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Revelador informe sobre cómo hacían el amor nuestros ancestros más lejanos

La curiosidad que siempre despiertan las costumbres ancestrales provoca que los científicos investiguen sin cesar, como se hizo en este caso con los neandertales.

Redacción

Por Redacción

20 Agosto de 2024 - 11:30

Imagen: archivo web
Imagen: archivo web

Científicos que estudian el comportamiento humano consideran que nuestras costumbres sexuales podrían remontarse muy atrás en el tiempo, tanto que incluso habría que hurgar en la historia de especies predecesoras a la nuestra. 

En un artículo redactado por el historiador y experto en documentación Fran Navarro, publicado en la revista Muy Interesante, se afirma que "a pesar de la extendida imagen de los neandertales como trogloditas que arrastraban a sus mujeres por los cabellos y con un comportamiento sexual que difería poco de las bestias, es una idea errónea". 

Es que, según los investigadores, la conducta sexual de nuestros antepasados no fue muy distinta de nuestros comportamientos actuales, sobre todo por una cuestión de anatomía.

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El estudio sobre el comportamiento de los neandertales se basa principalmente en restos fósiles. (Imagen: web)

De todos modos, según el artículo, es difícil poder remarcar alguna certeza sobre cómo era el sexo entre neandertales. Extinguidos hace unos 40.000 años, todo intento de acercarnos a su cultura y comportamientos depende de los restos fósiles y materiales que podamos encontrar de esta especie. Y, por desgracia, los huesos fosilizados no brindan mucha información acerca de cómo se comportaba el individuo en vida. 

Sin embargo, y a pesar de esa circunstancia, los esfuerzos realizados por paleontólogos y demás científicos afines dan sus frutos y poco a poco comienzan a desentrañar más aspectos de la vida del Homo neandertahlensis, incluido el apartado sexual. 

Al respecto, Navarro asegura que cuentan con varias pistas que permiten teorizar sobre el tema, a las que han llegado por diversas rutas.

¿Cómo eran sus órganos sexuales?

Para Navarro, conocer los órganos sexuales y el aparato reproductor de una especie suele revelar gran cantidad de información acerca del estilo de vida, modos de apareamiento e incluso la historia evolutiva del organismo analizado. No en vano, esta parte del cuerpo debe cumplir una de las funciones vitales fundamentales: reproducirse, cuyos resultados miden el éxito o no de una especie. Cuanto más se reproduce y extiende una especie por nuestro planeta, más éxito se le atribuye.

En el caso de los neandertales, conocer cómo eran sus órganos sexuales es posible en gran medida gracias a la secuenciación de su genética, un logro científico que ha sido reconocido con el Premio Nobel de Medicina de 2022.

Los chimpancés comunes y los bonobos son nuestros parientes vivos más cercanos. Con ellos compartimos el 99% de nuestro ADN. Estos animales tienen una especie de púas en el pene, característica que, sin embargo, no existe en los neandertales ni denisovanos como un código genético, por lo que debió ser un atributo que desapareció en nuestros antepasados comunes hace más de 800.000 años.

¿Qué quiere decir que los neandertales no tuvieran púas en el pene? Los científicos creen que estas espinas resultan útiles en especies promiscuas porque ayudan a los machos en su competición con otros y aumenta las posibilidades de reproducción. En el caso de los neandertales, entonces, la ausencia de estas púas podría significar que eran monógamos, como nosotros.

El beso más largo

El autor del artículo cita a Laura Weyrich, antropóloga de la Universidad Estatal de Pensilvania, quien tomó muestras de sarro de fósiles neandertales. Del análisis de la placa dental se pueden extraer interesantes conclusiones acerca de lo que comían estos individuos y, por ende, cómo interactuaban con su entorno. En uno de los dientes, Weyrich encontró un microorganismo parecido a la bacteria Methanobrevibacter oralis, la que hoy todavía se encuentra en nuestras bocas.

Fotograma de 'En busca del fuego', película dirigida por Jean Jacques Annaud. (web)
Fotograma de 'En busca del fuego', película dirigida por Jean Jacques Annaud. (web)

La autora explicó que una de las posibles acciones que llevó a la transferencia de esta bacteria fue a través de los besos, aunque otra opción sería compartiendo alimentos, lo que pudo darse en el contexto de una comida romántica.

¿Practicaban el incesto?

Navarro resalta que aunque el comportamiento de tener una sola pareja estuviese extendido, hay estudios que apuntan a una actividad sexual del neandertal mucho mayor a la nuestra. Teniendo en cuenta la mortalidad, natalidad y longevidad de nuestros antepasados, seguramente debían copular varias veces al día para asegurar una descendencia viable a partir de la cual los homínidos logramos colonizar todo el planeta.

Partiendo de esta base, los investigadores sostienen que el incesto no era tabú para los neandertales, y debió ser una práctica normalizada, e incluso se podría decir que necesaria.

Esta idea no solo está confirmada a través de estudios de ADN que revelan que los padres de los individuos analizados estaban íntimamente emparentados, ya que también las condiciones geográficas jugaron un papel imprescindible.

Los investigadores estiman que durante el Paleolítico superior pudo haber una población de entre 900 y 3.800 personas en Europa central, lo cual supondría una densidad demográfica de unas 0,103 personas por cada 100 kilómetros cuadrados. Es decir, que actualmente hay más gente en la Antártida durante el verano. 

Según los investigadores, esta situación de aislamiento deriva en dos fenómenos: la endogamia debió ser muy frecuente y el cruce entre especies se dio, pero con una frecuencia e impactos mínimos en nuestra evolución. 

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En ese sentido, la paleoantropóloga del equipo de Atapuerca, María Martinón, explica que "en nuestro ADN llevamos aproximadamente un 3% de genes neandertales, por lo que podemos afirmar rotundamente que hubo contactos sexuales. Pero si analizamos el tiempo en el que ambas especies cohabitaron y lo comparamos con ese porcentaje, vemos que es muy pequeño: es un trasvase genético muy bajo a pesar de que coincidieron durante más de 60.000 años...". ¿Será porque no debieron de encontrarse muy atractivos?

Cara a cara

Otro aspecto que cita Navarro en su análisis es la práctica sexual, indicando que es la anatomía la que da ciertas pistas de cómo pudo suceder entre neandertales y otros homínidos ya extintos. Resulta obvio pensar que nuestra forma del cuerpo y disposición de los órganos sexuales marcan nuestras conductas sexuales y posturas más propicias para llevar a cabo la cópula.

De todo el reino animal, el ser humano es prácticamente el único que mantiene relaciones sexuales cara a cara. Algunos de nuestros parientes primates también utilizan esta postura sexual, pero de manera inusual y esporádica. Entonces, hacerlo con la pareja mirándose de frente es un comportamiento diferenciador de los humanos.

Algunos cronistas de la edad moderna cuentan que los europeos enseñaron a hacer el amor cara a cara a las indígenas de América, que se mostraban sorprendidas ante la novedad. Sin embargo, estas afirmaciones parecen ser falsas y solo buscaban equiparar a los indígenas, precisamente, con bestias y animales salvajes.

Pero la razón de que la postura del misionero sea la más característica de nuestra especie tiene una razón más práctica que romántica. Y esto es resultado que nuestra evolución hacia el bipedismo (la capacidad de ciertos seres vivo de andar sobre dos pies) transformó nuestra anatomía. En el caso de la mujer, la cadera giró hacia delante y desplazó la vagina hacia una posición en la que las relaciones sexuales cara a cara son más cómodas y eficaces.

Redactado con material de Muy Interesante