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¿La OTAN respondería a una agresión nuclear de Rusia?

A través de un comunicado, la alianza militar occidental anuncia que serán severas sus acciones en caso que Moscú decida usar armamento de destrucción masiva

29 de septiembre, 2022 - 10:06

La OTAN, (Organización del Tratado del Atlántico Norte), decidió tomar una postura más de disputa en respuesta a las amenazas e intimidaciones constantes por parte de Moscú, en lo referente al uso de armas nucleares.

 

Occidente advierte

“La Alianza”, expidió una fuerte advertencia a través de su secretario general Jens Stoltenberg, mediante un comunicado donde aclara que "el uso de dispositivos atómicos es inaceptable" y que si el Kremlin decide usarlos se vería sometido a “represalias con graves consecuencias”.  

“Cualquier uso de armas nucleares es absolutamente inaceptable, cambiará por completo la naturaleza del conflicto, y Rusia debe saber que una guerra nuclear no se puede ganar y que nunca se debe librar”, agregó Stoltenberg.

 

El pulso actual de la guerra convencional desde la Alianza

Es importante señalar que el cambio discursivo por parte de la conducción político-militar de la organización euroamericana, tiene como sostén la dinámica actual del conflicto que se desarrolla en el este de Ucrania. Los analistas y estrategas de Washington y Europa saben que es muy poco probable una derrota militar en la dialéctica convencional de la “Federación” y, también, que se pueda conseguir una retirada de las líneas rusas a la frontera previa al inicio de las acciones armadas.

Lo que si ha resultado “auspicioso” para occidente son los recientes avances en la contraofensiva ucraniana que culminó en la reconquista de una urbe central como es Járkov, en la región nororiental, y alrededor de 300 localidades circundantes. Este panorama anima a EE.UU, Reino Unido, Francia, Alemania y compañía a seguir intensificando el asesoramiento, adiestramiento, financiamiento, provisión de equipo bélico, apoyo político al gobierno de Zelenski y, lógicamente, el esquema de sanciones económico-financieras en contra de Putin.

 

El plan es relativamente previsible, ante la imposibilidad a corto plazo, de un agrietamiento en la estructura de poder que sostiene al “premier” Putin, (entiéndase, que la propia ciudadanía o sectores disidentes del gobierno ruso depongan al mandatario), el camino sería generar un marco de “desgaste” a la voluntad e iniciativa de lucha del gigante euroasiático.

“Empantanar” indefinidamente la campaña militar moscovita se va constituyendo como idea-fuerza primaria. Diezmar el puente logístico, erosionar sus componentes blindados, limitar la disponibilidad de apoyo aéreo, intensificar los ataques cibernéticos a servicios de software militar-civil sensible y, especialmente, provocar bajas significativas en las filas de efectivos veteranos de la guerra civil siria y del extenso conflicto checheno; sería la tónica elegida.

La cúpula militar de la OTAN sabe que una pérdida considerable de soldados profesionales o la merma progresiva de las aptitudes de combate, no puede ser compensado rápidamente por reservistas con entrenamiento básico a modo de “curso acelerado” y sin “roce de fuego”.    

 

El pulso actual de la guerra convencional desde el Kremlin

Los “reveses” inesperados de la “operación militar especial”, como la llamara desde el 24 de febrero Putin, en función de los últimos acontecimientos ha llevado a modificar la mirada y acciones de Moscú.

Resultado de este panorama: los anuncios sobre la movilización parcial de reservistas y la ejecución de referéndums separatistas de anexión a Rusia en las regiones pro-rusas de Donetsk, Lugansk, Zaporiyia y Jérson. Lógicamente, con un amplio triunfo del “SI”.

 

 

Putin y su entorno saben que un decreto de incorporación que busca sumar ciudadanos a la “causa patriótica” por la “madre patria”, implica, más que el impacto real de la medida, la capacidad de disponer de forma más abarcable y selectiva de los enormes recursos de uno de los Estados con más capacidades reales y relativas.

Si el próximo 4 de octubre, la Duma (asamblea legislativa) aprueba formalmente el resultado de las consultas, Rusia buscará capitalizar sus ganancias territoriales en el este de Ucrania y reforzar su argumento de “gesta en defensa de los espacios vitales” de la Federación que, paradójicamente, pasarían a considerarse parte del territorio y la cohesión soberana que es un “deber” defender por cada ruso-parlante.  

 

La retórica del enfrentamiento nuclear en contexto

Para finalizar, desde Moscú no ha cambiado, desde el inicio del conflicto, la línea discursiva carga de amenazas de presionar el temible “botón rojo”, para defender a toda costa la continuidad y vitalidad de la “Madre Rusia” y su inmensa extensión…que ahora también extenderá su “manto protector” sobre las 4 provincias del este de Ucrania.

 

 

En la vereda de enfrente, desde la comandancia en Bruselas, la línea de un discurso de desescalada, criterioso y esquivo a confrontar en la retórica del juego de la conflagración nuclear deja de estar presente y da una incipiente cabida a que se responderá en la magnitud de la agresión y que la ocupación “ilegal” de una región extranjera no será tolerada.

¿No parece, acaso, una “diplomacia nuclear” versión siglo XXI?... los actores mueven sus piezas en el tablero… pero, esperemos, sin acudir a la ayuda de los alfiles de destrucción masiva.