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El centenario arte de hacer campanas sigue vivo en Argentina

Sumérgete en el mundo de las campanas de bronce y conoce a Gonzalo Bellini, miembro de una familia de fabricantes de campanas con más de 130 años de tradición

Por Redacción

10 de enero, 2024 - 07:13

El oficio de hacer campanas es uno de los más antiguos y se mantiene vivo en Argentina. Para conocer más, El Interactivo (lunes a viernes, de 12 a 14, por Facebook y YouTube de Ciudadano.Newsconversó con Gonzalo Bellini, fabricante de campanas, quien contó: “La fábrica tiene 130 años, más o menos, así que, para mí, es toda una vida. Es muy natural trabajar en esto, lo que para otros parece extraordinario, para mí es algo de todos los días”.

Un poco de historia

“Esta es una empresa que está en la familia desde mi tatarabuelo. Él, en realidad, no vino a hacer campanas, vino a poner una fundición acá en San Carlos, Santa Fe, en la época de las máquinas a vapor, las cosechadoras a vapor. San Carlos Centro es la tercera colonia agrícola en el país".

"Primero fue Esperanza, después Gerónimo norte y San Carlos Centro entonces el auge de la siembra y trigo se hizo en este rincón del país”, recordó.

“Hoy en día, la producción de campanas ha bajado muchísimo. Una porque cambió el paradigma de a quienes les vendemos campanas, que son mayormente las iglesias católicas. Hoy se perdió mucho ese tipo de creencias y mucho más el tema de brindar donaciones porque generalmente las campanas se compraban con las donaciones de los fieles. Pero en su época dorada se llegó a vender más de 60 campanas al año”, explicó.

 

Música para los oídos

“Las campanas que nosotros hacemos son de bronce, que es una ilación cobre-estaño, usamos proporción al 20% de estaño, ese es un bronce duro casi como el acero que le da el sonido particular a la campana. Después el sonido va a depender de esas cuestiones, del material que está hecho y la forma del perfil de la campana".

"Nosotros gracias a ese perfil y al material que usamos cada campana tiene su nota musical, eso nos caracteriza a nosotros como fabricantes de campanas”, narró Bellini.

“Nosotros no afinamos campanas. La campana tiende a una nota musical porque, al nosotros construir el molde, puede tener sus variaciones, entonces el sonido final puede variar un poco, pero tiende a una nota. Se puede afinar, pero nosotros no lo hacemos porque casi no trabajamos para campanas de carrillón".

"Carrillón sería para hacer notas musicales o melodías, no tenemos la cultura en Argentina de hacerlo, entonces no las afinamos porque no tiene ese fin”, desarrolló. “Hoy tardamos alrededor de los 60 días, 90 días. Antiguamente, cuando hacíamos los moldes en barro, se tardaba de 6 a 9 meses. Hoy trabajamos a pedido”, explicó

 

Algunas obras importantes

“No hace mucho, hicimos una campana Bonshō para una escuela de índole japonesa que era para conmemorar los 70 años de la caída de bomba Hiroshima y Nagasaki. Es una campana que, por su implicancia histórica importante. Después, en casi todas las capitales de las provincias hay una campana nuestra”, remarcó y luego agregó:

“El Papa bendijo unas campanas en Paraná en el 89, era muy pequeño, pero tengo fotos”.

 

Así se hacen las campanas

“El proceso de campanas en sí no cambió en más de mil años. La primera campana que se hizo es prácticamente casi lo mismo que se hace hoy en día. Hoy cambiaron ciertos materiales que nos permiten hacer más rápido, pero básicamente se empieza el molde a partir de un torno vertical u horizontal que tiene plantillas y le va dando forma".

"Uno armar una pequeña estructura de ladrillos y le iba agregando barro hasta llegar a las dimensiones del interior de la campana. Después, sobre eso, se hacía la falsa campana y se llamaba así porque tenía las mismas dimensiones de la campana que iba a hacer en bronce, solo que estaba hecha en barro.”, explicó.

“Cuando se terminaba esa falsa campana se pinta todo en cera y se lo colocan las imágenes que se ven por fuera de la campana. Una vez terminado, eso se empieza a hacer lo que es cubierta, que vendría a hacer el negativo, lo que va a tomar después todas las imágenes".

"Ese proceso nos llevaba 6 a 9 meses, dependiendo del clima, porque el secado del barro era de manera natural y uno podía agregar gran cantidad de barro en una sola mano, si no que iba haciéndolo de manos de un centímetro para poder llegar a las medidas de la campana”, agregó.

Luego “se terminaba la cubierta, el molde se cocinaba y entonces, todo lo que era en cera, se evaporaba y nos permitía tener la cubierta. Una vez hecho, eso se rompía la falsa campana y se volvía a colocar la cubierta en hoyo, después ahí estaba para fundir".

"En ese entonces, a las campanas las enterrábamos bajo tierra por dos cuestiones: una para que aguante la fuerza del material, porque el bronce pesa más o menos 8 kilos el litro, entonces la presión que genera sobre el molde es mucha, y la otra es para darle el temple. El bronce, a diferencia del hierro, necesita que se vaya enfriando lentamente para que se endurezca”, remarcó.

 

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