La ludopatía, una adicción conductual caracterizada por la falta de control de los impulsos en relación con el juego y las apuestas, está en aumento entre los adolescentes, advirtió la psicóloga Antonella Bassi. En una entrevista con El Interactivo (de lunes a viernes, de 12 a 14, a través de Facebook y YouTube de Ciudadano.News), Bassi destacó las preocupaciones sobre la creciente adicción al juego en jóvenes, la cual a menudo comienza con el uso excesivo de la tecnología y los videojuegos.
La psicóloga explicó que la falta de tolerancia a la frustración es uno de los principales indicadores de la ludopatía en los adolescentes. A medida que caen en la adicción, los jóvenes pueden volverse irritables, recurrir a la mentira y la manipulación para obtener dinero, y mostrar cambios repentinos en su comportamiento.
Según Bassi, el problema frecuentemente se inicia con videojuegos gratuitos y la utilización de dispositivos como la PlayStation, antes de que los adolescentes pasen al mundo de las apuestas. “Esto resulta en una adicción a la tecnología, lo que lleva a una falta de participación en actividades lúdicas y productivas”, destacó.
Las señales de alarma para los padres incluyen el aislamiento, la dependencia extrema de la tecnología y la irritabilidad en sus hijos adolescentes. Bassi enfatizó la importancia de validar las emociones de los jóvenes y mantener una comunicación abierta y afectiva en el entorno familiar.
La exposición constante a estímulos relacionados con el juego en las redes sociales y la presión de pertenecer a grupos de pares que juegan y apuestan también contribuyen al problema, explicó la psicóloga.
Antonella Bassi advirtió que la adicción al juego no surge de la nada, sino que “se inicia gradualmente a través de juegos gratuitos que progresivamente llevan a la exposición a ofertas tentadoras de casinos en línea. La creencia errónea de que se puede ganar más jugando continuamente es una trampa que lleva a la pérdida de control sobre los impulsos”, afirmó.
Finalmente, la psicóloga instó a los padres a detectar las señales de alarma mencionadas y a pasar tiempo de calidad con sus hijos adolescentes. Preguntar cómo se sienten y estar abiertos a las conversaciones puede prevenir problemas más graves, incluso alteraciones suicidas, relacionadas con la adicción al juego.
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