El primer ministro británico, Rishi Sunak, trabajó en un acuerdo con los supermercados para frenar el aumento de precios de alimentos básicos, como lácteos y pan.
Esta propuesta surge en un momento de preocupación generalizada por las finanzas de los hogares y el incremento en los precios de productos esenciales durante los últimos meses.
A principios del 2023, la tasa de inflación en el Reino Unido se situaba en un 10%, pero para abril disminuyó a un 8,7%. Como parte de la política gubernamental, se espera que continúe reduciéndose hasta alcanzar un 5% al año.
En caso de aprobarse este acuerdo entre el Gobierno y los comerciantes británicos, se consideraría el mayor esfuerzo por controlar la inflación desde la creación de la Comisión de Precios en 1973, en respuesta a la crisis del petróleo.
Andrew Opie, director de alimentos y sostenibilidad del Consorcio Británico de Comercio Minorista (BRC), señaló que algunos consumidores están optando por productos congelados en lugar de frescos y reduciendo la compra de alimentos instantáneos como una forma de controlar la inflación en su presupuesto familiar. Además, apareció que algunas personas incluso apagaron sus refrigeradores durante la noche para ahorrar energía, según informó el Jersey Evening Post.
Retraso en los recortes de impuestos
Durante el mes de abril, se produjo un aumento del 6,8% en los precios de la energía, uno de los más altos en los últimos 31 años. Este aumento se suma a la persistente y la volatilidad de los precios.
Fuentes citadas por medios locales indicaron que la medida no se impondrá a los minoristas, sino que estos participarán de manera voluntaria.
En este contexto, existe la posibilidad de que Sunak se vea obligado a retrasar los recortes de impuestos personales prometidos, y se estima que esto podría ocurrir "hasta la próxima primavera como muy pronto".
Una fuente mencionó que el gobierno debe abordar primero la alta inflación y el alto endeudamiento, y agregó que "si no hay crecimiento, no hay recursos" para llevar a cabo los recortes de impuestos.
En el mes de marzo, las cadenas de supermercados franceses se comprometieron a ofrecer productos de necesidad al precio más bajo posible, como parte de una política contra la primera inflación. Sin embargo, esta medida no ha sido bien recibida por los pequeños comerciantes y minoristas, ya que no pueden competir con las grandes cadenas de supermercados, según informó Bloomberg.