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El fútbol mendocino, de luto por la muerte de Ariel Gustavo Orellano

De cuna Italiana, la del Deportivo Guaymallén, cruzó un día el Rodeo para ponerse la casaca del Atlético Argentino, luego la del Lobo mendocino

13 de abril, 2023 - 11:14

Metedor, temperamental, así en el Tricolor, como con la Albiceleste o la de Capilla de Nieve en los torneos amateurs. Titán de la defensa que nunca escatimaba meter la pierna ni temía al ridículo de que por chueco se comiera un caño. Los minutos dan revancha y aquel delantero o volante que creía dejarlo atrás ya lo tenía enfrente otra vez.

De número cinco o de seis, el Chueco Orellano, el pibe de la casita con el tanque de la calle Murialdo, partió en el 87 a Platense, en donde se convirtió en uno de los referentes del equipo que resistió por años en Primera División, por más Boca o River se le pusieran por delante.

Ariel Gustavo Orellano vistió la casaca del Calamar 184 veces y marcó 4 goles en un equipo que cambiaba en sus formas pero en el que había nombres que ya eran marcas registrada en esos años: el arquero Serrano, Orellano, Capozucchi, el Cabezón Espina, Spontón, Néstor De Vicente, Mariano Dalla Libera, Alfaro Moreno. En la banca Ramos Delgado, Rodolfo Motta, Chamaco Rodríguez, Luis Manuel Blanco.

Con ellos, siempre se producía el milagro de convertir a un calamar en un plato de primera, con tinta de gloria.

Un día se lo llevó el Rojo de Avellaneda a jugar unos partidos para la Liguilla Prelibertadores y fue a Deportivo Español y Talleres, en donde se dio el gustazo de ascender a la máxima categoría.

Pegó la vuelta a Mendoza de la mano de Humbertito Grondona para jugar en el Tomba y reencontrarse con el Gato Oldrá, con quien compartió selecciones mendocinas y la de Atlético Argentino.

Luego de cerrar su capítulo como jugador en Lavalle junto a su hermano Arnaldo (aunque siguió despuntando el vicio con sus amigos Carlitos Vargas y Marcelo Laciar), el Chueco comenzó con su tarea de formador en divisiones inferiores. En Atlético Argentino, donde cumplía esa función tuvo que hacerse cargo del plantel de Primera División ya que Leopoldo Jacinto Luque -otro ídolo del deporte nacional que nos dejó en Pandemia- tuvo que dejar la dirección técnica debido a una descompensación. Con aquel equipo peleó el ascenso al viejo Argentino B. Era 2007.

Hoy temprano nos anoticiamos de la triste partida del Chueco Orellano, a los 57 años. Un referente del fútbol de los 80 y 90, el pibe de la casa del Tanque de carcajada sonora que dejaba todo en la cancha.