proyectos son cajoneados.

Lo grave de todo esto es que sean utilizados los mismos mecanismos jurídicos que no permiten que familiares consanguíneos de funcionarios en los tres poderes ocupen cargos dentro del Estado. La aplicación del “hecha la ley, hecha la trampa” sale a pedir de boca… y de muchas bocas. Porque en la cadena de ocultos favores, el funcionario fulano nombra al hijo, hermano, esposa, amante o novia del funcionario sultano, quien a su vez hace lo mismo con el funcionario mengano, con el mismo fulano o también con el perengano. Todos cumplen con la ley, aunque con la solapada acción la violan porque ninguno nombró a sus propios intereses.

Todo esto tiene doble gravedad. La práctica en sí está lejos de la debida ética pública, aunque en la provincia haya una flamante ley y un organismo que la aplique sobre los tres poderes. Que en el caso de la Justicia (provincial o federal) los lugares ocupados sean claves para la función de combatir el delito en todas sus formas. Donde de solo pensar que en esos sitios van a parar personas sin experiencia y que por sus manos pasan expedientes de causas muy pesadas que involucran narcotráfico, trata y homicidios, debería preocupar a la ciudadanía.

El tercer aspecto grave de esta cuestión es que el ambiente profesional que rodea a los poderes, como el caso de la Justicia, tiene amplio conocimiento de esta inadmisible práctica. Se la ve normal y solo sirve de comidilla de café, para hablar de las partes pudendas de la amante o novia conchabada. Sin que, por ejemplo, haya preocupación porque esa fémina o cualquier contratado por la selecta vía, reciban mensualmente emolumentos que no bajan de los $ 30.000. A partir de esa cifra se puede llegar a montos superiores que, de ser conocidos por la ciudadanía, deberían poner muy mal a todo asalariado, como un trabajador municipal que no supera los $ 9.000 u $ 11.000.

Hubo resonantes casos durante el kirchnerismo, como cuando el entonces ministro de Defensa Agustín Rossi ubicó a su hija María Delfina en el directorio del Banco Nación. O en el actual Gobierno, donde el exministro –hoy secretario, de Tabajo– Jorge Triaca, ubicó a su hermana Mariana en el mismo lugar. 

Son solo la punta del iceberg de todo lo que ocurre en los tres poderes del Estado nacional y del Estado mendocino. Aspectos que no le hacen bien a las instituciones y que rozan esos puntos que contienen la corrupción que se ha extendido en el tejido del Estado, cual cáncer al que no ha llegado la quimioterapia de la sensatez de un pueblo cansado y muy golpeado.