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Vejaciones a un niño, ¿implican aplicar la pena de muerte?

La humanidad presencia a diario niñas y niños, desde bebés recién nacidos, que reciben el peso oscuro de un adulto que destroza de por vida sus cuerpitos y conciencias por igual. En muchos casos llevándolos a sufrir la muerte tras tamaña atrocidad.

03 de febrero, 2020 - 07:06

Seguramente que ante este título, saldrán las mentes que piensan que los que consideran esta opción, como fallo final de juicio, tienen quemado el cerebro y marchita el alma.

Y hay que darles la razón, porque es precisamente lo que les queda de por vida a millones y millones de niños que en el mundo son vejados de las formas más turbias, jamás imaginables, por sus modos, lugares y ejecutores de semejante acción hacia un pequeño.

La humanidad en guerras, en el campo y en la ciudad, traspasando en forma lacerante religiones, situación socio económica, vínculos familiares o no, presencia a diario ente niñas y niños, desde bebés recién nacidos, quienes reciben el peso oscuro de un adulto que destroza de por vida sus cuerpitos y consciencias por igual.

En muchos casos llevándolos a sufrir la muerte tras tamaña atrocidad.

Pero los que reciben el beneficio verdugo de vivir, comienzan a transitar los caminos de la vida como pueden y en muchos casos, los que fueron abusados en edad muy temprana, no entienden lo que les pasa en su interior, mucho menos saber el porqué de muchas reacciones ante relaciones con otros seres.

Estudios en el país y el mundo indican que el crecimiento del abuso de chicos es sostenido y parece no detenerse. Que, si bien, es muy frecuente en nenas con porcentajes que alcanzan el 60% de los casos, los nenes son una porción importante con un 49%.

En ambos casos el problema se da en el ámbito familiar, con creciente asiduidad en ámbitos educativos, sobre todo en lugares donde existe internado y jornada completa.

Otros ámbitos son los deportivos y religiosos. En cualquiera de todos los indicados, los niños sienten absoluta vulnerabilidad y desprotección.

Las dantescas formas de depravados son inagotables: padres, madres, tíos, abuelos, hermanos, personas ligadas algún familiar, docentes, religiosos y hasta otros niños. Estos últimos, en casi la mayoría de los casos, son a su vez niños que han sufrido o sufren vejaciones.

El caso Próvolo que ya produjo sentencias relativamente duras, conmocionó a Mendoza y a toda la comunidad nacional e internacional.

Cada detalle relatado por jóvenes que fueron esos niños abusados, es el ejemplo de esta gran tragedia de la humanidad, donde el hombre muestra denigración absoluta y sin contemplación alguna.

Pero, no es la excepción del abuso de un niño, es parte del pestilente escenario de las multifacéticas vejaciones.

Ante todo esto caben interrogantes: ¿puede un niño curar semejante herida?; ¿su siquis los perturba a través del tiempo, que lo hace un ser anormal? Lo sufrido, ¿condiciona sentimientos, interrelación con otras personas y una mirada superadora de la vida?

Es difícil responder todo esto, cada persona tiene una respuesta interior diferente, que solo los profesionales de la mente pueden entender y atender.

En todos los casos no será un camino de vida fácil, como en otros seres que no recibieron esta verdadera asestada mortal, sólo comparada con el asesinato.

Por lo que es lógico analizar detenidamente la respuesta que da la Justicia cuando juzga a quienes cometieron este tipo de atrocidades sobre un niño.

Porque si bien es cierto que, como el caso de los abusadores del Instituto Próvolo, recibieron las penas más duras que dicta del Código Penal, no se compara con el daño infringido a cientos de seres que fueron sometidos a esa violación de una perturbadora niñez.

Donde quizá, una sentencia de muerte, colocarían el ejemplificador ¡detente!, que necesita una franja de la sociedad enferma que arrolla impunemente las osamentas íntimas de pequeños seres indefensos.