Miles de familias libanesas siguen sumándose a las caravanas que huyen desde el sur del Líbano hacia Beirut, y otras áreas alejadas de las zonas donde se están produciendo intensos bombardeos de la Fuerza Aérea de Israel, los cuales se sucedieron durante toda la jornada del lunes y han dejado, hasta ahora, cerca de 500 muertos y unos 1.200 heridos.
Más de 100.000 libaneses que vivían cerca de la frontera con Israel ya habían sido desplazados desde octubre, cuando el grupo extremista chiita Hezbolláh y las fuerzas judías empezaron a intercambiar disparos casi a diario, con la guerra en la Franja de Gaza como atizador de todo el conflicto.
En la capital, Beirut, y alrededores, las escuelas se dispusieron para acoger a los nuevos desplazados, mientras los voluntarios se apresuraban a reunir agua, medicinas y colchones.
En este contexto, en la ciudad costera de Sidón, las familias desplazadas que buscaban refugio se agolpaban en escuelas que aún no tenían colchones, comida o agua.
Temprano este lunes, el ministerio de Interior del Líbano ya había confirmado un "desplazamiento masivo desde las regiones del sur", al tiempo que anunció la apertura de una serie de nuevos centros educativos preestablecidos como albergues.
Por su parte, el ejército israelí advirtió a la población en el este y el sur del Líbano que evacuaran antes de una campaña aérea cada vez más agresiva contra lo que se identificó como emplazamientos de armamento de Hezbolláh. Más de 490 personas murieron en Líbano, solo este lunes, según las autoridades, y más de 1.240 resultaron heridas, un número asombroso para un país que sigue conmocionado por el mortífero ataque contra los dispositivos de comunicación, localizadores y radios de corto alcance, acontecido la semana pasada.