Opinión
El fútbol argentino atraviesa un momento complejo, principalmente en la relación de las autoridades de AFA con los dirigentes de todos los clubes. Hablamos de un nivel de sometimiento que asusta, al que los directivos permiten y avalan con sus comportamientos llenos de temor a la hora de esbozar alguna crítica hacia la casa madre.
Es por eso que ya no se escuchan reclamos por los malos arbitrajes y mucho menos por las programaciones de los partidos que casi siempre complican a los hinchas parar concurrir a los estadios.
Nadie exclama nada por temor a las represalias dentro del campo de juego. Al menos eso les han hecho creer a los protagonistas y todos saben que forman parte del sistema al que obligatoriamente se tienen que adaptar. Porque lo que hoy te quitan, mañana se transforma en un beneficio y así pueden manejar a todos los clubes a merced.
Es por esa razón que el descontento es generalizado entre los periodistas e hinchas que en definitiva son los únicos que alzan la voz en contra de los que conducen los destinos del deporte más popular del país.
Si no hay un cambio rotundo será difícil que la confianza vuelva a aparecer de nuevo en lo inmediato. Depende de los directivos. ¿En algún momento se van a revelar o están cómodos de esta manera?
La rápida respuesta parece ser la segunda opción. Porque de lo contrario no se entiende que acepten esta estructura con 30 equipos en la Liga Profesional y 38 en la segunda categoría, algo inviable en cualquier parte del mundo. Ojalá que pronto se den cuenta porque están matando a nuestro fútbol de a poco.
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